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La razón populista

Javier_Menezo
Javier Menezo*

Escribió Murakami: en el fondo, todos esperamos la llegada del fin del mundo. Escuchando y leyendo lo que se dice sobre el triunfo de Donald Trump, he pensado que ya no tendría que esperar más. No bajé al refugio con mis hijos por dos razones: no tengo refugio y prueben ustedes a encerrarse con unos niños. Mejor el apocalipsis.

Fresca la victoria de Trump nos inundaron Estatuas de la Libertad llorosas, tapándose la cara, escondiéndose. De todo, amigos. Luego dirán que aquí no hay talento creativo. Nadie pero nadie. Hay hasta editoriales pidiendo un muro de democracia en torno a Trump. Qué extraordinario placer dar lecciones de democracia al único país que lo es desde su nacimiento.

¿No han leído o escuchado a políticos, que ya lo eran cuando la mitad de este país no había nacido, preguntarse entristecidos qué hemos hecho mal? ¿A asesores en sus mil denominaciones, invirtiendo considerable esfuerzo en escandalizarse y sufrir?

 

En Almería, hay un diputado popular, el Sr. Matarí cuya biografía del Congreso dice: “Diputado de la VII,VIII,IX,X,XI y XII legislaturas”. Ya está.

 

Toda una exhibición de clasismo estos días. De derechas, centro e izquierda, esto último es lo más triste – despreciando a esos aldeanos machistas que con su voto han hecho un feo a Hillary. Y hacia los votantes del Brexit; los seguidores de Le Pen; los partidarios del Partido de la Libertad que en diciembre tendrá un presidente en Austria; los votantes de Podemos; y hasta las bases del PSOE acusadas de ¡horror! podemizadas. Ahí están, mostrando su pesar por este auge del populismo. No por sus causas.

Razonable sería preguntarse que lleva a las clases trabajadoras y medias, hacia el discurso populista. De entrada, los votantes asocian a los grandes partidos con el período de estancamiento económico que se produjo tras la crisis de 2008. No solo eso, les consideran responsables de rescatar con sus impuestos a los responsables de ella. Lo ilustra muy bien una magnifica escena de Boston Legal en 2009, cuando la serie finalizaba. Con el bufete arruinado uno de los socios declaró: llamaré al Congreso, tienen que rescatarnos, al fin y al cabo somos ricos. Esto es lo que perciben los ciudadanos a ambos lados del Atlántico. Aquí tienen una de las primeras razones populistas. No importa que no sea totalmente cierto. La gente siente que lo que percibe es la realidad. Arron Banks, el mayor votante de la campaña pro Brexit declaró al Guardian “Los partidarios de quedarse mostraron hechos, hechos, hechos, hechos, hechos. Eso no funciona. Tienes que conectar con la gente emocionalmente. Ese es el éxito de Trump.”

¿Premonitorio, verdad?

 

Hicimos la sanidad universal y la gratuidad de la enseñanza. Con eso no frenas nada. Cuando se teme el presente lo que se pide es futuro. Eso es lo que hay que ofrecer.

 

Conectar emocionalmente se mira, aún aquí, con desdén. Los defensores de la Gestora socialista, mismamente, ha declarado que ahora es el momento de las ideas –los hechos- y no las personas. Si les respondes que estás de acuerdo y por tanto se vayan quitando y ya te pones tu mientras se aclaran las ideas, volverán a que no es momento de eso, sino de ideas. Ellos seguirán, pues, gestionando ideas.

Ese carácter perenne es la otra razón populista. Clinton lo ha sido casi todo en política, Trump nada. En Almería, hay un diputado popular, el Sr. Matarí cuya biografía del Congreso dice: “Diputado de la VII,VIII,IX,X,XI y XII legislaturas”. Ya está. La gente percibe unas élites políticas y económicas atrincheradas, al servicio de ellos mismos. Ven que, antes, un trabajo estable garantizaba una vida confortable, pero eso se ha terminado. Sirva de ejemplo Almería. Menos del 5% de los contratos que se firman cada mes son estables. Sólo en octubre esta provincia registró 40.000 contratos. En una provincia con 70.000 parados. A ese ritmo y si tuvieran un mínimo de calidad el desempleo desaparecería en mes y medio. No es así y, por ello, hemos dejado de creer que se puede subir en la escala social, salvo que participes en ese mundo de privilegio de políticos y empresarios bien conectados.

Hay una Europa – Este y Sur, fundamentalmente, golpeada duramente por el cierre de empresas, el desempleo y el éxodo de los jóvenes hacia otros países. Y hay toda una Europa de los perdedores de la globalización, que deslocaliza empresas y precariza el empleo.

En resumen, son miles los que sienten rabia por la desigualdad económica. Saben que ni ascenderán en la escala social ni sus hijos vivirán mejor que ellos. Que el futuro será de quien esté bien conectado y no de quien se esfuerce. Miles los que ven un mundo de privilegios a los que ellos solo asisten para fregar los platos, y son el campo abonado para la extensión del populismo. Ahora, ante sus decisiones en referéndum o en elecciones, las élites reaccionan con miedo. Es la venganza de los electores que se alimenta a sí misma y se hace fuerte. Temo que quedan muchas victorias populistas y muy pocas socialistas si no se es capaz de afrontar el futuro. Abandonar el discurso de conford que siempre recuerda las glorias del pasado. Hicimos la sanidad universal y la gratuidad de la enseñanza. Con eso no frenas nada. Cuando se teme el presente lo que se pide es futuro. Eso es lo que hay que ofrecer.

 

*Javier Menezo es Abogado