¿Reconciliación o recochineo?
Como eran pocos por aquí crispando y montando pollos sin parar, ha tenido que venir a parir sus memorias, justo por estas fechas, el fugitivo de Abu Dhabi.
No entiendo a qué viene lo del libro de Juan Carlos de Borbón. Sacarlo en este mes del cincuenta aniversario de tantas cosas rechina mucho ¿A quién beneficia? ¿O habría que preguntar a quién perjudica? Como eran pocos por aquí crispando y montando pollos sin parar, ha tenido que venir a parir sus memorias, justo por estas fechas, el fugitivo de Abu Dhabi. El abuelo dicharachero que no para de coger aviones, de estar aquí cada dos por tres de médicos o de regatas, de llevar una vida de lujo y fantasía en los Emiratos y que encima tiene el cuajo de protestar porque su país al que tanto ha amado, por el que tantos esfuerzos ha hecho y tantos desvelos le ha causado no le paga una pensión. Al pobre.
Las frases que nos van entresacando de su libro escrito en francés, que esa es otra, resuenan a crónica bufa, a desahogada provocación de quien quiere volver a meter cuchara como sea ¿A qué aspira, qué es lo que quiere ahora este Borbón que, para no ser menos que sus antepasados, decidió hace cinco años poner pies en polvorosa? ¿Por qué no nos deja en paz? ¿qué saca de continuar incordiándonos?
Aquel día de agosto de 2020 en que salió huyendo de aquí sabía que eso manchaba para siempre su papel en la historia de España. Su imagen está por los suelos y el prestigio del que otrora gozó ni está ni se le espera. Así las cosas ¿quién le ha aconsejado que reaparezca justo ahora en las librerías y en la portada de “Hola”? ¿Qué rentabilidad tiene para él, o para esa institución monárquica que tanto asegura amar, hacerle reproches públicos a su hijo, verificar las malas relaciones con su nuera o no dejar tranquila a su mujer, a la que tanto ha humillado?
Para más recochineo, va y titula el libro “Reconciliación”. No me cuadra. Vamos a ver, si lo que quiere es regresar a España, como según parece ha reconocido en alguna declaración, ¿es esta la mejor manera? Aún resuena en nuestros oídos aquella frase pronunciada con aire cheli y altanero desde un coche en Sanxenxo: “¿Explicaciones de qué?” Fue la primera vez que volvió desde su espantá, cuando una periodista micrófono en mano “osó” preguntarle si pensaba dar explicaciones: ¿Explicaciones de qué? Está claro que vive en otro mundo y que se cree con derecho a todo.
La explicación más benévola que se me ocurre para entender esta “reaparición” es que no quiere morirse por ahí, que quiere hacerlo aquí y está empezando a sentar las bases para cundo llegue el momento. Digo que esta es la explicación menos maliciosa que se me ocurre porque de lo contrario habrá que pensar que está tramando algo. Solo o en compañía de otros. Que en el libro ponga a parir al Gobierno de Pedro Sánchez, como nos cuentan quienes ya lo han leído, igual es una pista. Para volver necesita en el poder a los suyos y claro, son tan inútiles, están tardando tanto, que uno se impacienta.
No hay manera, la caverna ataca por todos los frentes, con los árbitros a favor pitando penalties cada dos por tres y ni así hay modo de ganar el partido. Se están empezando a desesperar. Y claro, este emérito augusto, que de verdad se ha debido creer que solo gracias a él hay libertad y democracia en este país, igual ha pensado que lo que no consiguen jueces, periodistas ni demás estamentos volcados contra Pedro Sánchez lo va a tener que arreglar él. Como hace cincuenta años, porque esa es su perspectiva, o como aquel misterioso 23F en que salió inexplicablemente a hombros tras una histórica jugada plagada aún de todo tipo de interrogantes.
El abuelo Borbón en modo incordio a estas alturas es una prueba palpable más de que aquella «transición» tan bien ponderada por algunos fue un fracaso en toda regla. Aquí siguen los vestigios de la dictadura, con la monarquía a la cabeza; ahí sigue este jubilado de oro (sin pensión, eso sí) reivindicando ufano en su libro la figura de su padrino Francisco Franco. Reconciliación, dice. Ni a la hora de elegir el título ha dejado pasar la oportunidad de tomarnos el pelo.