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La Venezuela de Maduro

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Salvador Gata*

Los belicosos pueblos que habitaban la península Ibérica desde la antigüedad fueron sometidos, no sin arduas y costosas campañas por la todo poderosa Roma. Los fenicios (cartagineses) ya había descubierto sus costas, ricas en atunes y sardinas y sus minas de oro y plata, valiosas mercancías ambicionadas por los romanos.  De aquí salieron el garum (la salsa que condimentaba todos los alimentos) el aceite de oliva y los minerales que abastecieron todo el Imperio.

El poder local en Hispania se sustentaba en una formidable estructura burocrática en la que los gobernadores envidados desde la metrópolis gestionaban los recursos producidos por las de poblaciones locales. Relaciones clientelares primero y de vasallaje después fueron configurando el panorama de una tierra rica en recursos pero pobre en dirigentes capaces.

Las grandes familias aupaban a sus vástagos hasta lo más alto de las instituciones y en algún caso hasta la jefatura del Imperio, como el caso de Trabajo y su pariente Adriano, cuyas familias asentadas en las fértiles tierras de la Bética se enriquecieron a costa del comercio del aceite, de la plata y el oro que tan generosamente ofrecía  esta tierra.

Los romanos se enfrascaron en campañas militares mientras los beneficios que obtenían de sus conquistas eran superiores a los gastos que generaba el sostenimiento de la maquinaria militar y burocrática necesaria para llevarlas a término.

Para controlar estas vastas extensiones de terreno sometido, y ante el avance de los pueblos germánicos en busca de nuevas tierras, la administración romana creo la figura del comes o jefe militar “comes militum”. Estos gobernadores militares acabaron convirtiéndose en señores locales, condes que, a la postre, eran los verdaderos dueños de todo el territorio y de sus gentes.

Con el avance de los pueblos germánicos (Suevos, vándalos y Alanos) finalmente fueron los visigodos o godos del Este los que acabaron dominando parte de la península Ibérica. Su monarquía electiva se sostuvo sobre la   base de la vieja administración de los hispano-romanos (grandes señores territoriales dominadores de vastas extensiones de terreno). Su división territorial se conformó entorno a la figura de los Duques.

Condes y duques fueron prácticamente fagocitados por la invasión de las huestes del general musulmán Tarik a principios del siglo VII.  Pero el núcleo de la administración local siguió en manos de las poderosas y germanizadas    familias hispanoamericanas.

Se inician siglos de guerras entre musulmanes y cristianos, musulmanes entre sí, cristianos contra cristianos. Ocho siglos donde las castas militares (algunos  condes se convirtieron en reyes) y la belicosa oligarquía eclesiástica  dominaron la península.

 

Unos territorios allende los mares poblados por indígenas que apenas habían superado la edad del hierro y cuyas riquezas eran codiciadas por todos cuantos llegaron a tener noticias de las mismas: Obispos, condes, militares, reyes, etc.

 

Con la llegada de la reina Isabel I de Castilla, la desmochadora, pues se valía de los señores territoriales para sus guerras de conquistas sobre el moro, pero en cuanto llegaba a los dominios de estos señores batalladores, lo primero que hacía esta gobernante, por la gracia de dios, era tomar posesión del territorio y demoler las torres más altas (desmochar) para evitar que sus señores pudieran encastillarse en fortalezas de difícil asedio.

Nos encontramos a principios del siglo XVI, tras la rendición del último enclave musulmán (el reino de Granada) con una casta militar y eclesiástica (dónde iban a colocar sino los reyezuelos a sus bastardos) en paro ávida de continuar con sus escaramuzas y saqueos a los que llevaba acostumbrada muchos siglos.

La solución estaba en el reciente descubrimiento de lo que acabó llamándose Nueva España. Unos territorios allende los mares poblados por indígenas que apenas habían superado la edad del hierro y cuyas riquezas eran codiciadas por todos cuantos llegaron a tener noticias de las mismas: Obispos, condes, militares, reyes, etc.

 

1498, Cristóbal Colón avista Venezuela

 

Cristóbal Colón avistó las tierras de la actual Venezuela en su tercer viaje, año 1498. Desembarcó frente a la desembocadura del rio Orinoco, cerca de la actual ciudad de Trinidad.

El nombre de Venezuela (pequeña Venecia) apareció por primera vez en un mapa en 1500 y ha permanecido sin cambio hasta el día de hoy. La Laguna de Sinamaica es considerada el lugar donde los españoles vieron por primera vez los palafitos, construcciones sobre el agua y que, a día de hoy aún pueden observarse.

Alonso de Ojeda vio a los aborígenes locales usando adornos de oro y se quedó atónito por su riqueza. Sus historias sobre una isla con fabulosos tesoros dieron origen al mito de El Dorado, una misteriosa tierra abundante en oro. Atraídos por estas supuestas riquezas, las costas de Venezuela y Colombia se convirtieron en el objetivo de numerosas expediciones españoles, una obsesión con El Dorado los llevó a explorar el interior. Su búsqueda terminó en la rápida colonización de la tierra, aunque El Dorado naturalmente nunca fue encontrado.

El 13 de abril de 1546 el Consejo de Indias sentencia el final de la gobernación alemana en Venezuela. La penetración alemana en esta región se fundamentó en unos pactos firmados el año 1528 por la Corona (Calos I) con Jerónimo Salier y Enrique Ehinguer, factores en Sevilla de la Casa Welser de Augsburgo. Por ellos se permitía a los alemanes descubrir y colonizar y gobernar Venezuela. Ambrosio Alfinger arribó a Coro al año siguiente y salió en expedición descubridora al lago Maracaibo, fundando la ciudad del mismo nombre. De regreso a Coro volvió a salir para otra nueva aventura al actual territorio colombiano, donde murió. Su teniente Nicolás de Federmann hizo otra descubierta a Barquisimento. En 1534 fue nombrado gobernador de Coro Jorge Hohermut, Jorge Espira para los españoles, quien, acompañado de Felipe Hutten, salió de Coro, llegó a Mérida, cruzó los llanos y bajó paralelamente a la cordillera andina hasta la Amazonía. Felipe Hutten junto a Bartolomé Welser partieron en 1541 en busca del Dorado topándose en su camino con las huestes de Juan de Carvajal que terminó asesinando a los dos alemanes en 1546 cuando el consejo de Indias ya había revocado el gobierno de los alemanes en Venezuela.

El 25 de julio de 1567 el conquistador español Diego de Losada funda la ciudad de Santiago de León de Caracas, por ser la festividad del Apóstol, ser oriundo del antiguo reino de León y emplazarse en el valle de los belicosos indios caracas. Tal como le había encargado el gobernador de Coro, Pedro Ponce de León. La ciudad que con el tiempo verá reducido su nombre al indígena Caracas, se convertirá en eje de la colonización del territorio y se convertirá en la capital de la gobernación de Venezuela.

 

Venezuela era considerado por la corona española el menos importantes de los territorios de la gran Colombia (Ecuador, Venezuela y Colombia).  Pero allí apareció la figura del revolucionario Francisco de Miranda en 1806 seguido de Simón Bolívar.

 

Por real cédula de primero de noviembre de 1575 Felipe II ordena el cobro del impuesto de las Alcabalas en América. Las alcabalas, figura de la real hacienda de la corona castellana desde el siglo XIV, no se impusieron en Nueva España merced a una franquicia otorgada por Carlos I en 1522. Pero las necesidades de la hacienda hacen que en el año 1568, el Rey Felipe II expida una carta, reafirmada por la cédula de 1571, para derogar dicha excepción temporal y así cubrir urgencias económicas de la Corona. Esta renta que al principio es del 2% y luego del 4% recae en todos los bienes, de cualquier naturaleza, con los que se efectúen transacciones comerciales mercantiles, quedando exentos los indios.

El rey de España, dueño y señor del suelo americano con el refrendo de bulas papales, procura que todos los que viven en los nuevos territorios paguen al monarca por tal privilegio, sin importar que sea indio, español o mestizo. Todos tienen que tributar, aunque de forma diferente, excepto los esclavos porque sus amos lo hacen en su lugar.

El sistema fiscal indiano se organiza como una máquina tributaria que sincroniza un aparato burocrático existente en la metrópolis bajo control primero de la Casa de Contratación y después del Consejo Real y Supremo de las India, con el que se está implantando en América supervisado por Virreyes y gobernadores, pero realmente en manos de unos oficiales reales muy especializados, los contadores.

Ente los impuestos a las personas encontramos: tributo indígena, requinto, Juzgado General de Indios, gracioso donativo, diezmo, bula de santa cruzada.  A la minería: quinto real, ensayador, fundidor y marcador mayor, derecho de cobos, señoriaje y braceaje.  Al comercio: Armada de Barlovento, avería, alcabala, Unión de Armas, almojarifazgo. A las transferencias de bienes y a los cargos: papel sellado, mostrencos, mesada, sedes vacantes episcopales. O las denominadas rentas estancadas: nieve, pimienta, aguardiente, pulque, naipes, gallos, tabaco sal, azogue.

Las regalías constituyen otro capítulo de los ingresos de la Corona española. Además del quinto real sobre los productos mineros y de las salinas, ya citado, existen los correspondientes al cultivo del palo de Brasil, a tesoros, viene mostrencos, vacantes, naufragios, provisión de oficios públicos, regio patronato eclesiástico y tierras, montes y pasos.

Venezuela era considerado por la corona española el menos importantes de los territorios de la gran Colombia (Ecuador, Venezuela y Colombia).  Pero allí apareció la figura del revolucionario Francisco de Miranda en 1806 seguido de Simón Bolívar. Éste último aprovechando la guerra de independencia contra los franceses y con el apoyo de los hijos de la gran Bretaña logró consolidar la liberación de Venezuela el  24 de junio de 1831 tras  la batalla de  Carabobo, donde las tropas de Bolívar derrotaron al ejército monárquico español.

 

Simón Bolivar, expulsado

 

Tras la separación de Venezuela y su salida de la Gran Colombia, el congreso venezolano aprobó una nueva constitución y expulsó a Bolívar de su país natal. No fue hasta doce años cuando se acabó reconociendo su deuda con el hombre a quien le debía su libertad.

Entre 1830 y 1935 se suceden en el poder en Venezuela cuatro generales: José Antonio Páez, (a este caudillo lo sustituyo el primer presidente civil de Venezuela, el doctor José María Vargas en1835 y fue derrocado en 1836), Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro,  y Juan Vicente Gómez que suprimió el parlamento, aplastó a la oposición y monopolizó el poder.

En 1945 Rómulo Betancourt líder del partido Acción Democrática (de izquierdas) toma el poder y tras las primeras elecciones democráticas del país en 1947 es elegido presidente Rómulo Gallegos. Tan solo ocho meses después otro golpe de estado puso en el poder al coronel Marcos Pérez Jiménez que gobernó hasta que en 1958 fecha en que fue nuevamente derrotado en las urnas por Betancourt. Se sucedieron dos presidentes democráticamente elegidos: Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez hasta que en 1992 el Coronel paracaidista Hugo Chaves da un golpe fallido. No obstante Hugo Chaves, perdonado el 1994 es elegido presidente en 1998.

Tras su muerte es sustituido en el cargo por el Vicepresidente Nicolás Maduro.

La historia de este país que nos resulta tan lejano, y los avatares que viene padeciendo solo son un fiel reflejo de lo que supuso, a nivel mundial, el proceso de colonización por parte de la vieja Europa de las tierras recién descubiertas y  todas aquellas otras  que fueron quedando  bajo el dominio militar de las nuevas  potencias emergentes. Este proceso de colonización empezó a desmoronarse en Sudamérica a comienzo del siglo XIX aprovechando la debilidad de la monarquía española e iniciándose el largo tránsito hacia la independencia de estos territorios de las coronas española y portuguesa. Pero las estructuras creadas siguieron siendo fieles a los modelos importados de la Europa medieval, esto es,  un poder basado en caciques locales que imponían su dominio por la fuerza  sobre la población indígena, por cierto que esta población autóctona se vio seriamente afectada a mediados del siglo XVII teniendo que recurrir a la importación de negros africanos, previamente secuestrados para la continuación de las labores agrícolas y mineras.

Estos caciques locales propietarios de inmensos latifundios y poderosamente ricos se han venido funcionado como verdaderas mafias casi desde  que desembarcaron en las costas americanas, no dudando en utilizar a grupos  de militares o paramilitares  para doblegar a la población y hacer valer sus privilegios.

Como hemos visto Venezuela no es una excepción, a imagen y semejanza de lo que ocurría en la Castilla de los siglos XIV y XV  en los que las guerras entre aspirantes al trono eran solventadas con el apoyo económico y militar de los caciques locales. Estos reyes sumisos y débiles  no dudaban en agasajar y premiar a los condes y obispos que los aupaban hasta tan alto cargo.

No, Venezuela no es una excepción y a día de hoy sigue sufriendo esas refriegas entre bandos rivales que suelen acabar con asonadas militares.

 

Maduro es uno más de esos imbéciles útiles, de los que se valen los poderes en la sombra (Mafiosos)  para perpetuarse en sus poltronas de riquezas y privilegios.

 

Cual camorra napolitana, cada facción conspira para derrocar a la otra. Los grandes recursos naturales de este gran país (Venezuela) la convierten en un codiciado el Dorado, donde cualquier guerra declarada o encubierta tiene razón de ser gracias a la codicia humana. Todo enmascarado bajo las banderas de democracia, revolución bolivariana, asambleas constituyentes, pueblos soberanos, etc.

No sorprende, por tanto, comprobar como los hijos de los caciques de antes son los políticos de ahora. Mafiosos al frente de partidos políticos o facciones revolucionarias o contrarevolucionarias y militares de dudosa ética y moral disoluta dispuestos a utilizar el poder del que disponen para masacrar al disidente o, simplemente al que opina.

Tampoco debe sorprendernos los actuales procesos de involución islámica que a diario vemos reflejados en las noticias. Países como Grecia, Siria, Libia, Argelia, Túnez, Palestina , Arabia Saudí, Corea del Norte, Afganistán, Irán, Irak, India, Sudafrica  y un amplísimo catálogo de países que deben su actual  crisis  económica y social a los procesos de descolonización que tuvieron  lugar a raíz de la segunda guerra mundial, que no fue más que la continuación de la primera y que acabó con los imperios coloniales de Inglaterra, Francia, Holanda, Japón, China, Rusia.

Se fueron las viejas potencias coloniales pero dejaron su legado de corrupción, analfabetismo, empobrecimiento y subyugación a los pueblos sobre los que ejercieron su imperio durante muchos años.

España y la vieja Europa en general, exportaron a los territorios colonizados,  Venezuela entre ellos, un  sistema caciquil confiscado, avalado por contadores reales y sostenido por un considerable despliegue de fuerzas militares.

Maduro es uno más de esos imbéciles útiles, de los que se valen los poderes en la sombra (Mafiosos)  para perpetuarse en sus poltronas de riquezas y privilegios.

La verdad es que esa historia es conocida, aunque hábilmente ignorada. Así nos va… 

 

*Seudónimo.

 

 

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