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¡Viva la república independiente de mi casa!

Benito Fdez 2
Benito Fernández*

Creo que fue la famosa multinacional sueca de los tornillos allen y los montajes imposibles quien puso de moda hace unos años aquella frase de “¡viva la república independiente de mi casa!”. Un eslógan premonitorio de lo que está ocurriendo en nuestro país donde todos estamos poniendo algo de nuestra parte para desmontar de la noche a la mañana más de cinco siglos de historia común. No es la primera vez que lo intentamos porque si algo tenemos los españoles es la tozudez de cargarnos cualquier cosa que funcione medianamente bien. El referente más cercano lo tenemos a la vuelta de la esquina. Mientras todo el mundo admiraba la forma con la que España había pasado de la dictadura a la democracia sin derramamiento de sangre, aquí nos ha faltado tiempo, sobre todo a esa nueva casta pseudoprogre que componen la nueva izquierda del conglomerado podemita, para poner a caer de un burro a Adolfo Suárez, a la UCD y a todos los partidos políticos que colaboraron con su esfuerzo y concesiones para sacar adelante una transición pacífica que ha sido un modelo a imitar para el resto de los paises occidentales.

 

Asumido como tenemos el  cuento de nunca acabar, la historia interminable de los catalanes y su pesada matraca independentista que llevamos oyendo y soportando desde hace más de un siglo y que acaba de desembocar en el bochornoso espectáculo golpista dado el miércoles en el Parlament, mas propio de la asamblea nombrada por Maduro, lo que llama poderosamente la atención es que algunos líderes de otros partidos tradicionalmente centralistas, como es el PSOE, estén cambiando su sempiterno discurso hacia posturas disparatadas que todos creíamos que se habían superado hace bastante tiempo. Hay que reconocer que en esta embarazosa situación en la que nos han colocado Puigdemont, Junqueras & Cia ante la indiferencia de Rajoy, el buenismo de Sánchez y la complacencia de Iglesias, los partidos constitucionalistas han cerrado filas. No esperábamos menos ante tamaño despropòsito. Solo falta que esta unidad actual se mantenga haga lo que haga el Gobierno y que no salga alguien reclamando ahora paños calientes, comprensión y diálogo con la desquiciada peña de la estelada.

 

Le ha faltado tiempo a Susana Díaz para cantarle las cuarenta a su jefe. Porque como éste siga empeñado en este discurso, el PSOE podría hasta perder su coto privado en Andalucía.

 

Porque lo de la nación de naciones que defiende Pedro Sánchez, además de ser una suprema gilipollez, conlleva unos riesgos que son difíciles de asumir para buena parte de su propio partido y de su fiel electorado. Sobre todo cuando, tratando de explicar lo inexplicable, Sánchez, imitando a los más recalcitrantes políticos antiautonomistas postfranqustas de la época de Suárez con las nacionalidades históricas del artículo 151 de la Constitución, insiste en su tesis de naciones de primera y de segunda categoría. Ya saben, para el líder del PSOE hay tres equipos que pertenecen a la liga BBVA, Cataluña, País Vasco y Galicia, y el resto juega en la liga Adelante. Le ha faltado tiempo a Susana Díaz para cantarle las cuarenta a su jefe. Porque como éste siga empeñado en este discurso, el PSOE podría hasta perder su coto privado en Andalucía. Y ya verán como siguen ya mismo a la presidenta andaluza sus colegas de Extremadura, Valencia, Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha y el resto de las 17 comunidades que conforman el Estado español. Como esto siga así vamos a acabar pidiendo la independencia hasta en nuestra propia casa aplicando el eslógan de Ikea al que me refería al principio de este artículo. Al tiempo.

 

Dice el primer principio de la termodinámica que “la energía no se crea ni se destruye, solamente se transforma”. Y los partidos políticos que forman el panorama actual no hacen otra cosa que aplicar esta fórmula. Todos, desde el PP a Podemos, pasando por el PSOE, Ciudadanos, PdeCat, ERC, IU, PNV y el resto, demuestran fehacientemente la evolución de sus programas e ideas adaptándolos a los tiempos. Recuerden, por ejemplo, el no al divorcio del PP cuando lo propuso el PSOE de Fernández Ordóñez, e rechazo al marxismo del PSOE de Felipe González o el cambio radical de postura de éste mismo asunto tras aquello de “Otan, de entrada, no”. Los tiempos cambian una barbaridad y los partidos se adaptan a las nuevas formas sin cortarse un pelo. Cabe esperar que en asuntos en los que nos jugamos el futuro de España, como es el reto secesionista puesto en marcha por el Gobierno catalán, los principales partidos no se transformen como la energía y mantengan la defensa de la legalidad como norma a seguir, incluso a la hora de aplicar las decisiones más duras si fuese necesario. Sería lo deseable.

 

*Benito Fernández es Periodista.

@maxurgavo