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Indignación en Sevilla por el segundo ‘sin techo’ muerto en 2016

Unas 30 personas se concentran frente al Consistorio para protestar por un fallecido en el albergue municipal en condiciones no aclaradas. Participa pide abrir una investigación

Guillermo Hildebrandt
Guillermo Hildebrandt

Este martes se celebró frente a la puerta del Ayuntamiento de Sevilla una concentración poco habitual. Un reducido grupo de unas 30 personas honraron la memoria de la segunda persona sin hogar muerta en lo que va de año, encontrada sin vida en el albergue municipal la mañana del pasado viernes. Durante el modesto acto, escenificado con un lápida de cartón, un par de velas y una manta extendida sobre la acera, algunos de los asistentes expusieron su visión del sinhogarismo en la ciudad, que dibuja un consistorio negligente e indiferente a la situación extrema de entre 800 y 2.000 habitantes (no hay datos oficiales). La UMIES (Unidad Municipal de Emergencias Sociales y Exclusión Social), que incluye el albergue, es gestionada por la empresa privada Grupo 5.

“Creemos que la musculatura social de un ayuntamiento se fundamenta en su atención a los más desfavorecidos. Aquí en Sevilla han externalizado los servicios para los que más lo necesitan, y no son sometidos a un control exhaustivo”, empezaba Alfonso Romera, médico de largo recorrido y uno de los fundadores de la asociación La Carpa.

Murió en la madrugada del jueves al viernes, aunque la noticia no trascendió hasta el lunes. Diversas fuentes hablan de un hombre desgastado por «media vida sin hogar».

Esta entidad, nacida hace seis meses ante lo que percibe como una situación de emergencia social –la ciudad dispone de 314 camas en invierno–, viene pidiendo la cesión de un terreno municipal para instalar una estructura efímera, “un apeadero” en el que dar cobijo a los sin techo “sin imponerles condiciones draconianas”, dar un adecuado tratamiento a los convalecientes y garantizar unas condiciones de mínimos para el colectivo, sin excluir a este de la organización.

El fallecido, que respondía al nombre de Joaquín, era de Sevilla y, a sus 45 años, no estaba empadronado, lo que no supone un caso excepcional. Murió en la madrugada del jueves al viernes, aunque la noticia no trascendió hasta el lunes. Diversas fuentes hablan de un hombre desgastado por «media vida sin hogar». Desde el Gobierno municipal, a la espera de un informe forense, aseguran que por ahora todo apunta a causas naturales. También niegan tener constancia de la que habría sido la primera muerte de 2016, de la que sin embargo habría dado noticia a Participa Sevilla el propio Grupo 5.

Concentración en Plaza Nueva, el pasado miércoles.- G.H.
Concentración en Plaza Nueva, el pasado miércoles. / G.H.

Cristina Honorato, concejala de ese partido que ha solicitado la apertura de una investigación por sendas muertes, apoya abiertamente el citado plan de instalar una carpa como medida transitoria –»nos gusta la idea de autogestión y que se ofrezcan nuevas fórmulas y modelos menos economicistas, porque se ve que este no sirve», asegura a este medio– y afirma que la cesión del terreno «se está gestionando» (las citadas fuentes del ayuntamiento lo dejan en que «están estudiando la colaboración con La Carpa». Por ahora, se han comprometido a la cesión de un edificio). La edil, en consonancia con el discurso de La Carpa, cree que «es demencial meter a 150 personas en un macrocentro como es el albergue; no se presta una atención personalizada, como debería ser dada su diversidad».

En un momento dado, Félix pierde la conciencia y sus ojos se voltean y quedan en blanco. Uno de los enfermeros que acuden minutos después dice que ya le conoce, que «le dan de vez en cuando».

“En esta ciudad muere un sin techo cada mes. ¡Basta ya!”. Lagarder Danciu gesticula enfadado. Este activista gitano y rumano del Campamento Dignidad –que busca dar visibilidad al colectivo con una acampada que lleva ya 125 días– se ha ganado tanto animadores como algunos detractores por su lenguaje y sus formas directas, a menudo ásperas. Asegura que la “lucha histórica” que protagonizan el Campamento Dignidad y la asociación La Carpa debe ganar contundencia ante el Gobierno municipal, al que acusa de incompetencia y hasta de amparar prácticas “fascistas”, lo que le gana la censura de algunos de los presentes. Danciu denuncia que muchas noches, a las 3 o las 4 de la madrugada, sus compañeros y él son despertados por agentes de la Policía Local, que simplemente les sacan de los cartones y mantas entre los que duermen para que se vayan a otra parte.

Unos minutos después del modesto acto, algunos asistentes conversan en el Campamento Dignidad, a unos metros de distancia. Félix, de nacionalidad rumana, enfermo de cáncer y con algunos años de calle a la espalda, llega con paso cansado. Se sienta en un banco. Se tumba. En un momento dado, Félix pierde la conciencia y sus ojos se voltean y quedan en blanco. Uno de los enfermeros que acuden minutos después dice que ya le conoce, que «le dan de vez en cuando». Luego, una noche más, Félix se prepara para dormir al raso.