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Voto emigrante, misión imposible

El sistema rogado: una vergüenza y un fraude que dejará el 20-D sin dos millones de votos de los emigrantes, que también son españoles y querrían votar

Yiyo Bores / Opinión.- Hay quien dice que los “movilizados exteriores” no interesa que votemos porque si estamos fuera de España quizás no estemos contentos con PP y PSOE. No estoy de acuerdo con dicho argumento, puesto que el turismo y nuestro comercio exterior están siendo pilares fundamentales para la recuperación económica más allá de la necesidad de muchos de salir de España, pero es ciertamente inexplicable la complejidad del sistema de voto para los residentes en el extranjero, especialmente en estas elecciones que coinciden con la vuelta a casa de muchos para volver a disfrutar de los nuestros en Navidad.

Lo que uno no se explica es el tiempo que se tarda en España para reaccionar ante temas tan importantes. Si ya se denunciaron intensamente dichas dificultades para poder votar en las elecciones del pasado 24 de mayo, y la participación de expatriados en las europeas de 2014, tras la reforma de la Ley Electoral en 2011, ya fue solo del 2%, –es decir un 86% menos que en 2009–, cuando no había que rogar el voto. ¿Por qué no se ha establecido un sistema viable especialmente considerando que las próximas elecciones tendrán lugar el 20 de diciembre cuando la propia Junta Electoral ya había apuntado la gravedad de este problema?

Sistema rogado

La clave es el famoso “sistema de voto rogado”, en virtud del cual se exige a todos los que deseen votar desde el extranjero que lo comuniquen con la suficiente antelación a su respectiva oficina del censo, y aquí juegan variables burocráticas y de plazos que son absolutamente imposibles de controlar por la Administración del Estado. Más allá de las dificultades personales y profesionales de cada ciudadano. A día de hoy, una semana antes de las importantes elecciones que pueden acabar con el bipartidismo, podemos analizar algunos datos de América Latina para demostrar el rotundo fracaso del modelo. En Cuba, a pesar de su regreso al escenario internacional, de los 116.146 españoles sólo se han registrado 335 solicitudes. En Venezuela, tan presente en los debates, de entre los 157.938 españoles, 2.424 son los que podrán optar a votar por correo. En la Brasil post-Lula y también en crisis, tan sólo 2.899 podrán votar de los 108.400 que viven allí, y en México apenas 3.360 de 102.514. ¿Cifras vergonzantes? Quizás. No, seguro.

Explico el proceso para comprender las cifras indicadas. Los españoles que vivimos en el extranjero teníamos hasta el 21 de noviembre para rogar el voto, quedando a la espera de que la Oficina del Censo Electoral correspondiente nos remitiera por correo certificado, entre el 24 y el 30 de noviembre, la documentación necesaria para poder hacerlo. Todo ello previa comprobación de que nos encontramos registrados en la Embajada –algo que hay que hacer de forma presencial–. En plazos ínfimos e inviables había que elaborar una documentación, y remitirla por fax (con otras opciones en algunos casos). Luego, a esperar pacientemente en casa a que lleguen –si llegan, puesto que los servicios postales en estas fechas no son excesivamente rápidos– las papeletas para poder remitirlas a España. Teniendo en cuenta cómo funcionan muchas oficinas censales, mi duda es si mi documentación será enviada a tiempo, e incluso si es así, si me llegará antes de que regrese a España, puesto que, considerando que en diciembre muchos regresamos a nuestra querida tierra, nos encontraremos que en España no podemos votar, los papeles para poder hacerlo estarán llegando a nuestras residencias en el exterior, y consecuentemente nuestro esfuerzo habrá sido en vano.

[blockquote style=»1″]Si de las 1.692.618 personas inscritas en el censo CERA (residentes permanentes), tan solo 62.002 solicitaron el voto, y finalmente el 34.310 (el 2%) ejercieron finalmente el derecho a elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo, ¿Cómo es posible que no se actúe?¿Democracia?[/blockquote]

¿Democracia?

Algunos datos claman al cielo considerando la importancia económica que tenemos los currantes en el extranjero para la recuperación en España, quizás tanta como las remeses de aquellos emigrantes que fue tan importante para la transición política de la que tanto ahora se habla en la actualidad. Si de las 1.692.618 personas inscritas en el censo CERA (residentes permanentes), tan solo 62.002 solicitaron el voto, y finalmente el 34.310 (el 2%) ejercieron finalmente el derecho a elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo, ¿cómo es posible que no se actúe?¿Democracia? Actualmente el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) supera en mucho los 2 millones, y a ellos hay que añadir los numerosos residentes temporales que posiblemente sean tantos como los anteriores.

Consecuentemente habría que adaptar las modalidades de residencia exterior a las realidades laborales actuales, particularmente considerando la importancia que puede tener en regímenes de protección de la salud, seguros, escolarizaciones, fiscalidad, e incluso la pérdida de voto en elecciones locales, así como muchas otras cuestiones que afectan tanto a quien emigra, o trabaja fuera constantemente, como a toda su familia. Alguien podría estudiar en detalle las residencias temporales, las permanentes, y tanto los problemas burocráticos como la ineficiencia del sistema actual. Quizás entonces podamos tener los datos reales de la emigración española y analizar verdaderamente el alcance de las consecuencias del distanciamiento político obligatorio que sufrimos tantos buenos españoles.

Actualmente, la ley establece dos tipos de electores residentes en el extranjero: españoles residentes en el extranjero de forma permanente (extranjeros residentes ausentes), que encasilla en el CERA (Censo de Extranjero de Residentes Ausentes), y los españoles residentes en el extranjero de forma temporal, que encasilla en el ERTA (Españoles Residentes Temporalmente Ausentes). En el primer caso, el voto se podía solicitar por correo postal o fax a la Delegación de la Oficina del Censo Electoral de la provincia donde se encuentre inscrito en España o por Internet si tiene certificado electrónico asociado al DNI, pero en el segundo caso, los españoles debían acudir personalmente a las oficinas o secciones consulares de las embajadas y hacer dos trámites: inscribirse primero en el ERTA, en un plazo determinado de tiempo para poder votar en las elecciones y luego rogar el voto. No obstante, modelos que funcionan, existen. En los países escandinavos se facilita el voto por internet; otros, como Alemania, facilitan el voto por correo aprovechando las nuevas tecnologías.

[blockquote style=»1″]#RescataMiVoto es el nombre de la campaña que ya ha conseguido unir a más de 400 parejas y ya tiene registrados a 2.300 emigrados que aún esperan inscritos en la plataforma habilitada por Marea Granate a un abstencionista voluntario que le ceda su voto. Son pocos, pero algo es algo.[/blockquote]

Marea granate

Afortunadamente, la sociedad civil empieza a despertar ante la incapacidad política y administrativa del Estado. El colectivo Marea Granate ha puesto en marcha una interesante iniciativa tendente a que los emigrantes ejerzan este derecho fundamental gracias a las personas que no quieren hacerlo y votarán por ellos. #RescataMiVoto es el nombre de la campaña que ya ha conseguido unir a más de 400 parejas y ya tiene registrados a 2.300 emigrados que aún esperan inscritos en la plataforma habilitada por Marea Granate a un abstencionista voluntario que le ceda su voto. Son pocos, pero algo es algo.

En fin, que a día de hoy, y con este procedimiento de voto rogado, sólo 115.055 personas han conseguido completar todo el proceso de petición, es decir, un 6,11% del Censo Electoral de Residentes Ausentes. Y ni hablamos de los temporales. Y, para más inri, los que están registrados, si no han recibido la documentación –algo de lo que nos han advertido reiteradamente como una más que probable realidad–, viajaremos a España a comer turrón, ver a los nuestros, y ser observadores privilegiados de un debate y una importante elección en la que nos han negado participar.

Foto: Cadena Ser