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Y el siguiente empujón, ¿para cuándo?

Benito Fdez 2
Benito Fernández*

¿Qué quieren que les diga? A mí eso de celebrar por todo lo alto las efemérides, añorar el pasado y recordar con todos los fastos posibles los diez, los veinte, los cincuenta o los cien años de cualquier evento, por importante que fuese, me parece una pérdida de tiempo y de dinero. Habría que emplear más tiempo en mirar el futuro y menos en evocar el pasado y Sevilla es mucho de eso, de evocar los escasos acontecimientos que han marcado su historia más reciente. Otra vez mirándonos el ombligo. Algo muy típico de esta ciudad.

 En esta ocasión la excusa ha sido la celebración del XXV aniversario de la Exposición Universal de 1992. Reunión en los Alcázares de los Reyes eméritos con varios de los protagonistas del evento, desde el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, al presidente de la Sociedad Estatal, Emilio Casinello, pasando por diversos responsables de la organización de la expo de la Cartuja, a quienes acompañaban en la foto, faltaría más, la actual presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Faltaban en la foto sus respectivos antecesores, Manuel Chaves y Alejandro Rojas Marcos. La pregunta es ¿por qué no fueron invitados? O si lo fueron ¿por qué no acudieron al acto conmemorativo? O es que a alguien no le interesaba la presencia de ambos en la foto oficial. (Parece que en el caso de Alejandro sí fue invitado, pero el ex alcalde andalucista del 92 optó por ser coherente y no apuntarse a una conmemoración de algo en lo que  nunca creyó).

Una Expo que, entre otras cosas, también sembró la discordia entre la capital andaluza y el resto de las provincias.

 El caso es que todos los medios de comunicación locales, autonómicos e incluso nacionales han hecho un verdadero despliegue mediático del acto conmemorativo, sobre todo Canal Sur quien no ha escatimado medios, con programas especiales incluídos, para recordar el impulso que supuso para el desarrollo de Sevilla y Andalucía aquella Exposición Universal. Una Expo que, entre otras cosas, también sembró la discordia entre la capital andaluza y el resto de las provincias que vieron como Sevilla se llevaba la parte del león de unas millonarias inversiones estatales mientras las demás dejaban aparcadas sus necesidades más urgentes para un mejor momento.

 Hay que reconocer que la Expo supuso para Sevilla un salto de décadas y no tanto por lo que se hizo en el recitno de la Isla de la Cartuja, que sólo fue una especie de escaparate, sino sobre todo por la renovación de unas infraestructuras viarias obsoletas que llevaban muchos años ancladas en el olvido. Desde la A-92 hasta Almería (concluida diez años después, en 20012) o la autovía del Centenario a Huelva, al AVE a Madrid, pasando por la construcción de nuevas rondas de circunvalación de la ciudad y de cinco nuevos puentes que acercaron Sevilla a su entorno natural de crecimiento como es la cornisa del Aljarafe, le dieron un nuevo aire a una ciudad para que se enfrentara al nuevo siglo XXI en igualdad de condiciones que las grandes capitales españolas como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao. Sevilla, gracias al 92, se acercó al futuro con un salto de gigantes.

 Es curioso comprobar como Sevilla es como los saltamontes. Solo se mueve a golpe de acontecimientos puntuales que se producen cada cien años. Mientras tanto duerme el sueño de los justos acunada por su propio egocentrismo y su glorioso pasado. Lo último fue la Exposición Universal del 92, hace casi un siglo fue la Exposición Iberoamericana del 29 que también la cambió la cara a la ciudad. ¿Habrá que esperar otro acontecimiento de similar magnitud a la Expo para que se produzca el próximo salto?

La capital costasoleña y sus dirigentes, sin Expo alguna, ha sabido enfocar su desarrollo progresivo en los últimos años sin aspavientos ni inversiones multimillonarias del Estado.

 Es lo que no logro entender y al ejemplo de Málaga me remito. La capital costasoleña y sus dirigentes, sin Expo alguna, ha sabido enfocar su desarrollo progresivo en los últimos años sin aspavientos ni inversiones multimillonarias del Estado. Su apuesta museística por la Cultura o su Parque Tecnológico nada tienen que envidiarle a la oferta cultural o económica que presenta la Sevilla postexpo por más que tengan mucho más de mediático que de realidad objetiva.

Tanto Susana Díaz como Juan Espadas, representantes actuales del partido que ha gobernado ininterrumpidamente en Andalucía durante el último medio siglo, deberían mirarse en el espejo de algunos dirigentes malagueños y conseguir que tanto Sevilla como Andalucía no progresen a saltos esporádicos y mantengan una continuidad de desarrollo que coloquen a la capital y a la comunidad en la cabeza de las ciudades y las regiones españolas sin necesidad de que los gobernantes de turno tengan que rascarle el bolsillo al resto de los españoles. Y esto tamién es válido para ciudades como Barcelona o regiones como Cataluña.

*Benito Fernández es Periodista.

@maxurgavo