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Vota por mi amiga

Germán Muñoz / Opinión.- Mariano Rajoy no para de hacerme favores. El último ha sido convocar las elecciones tan cerquita de Nochebuena, fecha en la que casualmente pasaré por España a ver a mi familia. Vivo fuera, hasta ahora en Grecia, pronto en Alemania; en gran parte gracias a él. Es genial, porque a mí me gusta mucho ver mundo y, en eso sí somos distintos Rajoy y yo, aprender idiomas. Pero de no ser por él casi me quedo sin votar.

Aunque sé que seguramente Mariano me quiere con toda su alma, no considero que sea yo un privilegiado. Somos muchos los españoles que estamos viviendo fuera de nuestro país o que se lo están pensando. Desde el doctor en Física que no se puede plantear un futuro en el país donde se ha formado hasta el yesaire que, a veces, echa un par de horas: debe de ser que España ya está terminada, allí no queda nada que haga falta hacer.

Como nuestra formación y nuestros impuestos están ayudando a levantar otros países, ha entendido el Gobierno que no necesitábamos tampoco votar en España. El censo electoral se cerró el 1 de agosto, la convocatoria de las Elecciones se produjo el 27 de octubre. Y el cierre del registro de residentes en el extranjero, el 1 de noviembre. Si te registraste como residente temporal en algún consulado para las autonómicas, para estas ya no podrías, tendrías que hacerlo como permanente, pero ya no estás a tiempo de entrar en el censo. No hay nada de qué preocuparse, no quedarás al margen; del millón ochocientos mil españoles registrados como residentes permanentes fuera de España, solo un 6% ha llegado a tiempo de completar los trámites burocráticos de voto rogado. Éste es un favor que nos dejó hecho Zapatero: donde votar podría ser sólo revisar el censo, presentar tu documentación y recibir las papeletas para votar, ahora se convierte en un entretenimiento burocrático que, incluso presentado en fechas, te puede traer las papeletas el día después de que se hayan celebrado las elecciones.

Así las cosas, lo mejor que podríamos hacer los españoles es devolverles el favor. A Rajoy le vendría muy bien tener una buena motivación para ponerse el inglés al nivel “entrevista de trabajo en Irlanda”.

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Y aquí es donde entras tú.

Tú es una persona que no está leyendo este artículo. Una persona que ha decidido no votar porque, conservador honesto y de principios, al fin ha decidido dar de lado al Partido Popular con más imputados de la historia y que a los rojos de la coleta no les va a votar ni harto de anís. Una persona que ha decidido no votar porque los chiringuitos socialistas con el dinero del paro distribuido en finas lonchas de jamón mientras ella hace malabares para que coman cuatro con medio sueldo y a los señoritos engominaos no les va a votar ni jarta vino. Alguien que ha decidido no votar porque la constelación mediática española ha decidido que el trilero mediocre que le vendió las preferentes a los padres de su cuñao es la única salvación de la patria y para quien, si eso es salvación, bienvenido sea el infierno. Un izquierdista de verdad, íntegro, de valores, que ha decidido no votar porque las, más que mareas, marejadillas le aturullan, y ha llegado a la náusea de lo viejo y de lo nuevo y que a Soraya, perdón, a Mariano, no le va a votar ni harto de kalimotxo.

O tú, que crees en la democracia pero no en ninguna de las opciones que se te presentan el 20 de diciembre.

Tú no ibas a votar.

Podrías hacernos un favor. Pero puedes votar por mi amiga. Puedes votar por mis compañeros. También nos harás un favor a ti y a mí. Puedes votar por mucha gente que estará fuera y a quienes el sistema electoral les ha impedido participar de algo que podría suponer que en un futuro España sea un país donde volver a vivir, a trabajar, a enriquecerlo y a hacerlo más rico.

Seguramente conozcas a gente que está fuera, no necesitas más que preguntarles. Si no van a poder votar, vota por quien votarían ellos. Para que esto funcione hace falta tan sólo confianza y algo que aunque nuestros líderes no tengan los españoles hemos hecho proverbial: nuestra palabra.

Si no conoces a nadie a quien puedas ayudar directamente empleando tu voto para reflejar su opinión, siempre puedes recordar que vives en el siglo XXI. La marea granate, una asociación apolítica de españoles emigrados ha puesto en marcha mecanismos para ayudar a personas que no pueden votar a encontrar a personas que iban a abstenerse. Si eres una de ellas, infórmate aquí. Básicamente están poniendo en contacto a gente que no quiere votar con gente que no puede votar. Y apelando a uno de esos valores con los que los españoles de cualquier costal nos llenamos siempre la boca pero pocas veces tenemos ocasión de practicar: el honor.

Y aunque siempre es mejor animarte a que te replantees tu opción de no votar, si al final la tomas en firme, aprovecha y haznos a todos un favor. Sobre todo a ellos. Vota por mi amiga.