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El año que me dio el tío del tambor

De momento vamos a cumplir un año con los dos bichos que nos han amargado el 2020, y no me refiero a  las dos cepas del Covid 19 (que tambien).

 Ante todo perdir perdón a mis escasos pero fieles lectores por mi larga ausencia de esta página. Ha sido un mes sabático en el que me he dedicado a reflexionar sobre la levedad de la vida y en tiempos del covid y de la mierda de dirigentes que nos gobiernan. No me ha ocurrido nada grave (y toco madera) sino que estaba bastante hastiado tanto de la puta pandemia como de la puta política que nos ha tocado sufrir. Ni una ni otra merecían que yo me calentara la cabeza y se la calentara a ustedes. Dice el refrán que año nuevo vida nueva y sólo espero que este 2021 nos traiga menos desgracias que el maldito bisiesto aunque los primeros augurios, repunte de la llamada tercera ola del coronavirus, subidas de la luz, el gas, el combustibley los precios de bastantes servicios básicos, el aumento disparado del paro, el cierre de negocios en quiebra y la nevada histórica de Filomena, que ha dejado paralizado a medio país, no anuncian que este año vaya a ser mucho mejor que el anterior aunque la esperanza es lo último que se pierde y yo estoy dispuesto a mantenerla viva mientras pueda. Solo así pasaremos cuanto antes este puñetero año que me dio el tío del támbor.

 

De momento vamos a cumplir un año con los dos bichos que nos han amargado el 2020, y no me refiero a  las dos cepas del Covid 19 (que tambien) sino al aniverario del gobierno del duo de Pedro y Pablo que se me antoja tan malo o peor que el virus. Porque contra el bicho ya hay vacuna, pero conra los otros ni la hay ni se la espera que al menos tres años. Y tres años aguantando las payasadas de los del socialpedrismo y de los de Podemos junto con las que nos reserven en un futuro próximo los catalanes y los de Bildu puede acabar hundiendo lo poco que queda ya de la España que supero la dictadura. Entre el virus, que se ha cepillado a media generación de la transición, y éstos, que están dispuestos a acabar con la otra media, la España que quede en el 2025 no la va a reconocer ni, como decía Alfonso Guerra en 1982, ni la madre que la parió. Porque, seamos sinceros, la oposición del PP, de Ciudadanos y de Vox, tiene poco que hacer ante un régimen dedicado exclusivamente a recortar libertades, cercenar la democracia y controlar al personal a través de los medios de comunicación y las redes sociales. En un par de años, si Europa no lo impide, éste país todavía llamado España puede convertirse en un remedo de la Venezuela de Maduro. la China de Xi Jinping o los Estados Unidos de Trump, en manipulación social me refiero, claro, no en desarrollo, que ojalá nuestra economía estuviese cerca de USA o China y no a años luz. Con estos mimbres, y la tupida tela de araña que están creando, nos queda “gobierno progresista” para rato. A Pedro y Pablo no lo echan de la Moncloa ni con aceite hirviendo. El colchón que se compró la señora de Sánchez el año pasado por estas fechas le va a durar más que las pilas del conejito. Al tiempo.

 

Y en esas estamos. Comenzando el 2021 igual o peor que acabamos el 2020, Y con síntomas inequívocos que vamos por el mismo camino. Confío que en un par de meses acabemos con el puto virus y podamos volver a la antigua normalidad del abrazo que tanto echamos de menos. Aunque sea con mascarilla espero que el próximo verano volveremos a las terrazas a compartir cerveza y caracoles. Eso es lo que echamos de menos y poder movernos con libertad por dentro y fuera de Andalucía sin tener que estar pendientes del parte médico. Ojalá y pronto superemosla puta pandemia que nos a devuelto a los peores tiempos del ostracismo medieval. Es mi deseo para este año y creo que el de todos. Y espero que se cumpla.

 

P.D.- Si mi anterior artículo lo finalizaba con una necrológica a un amigo, Luis, que se llevó la pandemia, éste lo acabo con otra. A otro amigo que nos ha dejado hace poco, Felipe Melgarejo. A Felipe le definen solo dos palabras, genio y figura. Sevillista, macareno, arenista, empresario de la noche sevillana, político de raza. Amigo de sus amigos, generoso, buen conversador, fiel a sus principios y a sus convicciones, jamás dejó a nadie en la estacada por muchas puñaladas traperas que recibiera. Todos lo echaremos de menos en la tertulia de la que me honro en pertenecer, Ägora Hispalensis, de la que formò parte y de la que era, junto con José María Ferre, uno de sus socios fundadores. Adios. Felipe. Fúmate un puro con la Señora y no te olvides nunca de que aquí abajo, en tu Sevilla, te quedan muchos amigos que nunca, nunca, te perdonaremos que nos dejaras colgados tan pronto.