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Al Sur del Paraíso, de Jim Thompson

A Thompson no existen reparos en considerarlo el novelista norteamericano que más avanzó en la dimensión de la novela policíaca.

 

Me apasiona, como escudo de defensa la sugerencia de la lectura de Jim Thompson por ser un arma válida contra el aburrimiento político por entregas y medios de comunicación a sueldo de quienes mejor pagan.

 

Viene al pelo mostrar paralelismos a esta esta crónica dedicada a Al Sur del Paraíso, una de las novelas de Jim Thompson más importante y estremecedoras de los veintinueve títulos creados entre los años 1940 y 1970. De aquí que le acompañe el recuerdo de los años sesenta con Luther King, Atlanta, Georgia, 15 de enero de 1929 – Memphis, Tennessee, 4 de abril de 1968) asesinado por los racistas blancos de Norteamérica. Flujos de capítulos históricos de la pavorosa actualidad hirviente de esa América. Síndrome que no se puede dejar atrás. Imposible su olvido a ese Presidente de los Estados unidos de América con ultraconservadoras ideas y actitudes racistas y fascistas del colérico Donald Trump frente a una sociedad levantada en multitudes frente a la xenofobia. Capítulos de la historia de este variante país. Visto y sentido con Al sur del Paraíso, epopeya de los años veinte por uno de los más grandes novelistas norteamericanos. Perseguido por sus ideas políticas, económicamente fracasado, Thompson muere en California en 1977, cuando apenas se estaba iniciando el movimiento europeo para confirmarlo como el gran escritor americano que introdujo el mundo social, para reconocimiento en el género de la narrativa policíaca de aventura y crítica como elemento clave de un maestro de Etiqueta Negra

 

Transcurre la historia en la década de 1920 en el peor lugar en que se podía estar. La parte de Texas, que algunos llaman «South of Heaven». Y lo peor que se podía hacer era trabajar en el gasoducto como la última parada para los hombres desesperados. El trabajo es agotador, la paga miserable, y las mujeres son escasas, cuando Tommy, nuestro inquieto y atrevido personaje, se adentra entra al  sur del paraíso, se encuentra que la única salida es la muerte. En la historia que nos narra se refleja el estallido de clamores que en el lejano Oeste de Texas se iba a iniciar con la construcción del gran oleoducto de todos los tiempos.

 

Me apasiona, como escudo de defensa la sugerencia de la lectura de Jim Thompson por ser un arma válida contra el aburrimiento político por entregas y medios de comunicación a sueldo de quienes mejor pagan. A los “Sí bwana”. La lectura comprometida con la sociedad de su tiempo, cuyo sistema de la explotación del hombre por los hombres resulta ser el triste pan de cada día. Fructífera razón para volver a la lectura de esta obra de Ediciones Júcar, publicada en 1987, con traducción de Beatriz Pottecher. Cruda, dura, realista y gran novela de Jim Thompson, en la que se refleja la frialdad, el cálculo cruel del poder en Norteamérica. Un dibujo descarnado y protagonista del imperio del capitalismo salvaje. . No resulta extraño reconocer como algunas de sus páginas tengan el mejor sabor de las de Steinbeck en Las uvas de la ira.

 

Jimn Thompson nació en Oklahoma en 1906 y no existen reparos en considerarlo el novelista norteamericano que más avanzó en la dimensión de la novela policíaca en el reflejo de la sociedad americana de entre 1920 y1970. Posguerra, la depresión, el desarrollo de los cuarenta, la guerra fría y la caza de brujas de los años 60. Vivió una vida errante y vagabunda que lo lleva a desempañar los más variados oficios. Su vida creadora le permitió escribir veintinueve novelas policíacas. Además de guiones de cine y televisión. Pobre y perseguido por sus ideas, en aquellos años de persecución policial, muere 1977 cuando en Europa le dedicaba honores literarios.

 

Y termino esta crónica con la complaciente muestra de que la novela negra vive actualmente sus mejores momento. La que más se viene leyendo, desafiando a la terrorífica pandemia que padecemos y que tanto perjudica al mundo del libro. Sin embargo el lector medio ha superado la amenaza y ha encontrado en el género negro un modo de no aburrirse en esta clausura a la que vivimos sometidos. Y un servidor crítico literario, modestia aparte, se siente satisfecho de dedicar estas semanas y meses a despertar el interés de las obras que vengo comentado que son bien recibidas. Lo cual agradezco.