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Juanma: del gris al negro

Del aparato gris del PP a presidente con poder absoluto… y ahora al borde del abismo por la sanidad y la mentira.

Juan Manuel Moreno Bonilla no nació para liderar nada. No fue un brillante académico, ni un visionario político, ni un revolucionario ideológico. Nació “cuadro de partido”. Un hombre gris, correcto, obediente, de esos que suben peldaños porque nunca molestan a nadie. Criado a la sombra de Javier Arenas en el PP de Málaga, hizo carrera a base de aparato, favores internos y oportunismo más que por carisma o ideas. Y sin embargo, ese hombre que parecía inofensivo se ha convertido en el político con más poder acumulado en Andalucía desde la Transición. Lo tuvo y lo tiene todo. Y, como suele ocurrir en política, empezó a creérselo. Hoy, la sanidad pública ha dinamitado su escenografía perfecta y lo ha devuelto a la realidad: cuando se gobierna de espaldas a la gente, la realidad siempre vuelve… y muerde.

 

DEL APARATO AL DESPACHO DE SAN TELMO

Moreno es el ejemplo perfecto del político de recorrido interno. Entró en Nuevas Generaciones del PP en los noventa y llegó a presidirla. No por brillantez, sino por alineación con el poder de Arenas. Sin estudios universitarios sólidos, fue engordando su currículum a medida que subía peldaños: cursos, diplomaturas menores, títulos de protocolo… Más decoración que formación.

Su salto al Congreso también tuvo truco. No salió elegido por Málaga. En 2000 fue colocado por Cantabria, tierra que no era la suya, para aprovechar un escaño libre. Un escaño que, por cierto, había sido de Luis Bárcenas, el hombre de los 40 millones en Suiza. Ironías del destino: el discreto Moreno se sentó donde antes se repartían sobres.

Su paso por Cantabria no dejó huella. Volvió a Andalucía, entró y salió del Senado y del Congreso según convenía al partido. Y entonces llegó su momento de lucirse… o de significarse: Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad con Ana Mato (2011-2014). Allí defendió recortes, habló de “fraudes” en la ley de dependencia y se alineó con el discurso más duro del PP. Todo esto mientras su jefa decía no haber visto el Jaguar aparcado en su garaje. Un ambiente muy edificante.

Aun así, Moreno supo mantener perfil bajo. No brillaba, pero no molestaba. Y así, poco a poco, se fue haciendo imprescindible para quienes reparten el poder en Madrid. No por talento, sino por utilidad.

 

LA PUERTA QUE ABRIÓ A VOX

En 2014 llegó la carambola definitiva de su carrera. El relevo del PP andaluz estaba cantado: José Luis Sanz, apoyado por Zoido, era el favorito. Pero en el último minuto, Soraya Sáenz de Santamaría y Jorge Moragas, desde Moncloa, decidieron otra cosa: colocar a Juanma Moreno. Las bases del PP-A, sobre todo en Sevilla, lo recibieron con rechazo. El director de ABC de Sevilla, Álvaro Ybarra, llegó a escribir que Moreno no tenía legitimidad para liderar el partido. Pero aguantó. Porque siempre aguanta.

Y entonces llegó 2018.

2 de diciembre. El PP se hunde en Andalucía: peor resultado de su historia, por debajo incluso de Antonio Hernández Mancha. Moreno fue el candidato menos votado de la derecha andaluza en democracia. Cualquier otro habría dimitido. Pero apareció el error monumental de Susana Díaz: romper con IU, adelantar elecciones, confiarse. El PSOE llegó quemado por los ERE y reventado por sus propias guerras. Irupción de Vox con 12 escaños. Y, de repente, la suma mágica: PP + Cs + Vox.

Y pasó lo que nunca había pasado en España:

– El PSOE pierde Andalucía.
– Vox entra por primera vez en una institución relevante.
– Juanma Moreno es presidente con el peor resultado de su partido.

¿Quién abrió la puerta institucional a la extrema derecha? Ni Ayuso, ni Castilla y León, ni Madrid. Fue Moreno Bonilla. En Andalucía. Enero de 2019.

Y no fue a cambio de silencio. Hubo pacto escrito de 37 puntos: inmigración, memoria histórica, familia, toros en la tele que pagamos todos, lenguaje inclusivo, religión, centros de menores, identidad. Todo eso entró en la agenda institucional por primera vez. Y Moreno lo firmó. A cambio, recibió el poder. El problema fue lo que hizo después con él.

 

PROPAGANDA, PODER ABSOLUTO… Y SILENCIO EN CANAL SUR

Una vez en el poder, Moreno entendió algo básico: si no puedes convencer con gestión, convence con imagen. Y construyó la maquinaria propagandística más potente que ha tenido nunca un gobierno andaluz. El gasto en publicidad institucional se disparó. Campañas por tierra, mar y aire. Juanma sonriendo en carreteras, hospitales, ferias, platós y hasta programas de entretenimiento nacional. Se llegó a pagar más de 40.000 euros por 45 segundos en prime time para vender “Andalucía imparable”. Y funcionó.

A eso se sumó un segundo ingrediente: el antisanchismo. Moreno se apropió del discurso moderado, pero al mismo tiempo repetía el “todo es culpa de Sánchez” como un mantra. Cada problema en Andalucía, ya fuera sequía, vivienda o sanidad, era responsabilidad de Madrid. Era perfecto: él recogía aplausos, Sánchez asumía los silbidos.

Con esa combinación, llegó el gran día: elecciones 2022. Y arrasó. Mayoría absoluta épica: 58 escaños. Ni el PSOE en sus mejores tiempos. San Telmo, diputaciones clave, grandes ayuntamientos… La derecha ocupó todos los centros de poder. Andalucía, por primera vez, sin contrapesos. Moreno se convirtió en el presidente autonómico más blindado de España.

Y cuando uno lo tiene todo, se cree invulnerable. Grave error.

Porque con tanto poder, también controló el relato. Especialmente en la RTVA (Canal Sur). Y aquí hay que decirlo sin anestesia: nunca antes Canal Sur fue tan manipulada como bajo el mandato de Moreno Bonilla.

No es una opinión: lo denuncia el propio Consejo Profesional de la RTVA.
¿El caso más escandaloso? La crisis de los cribados de cáncer.

Cuando estalló el escándalo —mujeres a las que no se les avisaba de resultados “dudosos” en mamografías, retrasos que provocaron muertes, radiólogos denunciando caos— todos los medios lo estaban contando.

Todos… menos uno. Canal Sur tardó TRES DÍAS en informar. Tres días de silencio absoluto en la televisión pública andaluza sobre el mayor escándalo sanitario de la legislatura.

El Consejo Profesional lo calificó de “censura informativa” y denunció una “intervención política sin precedentes”. Tres días pueden parecer poco. En una crisis sanitaria, tres días son una eternidad. Tres días son vidas.

Ese silencio fue la prueba definitiva: la propaganda había sustituido al periodismo. Y la tele pública, convertida en gabinete de comunicación del presidente, dejó de ser servicio público para ser su escudo.

Moreno ya no sólo gobernaba Andalucía. Gobernaba el relato. Hasta que el relato se rompió.

 

EL DERRUMBE SANITARIO Y EL REGRESO A LA REALIDAD

La sanidad andaluza llevaba años deteriorándose, pero el Gobierno lo tapaba con cifras parciales, campañas sonrientes y anuncios de inversión que no se traducían en personal ni en tiempo. Se privatizaban pruebas, se externalizaban servicios, se construía ladrillo sanitario… mientras faltaban radiólogos, anestesistas, técnicos, camas y planificación.

Pero el cáncer no entiende de propaganda. El estallido fue brutal: mujeres con mamografías dudosas sin ser avisadas, derivaciones a clínicas privadas para cubrir la falta de medios públicos, radiólogos denunciando que el sistema “no da abasto”, asociaciones preparando demandas. Y el presidente… ausente. Hasta que ya no pudo esconderse.

Moreno salió a dar la cara. Y dijo la frase que lo hunde: “Yo no sabía nada.” Y añadió que tampoco el gobierno sabía nada.

Increíble. Inaceptable. Indefendible. ¿El presidente de Andalucía, con mayoría absoluta, con toda la información a su alcance, no sabía que había mujeres esperando meses o años por una prueba de cáncer?
O miente, o no controla su gobierno. En ambos casos, pierde autoridad.

A partir de ahí, todo se aceleró: Destituyó a la consejera de Salud. Colocó a Antonio Sanz, su hombre de confianza, como cuarto responsable del área en seis años. Dijo que el problema era de gestión, no de modelo.
Y la calle empezó a gritar. Protestas, gritos, pancartas, insultos. El presidente del “Juanma, una foto”, dejó de recibir besos y empezó a escuchar reproches.
Y lo peor: ya nadie se fía de él.

Porque hay una línea que no se puede cruzar: Prometer que un tratamiento de cáncer en Andalucía empezaría en un mes… y saber ahora que hay mujeres esperando años para que siquiera les detecten el tumor.

Eso no es un fallo de gestión. Eso es traicionar a la ciudadanía.

Moreno lo sabe. Por eso ha confesado ya que ha perdido la mayoría social.
Y ha dicho algo aún más inquietante:
“Si tengo que pactar con Vox, prefiero convocar nuevas elecciones.”
¿Hasta que las gane de nuevo? ¿Hasta que cuadren los números? ¿O hasta que el desgaste lo devore?

Sea como sea, su aura de invencible se ha roto. Se le han caído los palos del sombrajo. Y el modelo sanitario de la derecha andaluza está desnudo: Más ladrillo, más privada, menos diagnóstico, menos profesionales.

Ya no es cuestión de personas en el cargo. Es cuestión del sistema que él ha creado.

EPÍLOGO: CONSEJOS (Gratis)  PARA NO HUNDIR EL TITANIC

 

  1. Deja de decir “no sabía nada”.
    Eso no te limpia, te hace parecer inútil. Si no lo sabías, mal. Si lo sabías, peor. Asume y lidera.
  2. Transparencia radical ya.
    Publica listas de espera REALES, por hospital, por prueba, por tiempo. Con luz y taquígrafos. Aunque duela. La gente respeta más al que reconoce un problema que al que lo esconde.
  3. Sanidad pública primero, de verdad.
    Menos ladrillo y más radiólogos. Menos conciertos a ciegas y más profesionales estables. La salud no se maquilla con marketing.
  4. Deja de usar Canal Sur como gabinete de prensa.
    Tres días de silencio sobre cáncer es una vergüenza histórica. Devuelve la dignidad informativa a la RTVA o se te volverá en contra para siempre.
  5. Habla claro con Vox (y contigo mismo).
    Si no vas a pactar, dilo y cúmplelo. Si vas a pactar, dilo y asúmelo. El doble juego ya no cuela.
  6. Recuerda quién te puso y quién te puede quitar.
    No fue tu brillantez. Fue el hartazgo del PSOE, la torpeza de Susana y la ola antisanchista. Hoy esa ola puede cambiar de dirección… y tú vas encima del surf.

En resumen: Presidente: si quieres acabar la legislatura sin hundirte, deja de mirarte al espejo y empieza a mirar a los ciudadanos. Porque el mayor error de un político no es equivocarse. Es creer que el pueblo es tonto. Y Andalucía, Juanma, ya te ha calado.