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Yo estoy con ella

Clara Guzman
Clara Guzmán

Una de las cosas más entretenidas que pueden hacer cuando tengan el móvil inactivo en las manos y estén en la cola del autobús o en la consulta del médico, es ir examinando los estados de sus contactos en el “guasá”. Entonces se sorprenderán de la cantidad de frases en inglés que hay. La mayoría macarrónico, qué quieren que les diga. La mayoría escritas en un inglés de oídas, que es lo peor que puede pasar, porque ya saben ustedes que para escuchar estamos todos sordos.

Ese salpicón de palabras en inglés en las conversaciones en español que empezó tímidamente hace ya unos años, ha ido tomando cuerpo y si en tus frases no sueltas alguna palabreja en la lengua del imperio USA es que eres de otro planeta. No es la primera vez que alguien que adoba su discurso con cuatro florituras inglesas al ritmo del engolamiento propio de un tertuliano radiofónico, entona después un “me se cayó el anillo dentro del agua”, que desafina al mundo.
Por eso y por otras cosas, claro, me he alegrado mucho de que Hillary Clinton (esa señora de enormes tragaderas como mujer por mor de la política; otros dirán que es su revancha, que tiene título de culebrón venezolano) presentara como candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos al senador Tim Kaine , que habla perfectamente español, porque entre otras experiencias trabajó como misionero católico en Honduras con la orden de los Jesuitas.

Si, Dios lo quiera, ganan los demócratas, a lo mejor empiezan a cambiar los estados en el “guasá” y la gente se apunta a escribir en la lengua de Cervantes, en vez de hacerle un obituario. Si es así, yo estoy con ella; contigo, Mary Hillary

Minutos antes de que Hillary Clinton se lo presentara al mundo, se había despachado sobre la diversidad en un discurso en español y en inglés, jaleado por un ambiente festivo con música de fondo del artista colombiano Juanes y con carteles en español del lema de la campaña demócrata: “Yo estoy con ella”. (I am with her).
Ya saben que los hispanos se han convertido en un grupo de presión, como ya lo son los judíos y, evidentemente, hay que contar con ellos. O sea, son convenientes, que diría un sagaz empresario. Al fin y al cabo, la política es una empresa. ¡Menuda empresa es para muchos!
Pero, a lo que vamos. ¿Se imaginan unas camisetas con un eslogan en español, bendecido por los progres, que son los que expenden el salvoconducto del maniqueísmo? Esto es bueno, seguidlo; esto es malo, denostarlo. Bueno, ellos no dirían denostarlo, utilizarían alguna de esas palabras de nuevo cuño, a la que añadirían el socorrido vale, que es de las muletillas que menos pase tienen. ¿Se imaginan que en vez del “ Yes We Can” de la campaña de Obama, transformado después en el “Sí se puede” pabloiglesil, se pusiera de moda “Yo estoy con ella”, que tiene titulo de canción de José Manuel Soto?
Como en este país somos tan seguidistas; también somos muy seguidos, no sé si antes fue el huevo o la gallina, si, Dios lo quiera, ganan los demócratas, a lo mejor empiezan a cambiar los estados en el “guasá” y la gente se apunta a escribir en la lengua de Cervantes, en vez de hacerle un obituario. Si es así, yo estoy con ella; contigo, Mary Hillary.