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El odio a la música

 En España hemos asistido a un proceso de intoxicación informativa de intensidad variable desde los primeros compases del 15-M hasta hoy, resaca de las elecciones generales de diciembre de 2015 que, a mi juicio, solo tiene un precedente en nuestro país: la manipulación informativa en torno a los atentados del 11-M. Solo que esta vez, eso sí, la campaña ha sido mucho más trasversal: no solo los Arriolas, FAES y voces (disonantes) habituales de la prensa y el Tinto Party han intervenido para provocar confusión y bulla y crear cortinas de humo;  grandes hombres de Estado como Felipe González se han empeñado en destruir su propia imagen pública para salvar a España, sobre todo a partir del éxito relativo de Podemos en las elecciones europeas de 2014.
Es probable que tras la actitud de Felipe haya mucho más que una defensa a ultranza de los valores de la Transición y de sus propios logros personales y generacionales, como algunos quieren señalar.

Felipe González es un hombre de Estado y como tal parece haber dispuesto de información de primera mano, información de las agencias de ‘inteligencia’ internacionales que dejaban muy a las claras que la mayoría de la población española, sobre todo los del espectro que va desde el centro hasta la izquierda, estaba dispuesta a arriesgarse dar un giro ‘radical’ para cambiar las reglas del juego democrático y las reglas de juego económicas y laborales, que han llevado a millones de españoles al paro, a la precariedad, a la pérdida de derechos y a la ruina en nombre de la competitividad, el rescate de la banca y la internacionalización de la Marca España.

[blockquote style=»1″]¿ha tenido la oportunidad de escuchar los mensajes de los coches de megafonía del Partido Popular? Esa voz femenina tan sensual y cálida que en un tono particularmente cadencioso nos incita a votar por el PP y que muy bien podría estar invitándonos a visitar la sección de lencería de El Corte Inglés. ¿Y qué me dice de la música que acompaña al mensaje?[/blockquote]

Mientras los demás seguimos sufriendo, la corrupción sistémica les sale gratis a corruptores y corruptos y la nueva oligarquía, convertidos ahora en grandes banqueros y empresarios con su know-how, sus volatilidades y esas cosas de jerga, pero igual de aficionados a la caza, a los toros y al robo, en plena crisis eleva sus estándares de riqueza hasta el punto de poder contribuir a la expansión de la Marca España pagando los impuestos en paraísos fiscales para así poder proceder a un mayor reparto de dividendos entre sus accionistas, que, gracias al capitalismo popular tan en boga su día, somos prácticamente todos los españoles.

¿Qué español no obtiene hoy día rentas del capital superiores a su propia renta laboral? Muy pocos. Para decirlo con el grito de guerra de nuestro mejor ministro de Asuntos Exteriores de la Historia, el tal Margallo; ¡Gibraltar Español!
Pues sí, señores, algunos, desde el principio han sabido que en España se estaba dando un vuelco político y social sin precedentes que amenazaba los 40 Años de Paz de nuestra Sacrosanta Democracia Posfranquista (SDP, gracias Willy Brandt, gracias Olof Palme). De ahí las prisas por romper la pauta. Y de ahí el dinero puesto al servicio de lo peor, insisto, del periodismo. Vamos a ver si nos recuperamos económicamente, y si no hay ninguna recuperación económica se inventa, se dirían algunos. Y estos que nos lo vayan vendiendo a la par que atacan a los enemigos de la patria.
De ahí también la división y el desconcierto en los cuadros de mando del PSOE (las bases siempre se han estado dirimiendo entre cambiarse a Podemos o seguir con la tradición), divididos entre los que preferían ahogarse con el PP por el bien de España (Felipe González), agarrarse a la tabla de salvación que suponía la ‘invención’ de Ciudadanos por ATRESMEDIA y empresarios afines (Susana Díaz) o los que prefieren intentar comprobar, con las estadísticas en la mano, hasta qué punto Podemos se podría dejar domesticar dentro de los estándares europeos al uso y de paso, evitar convertirse ellos en el PASOK español (Sánchez).

[blockquote style=»1″]A esta campaña electoral diseñada por el PP a la que se le han torcido los aparejos solo a última hora con la inesperada agresividad del macho alfa Pedro Sánchez contra el alcahuete Rajoy (los hombres de estado del PSOE le habían prometido a Rajoy otra cosa) y el inadmisible hostión que le dio a Rajoy un familiar de la señora esposa del presidente [/blockquote]

A esta campaña electoral diseñada por el PP a la que se le han torcido los aparejos solo a última hora con la inesperada agresividad del macho alfa Pedro Sánchez contra el alcahuete Rajoy (los hombres de estado del PSOE le habían prometido a Rajoy otra cosa) y el inadmisible hostión que le dio a Rajoy un familiar de la señora esposa del presidente (la muerte de los policías en Kabul no ha tenido repercusión electoral) no es más que el último coletazo del último intento de engaño masivo por parte del PP. Los de la Marea Granate saben muy bien que si han hecho lo imposible para que los emigrantes no voten es porque el poder conoce muy bien sus preferencias por Podemos. Unos cientos de miles de votos menos pueden arañar unas décimas decisivas, puede otorgar la victoria simbólica que al final puede salvar a Rajoy. Una victoria de la que no estaban completamente seguros. Por eso una de las ideas fuerza de la campaña del Pp ha consistido precisamente en reiterar que sus principales rivales políticos se ‘pelean por la segunda posición’. Y les ha funcionado.
Tampoco han dejado al azar la elección de la fecha: NAVIDAD. Luces en las calles, consumo, regalos, reuniones de empresa, bienestar familiar y desgracias ajenas, limosnas… A pesar de los reiterados intentos del PP, las rentas altas y la estabilidad laboral no llega a suficiente número de personas en España como para que el famoso exabrupto de la diputada Fabra se convierta en el grito de guerra de la derecha española. ¡Arriba España, que se jodan! Pero todo se andará, el darwinismo social se expande sobremanera en periodos de bienestar. Lo único que falla es que nuestros bienestares suelen ser muy efímeros. Además, algunos votantes españoles muy de derechas no son suficientemente liberales como para regodearse en exceso de los males ajenos de sus compatriotas, eso se deja para los inmigrantes. Ya desde H.C. Andersen sabemos que nuestro confort es más placentero si tras los cristales hay una cerillera muriéndose de frío, pero es que, claro, la cerillera podría ser perfectamente, si no la niña de Rajoy, si hija de un votante del PP que se ha tenido que ir a Bélgica. Y eso como que no.
¿De verdad sigue creyendo usted que estoy fantaseando? Una pregunta: ¿ha tenido la oportunidad de escuchar los mensajes de los coches de megafonía del Partido Popular? Esa voz femenina tan sensual y cálida que en un tono particularmente cadencioso nos incita a votar por el PP y que muy bien podría estar invitándonos a visitar la sección de lencería de El Corte Inglés. ¿Y qué me dice de la música que acompaña al mensaje? ¿Se acuerda usted de cuando nuestras calles se ambientaban con aquellos coros infantiles maravillosos que cantaban los villancicos navideños tradicionales, de los villancicos rocieros (que para eso estamos en Andalucía), de ese inolvidable Manolo Escobar, etc., y cómo las grandes superficies nos han ido introduciendo, aprovechando nuestro bilingüismo, esos grandes temas navideños con Big Band detrás que acompañan con sus luminosos metales la voz del crooner de turno, sea uno del Rat Pack, el propio Sinatra mismo, o alguno de esos nuevos crooners de pacotilla? Pues esa es la música electoral que el PP ha elegido para estas fiestas navideñas de la democracia. Eso es marketing comercial puro y duro (se nota que son liberales, su partido es su empresa), y no el de Podemos, que es solo marketing político. Cuando vuelva a gobernar el PP, si lo hace alguna vez con esas mismas siglas, estoy convencido de que sus sobres tendrán la textura ideal y las papeletas olerán a vainilla. La política también es consumo y hay que poner a disposición del cliente las mejores condiciones, los medios más adecuados, el ambiente perfecto. Unas nuevas elecciones en la próxima primavera acabarían con el PP en segunda o tercera posición.
Dice Pascal Quignard en su pequeño tratado El odio a la música: ‘La música viola el cuerpo humano. Pone de pie. Los ritmos musicales fascinan los ritmos corporales. Contra la música, el oído no puede cerrarse. La música es un poder y por esto se asocia con cualquier poder. Su esencia es no ser igualitaria: vincula el oído con la obediencia.’
Pues eso. Dese por vinculado. Obedezca. Sea feliz. Puede que esté en el lado débil de las relaciones económicas y de poder, pero aun así tiene que agradecer no estar peor. Baile, déjese llevar por la musiquilla que sale de su televisor.