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Volver a empezar

Benito Fernandez
Benito Fernández

Creo que fue Fray Luis de León el que al volver a su clase en la Universidad de Salamanca, tras pasar cinco años en las cárceles de la Inquisición, pronunció aquella famosa frase de “decíamos ayer…” como si el tiempo perdido entre rejas no le hubiese afectado lo más mínimo. Siguiendo este mismo argumento del clásico, los políticos españoles andan enredados en las mismas tesis que mantenían antes del pasado 20 de diciembre. Cuatro meses y pico después de las elecciones y tras un serie de esperpénticos paripés sin sentido, no solo se ha constatado fehacientemente el hecho de que son incapaces de llegar a acuerdo alguno de gobernabilidad, sino que, además, se está demostrando que a todos ellos el futuro de España y de los españoles se las trae al pairo. Y no salvo a nadie. Ni al PP ni al PSOE ni a Podemos ni a Ciudadanos. Todos ellos van a lo que van, a sacarle la máxima rentabilidad posible a los votos recibidos. Una rentabilidad que, visto lo visto, se mide por los sillones de poder que cada uno consiga y por los millones de euros de subvención que el Estado concede por los escaños obtenidos.

Porque lo peor de todo es que el 27 de junio, seis meses y pico después de las últimas elecciones generales, el panorama que surja de las urnas puede ser más o menos similar al del 21 de diciembre. Parece indudable que el PP volverá a ser el partido más votado (que no el ganador) y que habrá un importante trasvase de votos entre los otros tres litigantes, PSOE, Podemos-IU y Ciudadanos. Si tal y como auguran las encuestas PP y Ciudadanos no alcanzan la mayoría absoluta, ¿qué ocurrirá? ¿Volverá Pedro Sánchez a proponerle a Pablo Iglesias un “pacto de progreso” o será Podemos el que, como segunda fuerza más votada, le haga la oferta al PSOE? La cuestión no es baladí porque de ese resultado y de lo que ocurra el 26 de junio con el actual líder socialista y candidato a la Presidencia del Gobierno, va a depender mucho el futuro de la política andaluza. Y el de la actual presidenta de la Junta, Susana Díaz.

El caso es que dentro de un mes volveremos a estar en campaña como en una especie de terrorífico“dejá vu” que, digan lo que digan, los españoles nos lo hemos ganado a pulso haciéndole caso a los “cantos de sirena” emitidos por los indignados y amplificados por la Sexta.

Puede que me equivoque, pero mi teoría es que si, como es bastante probable, Pedro Sánchez consigue un resultado similar o peor al obtenido el 20-D y los socialistas pasan a ser el tercer partido del espectro político español, el actual líder del PSOE tiene los días contados al frente del partido. Será entonces, en el previsto congreso federal que se celebrará en julio o en septiembre, cuando Susana Díaz se va a ver obligada por el resto de los barones y por buena parte de sus bases a encabezar la alternativa a esta segunda y devaluada versión de Zapatero que ha tratado de encandilar a los españoles con sus poses, sus gestos teatrales y sus faroles sin contenido. El caso es que dentro de un mes volveremos a estar en campaña como en una especie de terrorífico“dejá vu” que, digan lo que digan, los españoles nos lo hemos ganado a pulso haciéndole caso a los “cantos de sirena” emitidos por los indignados y amplificados por la Sexta.

Así que en esas estamos. En un volver a empezar para llegar al mismo camino que ya hemos recorrido. La situación, digan lo que digan aquellos que abogan por el fin del bipartidismo, es absolutamente kafkiana, Entre otras cosas porque, de seguir el mismo trazado que hasta ahora, los españoles podríamos estar como les ha ocurrido a los belgas, más de un año sin Gobierno. Y esa posibilidad, que aún no se está notando demasiado en nuestra economía, puede arrastrarnos a un peligroso callejón sin salida más desastroso aun que el último gobierno de Zapatero. No están los tiempos ni la economía mundial como para andarse con veleidades políticas que nos pueden salir demasiado caras a los españoles.

Mientras tanto el Ejecutivo en funciones de Mariano Rajoy sigue gobernando mal que nos pese y repitiendo acciones típicas del PP, ya saben, eso ya clásico de premiar al enemigo y castigar a los propios. Dentro de sus filas no ha sentado nada bien que se le concediera la Medalla al Mérito del Trabajo al ex líder sindical de la UGT, Cándido Méndez. Son muchos los que señalan que el único mérito de Méndez es haber estado casi cuarenta años consecutivos dirigiendo el sindicato filosocialista y, añaden, “sin doblarla en el tajo ni un solo día”. No es que yo sea un admirador de Méndez, pero me parece que en estos tiempos de crisis y recortes, de paro y depresión, personajes como el ex secretario general de la UGT son necesarios para conseguir unas buenas negociaciones con la patronal y una paz social crucial para el desarrollo de nuestra sociedad. Ahora, que celebramos en paz el 1 de mayo, es tiempo para reconocer el trabajo desarrollado en los últimos 40 años por los diversos líderes sindicales. Aunque sea verdad que 38 años ininterrumpidos al frente de la UGT quizás sean demasiados años. Y los andaluces conocemos el trapo después de haber soportado cuarenta años el gobierno de un mismo partido político.