The news is by your side.

Juventud divino tesoro

Benito Fdez 2
Benito Fernández

El pasado lunes asistí a la presentación de una macroencuesta realizada por GAD3 para Educa 2020 y la Fundación AXA entre nueve mil estudiantes universitarios y de Formación Profesional de toda España que respondían a la pregunta genérica de “…Y después de la Universidad, ¿qué?”, es decir que se trataba de averiguar cuáles son las aspiraciones de los jóvenes españoles una vez acabada su carrera. Los datos más significativos de esta encuesta es que, como es natural, la mayoría de los estudiantes sigue apostando por trabajos seguros ya que, tal y como está el patio del empleo, es esa seguridad de la que actualmente carecen la que prima en sus expectativas. Pese a todo resulta curioso comprobar que uno de cada tres encuestados no opta por acceder a un puesto de funcionario en cualquiera de las administraciones públicas como ocurría hace tan solo una década, sino que apuesta por crear su propia empresa aunque reconocen que la traba más difícil para llevar a la realidad este sueño de emprendimiento es la falta de financiación.

La razón evidente de ese desánimo con el funcionariado es la falta de convocatorias de los organismos pùblicos que mantienen congeladas sus plantillas o en franco retroceso desde que comenzó la crisis en 2007 y el recorte de sueldos que las administraciones públicas ha llevado a cabo con la mayoría de sus empleados. Los jóvenes actuales quieren un trabajo seguro pero ese no es ya el que da una oposición que nadie convoca desde hace más de un lustro. Ante ese riesgo prefieren autoemplearse creando su propia empresa y siendo ellos mismos su propios jefes.

El sondeo tiene muchos matices y conviene estudiarlo detenidamente por autonomías para darse cuenta de cuáles son las aspiraciones de nuestros jóvenes andaluces. Resulta que el acto de presentación, celebrado en la Fundación Cruzcampo, estuvo presidido por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, por el alcalde de Sevilla, Juan Espadas y por el presidente de la CEA, Javier González de Lara, tres personas que tendrían mucho que aportar en las posibles soluciones de los problemas que plantea la encuesta y que, sin embargo, solo tienen buenas intenciones, bonitas palabras y escasos hechos para ofrecérselos a los jòvenes.

Como suele ser habitual en estos casos, Susana, a modo de César andaluz, llegó, vio y venció. Encandiló al personal con su simpático gracejo, soltó algún chiste, pintó una Andalucía ideal de la muerte, prometió seguir trabajando duro para lograr un mejor futuro para los jóvenes andaluces, dijo algunas obviedades sobre la inutilidad de los políticos para llegar a acuerdos de gobernabilidad y se despidió marchándose deprisa y corriendo rodeada de la cohorte de cogecosas que suele acompañarla a cualquier acto público. Y es que el horno, con la convocatoria de nuevas elecciones a la vuelta de la esquina, no estaba como para perder el tiempo entre cervecitas y soportando críticas a su enemigo íntimo, Pedro Sánchez.

Viene todo esto a cuento por la alta valoración que la presidenta andaluza tiene entre los foráneos. Me explico. En un almuerzo celebrado a mediodía en un céntrico restaurante sevillano para presentar la encuesta a los medios de comunicación, la mitad de la treintena de comensales eran personas llegadas de la capital de España, entre ellos algunos conocidos periodistas que suelen ser habituales en tertulias televisivas y radiofónicas. La opinión era unánime, Susana Díaz será la futura líder del PSOE y, a medio plazo, la presidenta del Gobierno de la nación. Si ese era el sentir de los foráneos, los que vivimos en la capital de Andalucía también estábamos de acuerdo en una cosa: Susana es un bluf, una vendehumo que ha sabido aprovechar la falta de liderazgo de Pedro Sánchez para proyectar una falsa imagen que ha calado en los mentideros políticos madrileños.

Y que conste que entre los sevillanos presentes había también algún político socialista de la vieja escuela, concretamente del clan de la tortilla, que compartía estas tesis y entonaba el mea culpa al reconocer que su partido no había sido capaz de crear esa “Andalucía soñada” en la que pensaba Rafael Escuredo. La conclusión también era obvia. “Benito, me decía, no se puede estar gobernando tantos años seguidos sin que nadie te controle. El poder corrompe y nuestro poder casi absoluto nos ha corrompido absolutamente. De ahí los EREs y todos los casos que han surgido en Andalucía. Y no se puede esgrimir el y tú más porque primero hay que limpiar la mierda de casa para poder criticar al vecino. Y, hay que reconocerlo, eso aquí no lo ha hecho ni Rafael, ni Pepote, ni Manolo ni Pepe ni Susana. Yo, finalizaba, estoy verdaderamente asqueada”. Tan asqueado, añadiría yo, como la mayoría de los jóvenes que han participado en la encuesta.