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Unas extrañas y complicadas Navidades

Entre unos y otros nos están dando las fiestas. Menudo coñazo. Y no me refiero solo y exclusivamente a los catalanes y su pesadísima matraca independentista de la que el resto de los españoles estamos ya hasta los mismísimos, que tambien. Me refiero sobre todo a los políticos que, aprovechando que el Ter pasa por el Ripollés, llevan meses inundando toda España de mensajes en las redes, en radio y televisión, a favor y en contra del “proces”, algunos realmente pintorescos, relativos a una hipotética e irrealizable república independiente de Cataluña mas propia de zonas tercermundistas y de épocas decimonónicas que de la Europa sin fronteras del siglo XXI en la que vivimos.

 

Porque dirán lo que quieran, pero todos los españoles y no sólo los catalanes, llevamos más de tres meses en campaña electoral y somos muchos los que ya estamos hartitos de tanto jartible de la “terra lluire” y los lacitos amarillos. Me lo comentaba hace unos días un político en excedencia buen conocedor de independentismo catalán, “a mí me da igual, decía, lo que piensen unos y otros sobre la independencia, allá cada cual con su ideología, lo que de verdad me indigna es que nos tomen por tontos y basen todos sus discursos en la mentira y en la falacia más soez. Eso y que personajes defensores de la dictadura del proletariado, cercanos al estalinismo, al castrismo y al bolivarismo, quieran darnos al resto de los españoles, que hemos luchado años por conseguir la libertad, lecciones sobre una democracia que ellos siempre han rechazado. No tienes mas que escuchar sus discursos y verás que todas sus frases están trufadas con las palabras libertad y democracia. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.

El jueves, unas elecciones que me da a mí que no van a solucionar nada sino que complicarán aún más la ya enrevesada y esperpéntica situación que vivimos todos los españoles.

 

Y es que nos esperan unas semanitas que para nosotros se quedan. De coco y huevo. El jueves, unas elecciones que me da a mí que no van a solucionar nada sino que complicarán aún más la ya enrevesada y esperpéntica situación que vivimos todos los españoles. El viernes, mientras comienzan las cábalas sobre quién ha ganado y sobre los posibles pactos de Gobierno, con Arrimadas como virtual ganadora, con Junqueras rezando para que lo saquen de Estremera, con Iceta bailando “se va el caimán” y con Puigdemont pensándose si vuelve o no de sus vacaciones pagadas en Bruselas, el resto de los españoles, inluídos muchos catalanes, haremos un alto en el camino y estaremos pendientes de los Niños de San Ildefonso para ver si hay suerte y, si nos cae el gordo, renunciamos a nuestra nacionalidad y nos vamos a vivir a la Conchinchina para no volver a oír las ridículas y mentirosas consignas de los independentistas.

 

Por si quedara algo para animar el cotarro navideño, el sábado un nuevo combate, esta vez político-deportivo entre constitucionalistas y secesionistas, encarnados por el Madrid y el Barcelona. El domingo, Nochebuena, cena familiar y entrañable con cuñados en la que poder discutir de política y fútbol con un Papá Noel, vestido de rojo y luciendo un lazo amarillo, sirviendo cava extremeño y, con la resaca a cuestas, el lunes, la Navidad con nueva comida en familia para rememorar y volver a discutir los acontecimientos semanales. Casi nada. Hacía tiempo que los españoles no vivíamos unas “entrañables” tan completitas y densas como éstas. Yo, al menos no recuerdo ningunas tan complejas en mi ya larga vida. Como sigamos así, la Nochevieja y los Reyes Magos nos van a coger verdaderamente agotados.

Por si alguno no conoce el christma les contará que es una fotografía de uno de los árboles quemados este verano en el incendio de Doñana, del que están saliendo unas ramas verdes.

 

No quisiera acabar este artículo sin hacer alusión a la felicitación navideña de la presidenta de la Junta, Susana Díaz. Imagino que la habrán visto. No sé quien le habrá aconsejado sobre los zapateriles “brotes verdes”, pero me da la impresión de que no ha contentado a nadie. Por si alguno no conoce el christma les contará que es una fotografía de uno de los árboles quemados este verano en el incendio de Doñana, del que están saliendo unas ramas verdes, con el texto “la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiendose”. Poético y evocador, pero apartado de cualquiera de las tradiciones religiosas que rodean estas fiestas y que muchoas progresistas de pacotilla están empeñados en que sean olvidadas. Nada de la Virgen, San José y el Niño, de los pastores, de la mula y el buey, de Herodes, de los Reyes Magos ni tan siquiera de Papa Noel que son imágenes clericales y retrógradas. Lo suyo ha sido un esbozo laico alusivo al árbol de Navidad a tenor con la moda laicopodemista de descristianizarlo todo y promover las nuevas fiestas del solsticio de invierno.

 

Lo malo es que, como le ocurrió a su antecesor en el cargo, José Rodríguez de la Borbolla, quien en pleno acoso de los guerristas, acudió a una frase es Asterix (“Solo hay que temer una cosa, que el cielo se desplome sobre nuestras cabezas…Pero eso no tiene por qué suceder mañana”), la presidenta andaluza nos ha querido mostrar una imagen de ella misma renaciendo tras el incendio que provocó en el socialismo hispano la victoria de Pedro Sánchez. Susana vuelve a asomar la cabeza renaciendo de la tierra devastada. Toda una imagen de sus futuras aspiraciones trufada con símbolos navideños y escondida en las dobles intenciones políticas. Nada es casualidad y aquí no se da puntada sin hilo. Ya verán.