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¡Vergüenza!

Esta sociedad, esta Europa, esta España se está desintegrando, se está amasando una decadencia en modo Imperio romano.

No da igual ocho que ochenta, ni estar muerto o vivo, mojado o seco, con los tuyos o solo, lejos o cerca, en guerra o en paz, con hambre o sin ella, con papeles o como las liebres. No puede dar todo igual porque entonces se hace añicos la vida, se desintegran los pilares de la solidaridad, es decir, si se cae alguien y no se puede levantar…, si tiene sed y no le dan de beber…, si se muere su gente y no tiene consuelo…, si se queda sin nada y nadie le da nada…, si abandona su tierra por el hambre y las guerras, y nadie le acoge…, si se juega la vida en patera o sin ella para salvarse, y nadie le da cobijo… pero si osas ejercer de persona a secas, puedes ser tachada de promover la inmigración ilegal. ¡Vergüenza!

Porque si la UE quisiera, nadie se moriría en el Mediterráneo, la frontera más mortífera del planeta. ¡Vergüenza!

Esta sociedad, esta Europa, esta España se está desintegrando, se está amasando una decadencia en modo Imperio romano de tal magnitud que no habrán necesitado que Trump ni ningún otro haya apretado el botón nuclear para quedar reducidos a los primates de la generación cero punto cero. Porque si la UE quisiera, nadie se moriría en el Mediterráneo, la frontera más mortífera del planeta. ¡Vergüenza!

Mafias, pateras y botes hechos para no llegar a puerto, negocio con la compra-venta de seres humanos en el terreno, muchos de ellos convertidos en esclavos. Las Operaciones Militares de Inteligencia no tienen entre sus mandatos el salvamento. La cifra obscena, que nos convierte en canallas si no los socorremos, es 166.143 llegadas de migrantes y refugiados, y 3.091 muertes en el Mediterráneo. ¡Vergüenza!

Atiborradas de los mensajes de las páginas de sucesos, en los que se convierten los telediarios de crónicas deshumanizadas. ¡Vergüenza!

La gente está robotizada con el principio de normalización de inmigrantes devueltos, abandonados en alta mar, o enjaulados en los CIS, niños desnutridos, familias rotas, personas muertas en las orillas, pero es igual, son de otro color, de otro país, vienen a quitarnos el puesto de trabajo. Atiborradas de los mensajes de las páginas de sucesos, en los que se convierten los telediarios de crónicas deshumanizadas. ¡Vergüenza!

Atiborradas de entretenimiento vacío, atiborrados de los y las Cifuentes hoy, y mañana de los siguientes que aún quedan por desfilar, atiborrados de los flujos electorales de Ciudadanos, y mientras se observa el paisaje desolador, asumiendo como natural lo que nos inyectan, anulando conciencias. ¡Vergüenza!

Y como se decían en Casablanca Ingrid Berman y Humphrey Bogart: el mundo se desmorona, y nosotros sacando el doctorado y el máster del espectador de butaca de patio, aunque siempre nos quedarán feministas y pensionistas despertándonos del largo y depredador letargo.