Sánchez, Puigdemont y Berenice
Händel, inglés nacionalizado, creó la opera Berenice, reina de Egipto, sobre un libreto de Antonio Salvi en 1707 que se estrenó en el Covent Garden en 1737.
En el Congreso, la señora Nogueras, que derrocha simpatía por arrobas, ha anunciado que, aunque nadie lo sabía, ha llegado el día y la hora y el señor del tiempo ha decidido comprobar el rendimiento de los talentos que entregó a sus criados. El señor del tiempo ha llamado a capítulo a su consejo de administración para decidir el cómo y el cuando.
Händel, inglés nacionalizado, creó la opera Berenice, reina de Egipto, sobre un libreto de Antonio Salvi en 1707 que se estrenó en el Covent Garden en 1737, basada en la vida política y amorosa de Cleopatra Berenice, hija del faraón Ptolomeo IX, ambientada en el año 81 a.C.
A lo que ahora importa, la trama política de la opera se sitúa en los conflictos de la Roma del dictador Sula y del rey del Ponto, Mitrídates, con el Egipto de Berenice en la cúspide del poder. Dos contratenores castrati dieron vida a Alessandro, noble romano, y a Demetrio, príncipe. Pienso que es una fecha, esta de otoño cercana al día de los Difuntos, para reflexionar en el enfrentamiento entre un noble y un príncipe de la política española, ya que la señora Nogueras ha dado a entender que al príncipe se le ha acabado el tiempo y el noble romano de Girona, lo va a hacer saltar por los aires tan pronto concrete el día y la hora. Hago memoria de que al conde don Alvaro de Lara, enfrentado al rey de Castilla don Fernando III, en el cerco de Castrojeriz le lanzaron un pedrusco que, en palabras de un testigo lusitano, “l he magou as tripas e morreu poco despois”.
El noble romano enfrentado al príncipe arrastra un error desde 2017, pues declaró y suspendió la independencia de la República catalana in uno acto, saliendo despúes a Flandes para no volver hasta ahora. Los estudios sociológicos más serios en Cataluña constatan la perdida de seguidores y el desconocimiento y, en casos, el vilipendio que aquellas aguas trajeron a estos lodos. La alcaldesa de Ripoll y líderes a de Aliança no se ha recatado de poner música a tal situación que alarma a los alcaldes de Junts en la C-25. Situación de debilidad política y parlamentaria que conoce bien el noble romano y mucho mejor el príncipe con el que se bate cantando. Orsino, personaje creado por Shakespeare en su “Noche de Reyes” afirma un pco aburrido y harto: “Está melodía de nuevo”.
Dirigentes que acompañaron aquel frustrado y frustrante recorrido que dejó las cosas como estaban, peor por cierto, permitiendo alzarse con el santo y la limosna a los poderes reales del Estado, pagaron con años de prisión catalana semejante recorrido, mientras el noble romano engrosaba sus cuentas con inmunidades y salarios eurodiputantes. De esto se habla poco, pero está ahí y es una metástasis no curaba con quimio, ni con rayos. Harían bien algunos personajes leer, o releer, “El rizo robado”, del poeta inglés Pope. Y mirarse tras ello en el espejo de la madrastra de Blancanieves.
El príncipe que conoce perfectamente esas y otras balizas de la navegación del noble romano, ha mareado la perdiz con conversaciones condenadas por Madrid DF que han puesto de los nervios a los señores Casado y Nunez y las señoras Gamarra, Alvarez de Toledo, Diaz, etc. Todos al unísono queriendo llegar a La Moncloa cuanto antes, aunq e tuvieran que visitar al voluntario exiliado con orden de detención.
Por muchas amenazas y zanjas abiertas que el noble romano prepare con sus devotos decididos a quemarse a lo bonzo, no deberá olvidar que los datos de las encuestas parlamentarias catalana y municipales son los que son y pueden hacer caer del caballo, camino de Damasco, al más fiero b de los perseguidores del tal príncipe, Y no podrá olvidar que el Poder Judicial tiene paciencia megalítica, y calla y espera, pero no cambia, salvo error u omisión. Girar de pronto para provocar la caída del príncipe puede suponer un elevadísimo riesgo que las amenazas verbales de la señora Noriega convertirían en estúpidos desahogos acolchados por las taquígrafas del Congreso.
El príncipe se encarna de cuando en vez en Wilkins Micarober aquel personaje de Dickens en David Coppefield, que, con desparpajo y optimismo, decía que “algo surgirá”, cada vez que no le sonreía la suerte. Así que por muy desmejorado que esté el príncipe, que lo está, y por mucho que el lelo señor Núñez afirme como si fuera Moisés bajando del Sinaí que haga lo que haga saldrá camino de la cárcel tras comparecer en el Senado, conviene recordar que esta corte de los milagros que es la prensa madrileña y quienes se sientan en los escaños del Congreso están subyugados, como Desdémona, por el relato, no fáctico sino ficticio pro domo sua, que les hacen la llamada “prensa libre y ética” con la se entiende el jefe de gabinete de doña Isabel Natividad.