Contra esto y aquello
Lo sustantivo para los conservadores es estar en contra de todo, incluso perjudicando a instituciones que gobierna como oponerse a las quitas autónomicas.
La política de enfrentamiento guerracivilista del Partido Popular recuerda aquel reino con dos súbditos que peleaban todo el tiempo. Tal era el nivel del conflicto, que se volvió en un problema para el rey. Por eso, decidió intervenir en la pelea y, tomando a uno de los dos, le dijo “Pídeme lo que quieras. Pídeme lo que quieras y te lo daré. Pero, te advierto que a tu enemigo le daré el doble”. Ante eso, el hombre meditó su respuesta y contestó: “Mi señor, quítame un ojo”. Con eso, él quedaría tuerto, pero el otro quedaría completamente ciego. El Partido Popular no acaba de comprender que las tormentas ocurren en el mar y nunca en los charcos. La oposición destructiva, torticera y mendaz que impenitentemente ejerce mediante un negacionismo totalizante coadyuvado con ruidos de puñetas y apesebrados medios, no es una receta que mime la buena salud democrática. Claro que lo que importa a la derecha es el poder, tenerlo a cualquier precio, incluso a costa de la demolición moral de la vida pública. No importa el coste si se acaba con el rival político.Y eso requiere una ciudadanía confundida, incierta en sus intereses, alienada en su cotidianidad y en sus utopías frustradas.
Lo sustantivo para los conservadores es estar en contra de todo, incluso perjudicando a instituciones que gobierna como oponerse a la quita de las deudas de las comunidades autónomas. La quita que asciende a 83.252 millones de euros, equivale a aligerar de un plumazo el 26% del endeudamiento de las autonomías, que se disparó durante la crisis financiera. Esas haciendas también se ahorrarán hasta 7.000 millones de euros que debían pagar de intereses y que ahora podrán destinar a mejorar los servicios como sanidad, educación y dependencia. La autonomía más beneficiada en el reparto de esos más de 83.000 millones de euros es Andalucía, tanto en términos absolutos –son casi 18.000 millones- como relativos, con un recorte de casi la mitad de la deuda y la mayor condonación por habitante. Todo ello, resarce a las autonomías en general del apoyo insuficiente que recibieron para afrontar la crisis financiera por parte del gobierno de Mariano Rajoy, las acerca de nuevo a la posibilidad de financiarse en los mercados y les devuelve autonomía financiera. Esto supone una realidad muy alejada de las manifestaciones llenas de posverdad de Feijóo cuando afirma que esta quita es un regalo para Cataluña. Quizá algunos rechazos a la quita tengan un origen profundo, ya que dicha quita puede contrariar intereses muy concretos; en Andalucía, por ejemplo, será complicado aprovechar los beneficios financieros de la condonación para mejorar servicios como sanidad, educación y dependencia, ya que la política de Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, consiste en desmantelarlos.
Ello deriva en la tendencia a obcecarse en el ritornelo de que el gobierno de la nación no puede hacer nada bien y frustrar medidas sociales imprescindibles para una mayoría de ciudadanos. La politización de la justicia, la mendacidad como instrumento político, la desvalorización del sentido ético de la vida pública, solo conducen a un deterioro del ecosistema y la convivencia democrática con una perversa tendencia a la cronificación de los malos usos políticos. Como afirmó Antonio Gala, los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen.