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Es urgente desactivar a Pedro Sánchez

Francisco Rubiales
Francisco Rubiales*

La tarea más urgente para el PSOE ya no es regenerarse, sino desactivar a Pedro Sánchez, un tipo muy peligroso que, cargado de odio y resentimiento, recorre España en busca de partidarios para dinamitar lo poco que queda del socialismo español.

De la regeneración depende la fuerza futura del socialismo, pero desactivar a Pedro Sánchez es una tarea todavía mas urgente porque de eso depende la supervivencia del partido.

Antes sólo existía la «sospecha» de que Pedro Sánchez había violado los mandatos del Comité Federal de su partido y tramaba en secreto una alianza con Podemos y los nacionalistas que odian a España, pero después de sus declaraciones del domingo 30 de octubre en La Sexta, donde lo reconoció, nadie duda de que el ex secretario general es un subversivo dispuesto a imponer su criterio por cualquier vía y de alcanzar el poder que no obtuvo en las urnas mediante maniobras y alianzas revolucionarias contra natura.

 

Desactivar a Pedro Sánchez es una tarea todavía mas urgente porque de eso depende la supervivencia del partido.

 

La alianza que el ex secretario tenía fraguada con Podemos y los independentistas radicales vascos y catalanes era «contra natura» porque un partido democrático como el PSOE no puede mezclarse con otros que no crean en la democracia ni en la nación que comparten, aunque Sánchez, desquiciado por su defenestración, ni siquiera tenga luces para saberlo.

Resentido y lleno de odio hacia los que le han depuesto, Pedro Sánchez se ha convertido en admirador y propagandista de Podemos, un partido en el que ni siquiera es capaz de percibir su alma comunista totalitaria. El fracaso como líder socialista le ha conmocionado y desnortado tanto que ya es incapaz de percibir la diferencia entre la democracia y el totalitarismo y ni siquiera es ya consciente de que se está dedicando a reclutar socialistas radicales para engrosar las filas de Podemos.

Deambulando por los caminos y ciudades de España, Pedro Sánchez va a ser como una mina a la deriva, capaz de hacer saltar por los aires al PSOE, un partido que debería expulsarlo inmediatamente de sus filas, en «defensa propia».

Los pactos secretos del ex secretario general con los peores enemigos de España para alcanzar la Moncloa, deshechos por el golpe de mano de los barones socialistas, la posterior trifulca entre los socialistas, el odio africano que profesa a Rajoy y al PP y la misma operación de caza, captura, acoso y derribo de Sánchez son imágenes que reflejan claramente la escasa calidad de la democracia española y el bajo nivel ético y político de la clase dirigente hispana.

Pedro Sánchez es «el monstruo que viene a ver al PSOE», un genuino y aberrante producto de los muchos errores del socialismo español, que fueron inmensos en tiempos de Felipe González, cuando la ideología retrocedía ante el empuje del pragmatismo y las ansias de poder, privilegios y riqueza, pero sobre todo es el resultado de las miserias y odios sectarios sembrados por el inepto y peligroso Zapatero, autor de aquel «cinturón sanitario» contra el PP que degradó la política española y la alejó de la democracia por muchas décadas.

 

Deambulando por los caminos y ciudades de España, Pedro Sánchez va a ser como una mina a la deriva.

 

Desactivar y neutralizar a Pedro Sánchez es una cuestión de vida o muerte para el PSOE, pero también es un asunto de salud pública para España, el país que él quiso arrojar en manos de los que lo odian y quieren despedazarlo.

Si existe lógica y razón en la política y si la decencia sigue presidiendo la «cosa pública», el PSOE tiene que sentirse más cerca del PP, por muy corrupto que sea ese partido, que de los independentistas radicales y populistas comunistas, que cuestionan el sistema, odian a España y ponen en serio peligro la convivencia y la existencia de la misma nación. Sentirse más cerca de Podemos que del PP es una aberración porque la distinción entre «izquierda» y «derecha» es ridícula si se la compara con lo que de verdad está a años luz de distancia: el «totalitarismo» y la «democracia», o lo que es lo mismo, la «libertad» y la «esclavitud».

Si Pedro Sánchez se siente más a gusto con Podemos, con Rufian y con los independentistas que odian la nación y sueñan con romperla es porque ha dejado de ser no sólo socialista, sino demócrata y porque se ha convertido en un bicho político sin control, lleno de resentimiento y cargado de peligro.

Es la hora de la verdad para el PSOE. Que no le tenga miedo a un Sánchez que cosecha radicales por los caminos de España, sino que le agradezca la criba gratuita y se desprenda de esa carga antidemocrática. Hasta que no lo haga y vuelva a nutrir sus filas de demócratas auténticos y gente de bien, no podrá iniciar la senda de la regeneración, ni recuperará nunca el poder.

Jamás deben olvidar los verdaderos socialistas que el hecho de que muchos militantes del actual PSOE comulguen con las ideas de Sánchez y estén dispuestos a seguirle no significa en modo alguno que tengan razón, sino únicamente que el cáncer antidemocrático es tan grave que ha invadido las entrañas del socialismo y está necrosando ya la misma alma del partido.
*Francisco Rubiales es Periodista