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El black friday socialista: España a precio de saldo

No sé si es una fake news, pero se dice en las redes que lo del “blackfraidei” viene de la época de la venta de esclavos negros en Estados Unidos.

 

No sé ustedes, pero lo que es yo, estoy del dichoso black friday hasta la mismísima coronilla. ¡Qué coñazo, vive Dios! La invasión consumista yanqui lo invade todo durante todo el año, pero especialmente desde noviembre a enero. El dólar es el dólar. Primero, los horteras del “jalogüin” con sus calabazas, sus mostruitos peliculeros y su truco o trato; ahora, con las rebajas de enero adelantadas dos meses por el invento del “blacfraidei”, y dentro de unos días, con Papá Nöel y compañia que han arrinconado las clásicas tradiciones españolas del Don Juan, los belenes, los villancicos y los Reyes Magos a algo destinado a desaparecer en buena parte de nuestro país.

 

No sé si es una fake news, pero se dice en las redes que lo del “blackfraidei” viene de la época de la venta de esclavos negros en Estados Unidos, de ahí lo del “black”. Los viernes, los esclavistas hacían una rebaja a los compradores antes de que les llegara una nueva mercancía procedente de África que ofertar a la clientela. El comercio de esclavos, sin desaparecer del todo dado los sueldos que se le pagan a la mayoría de los jóvenes, ha sido ampliado a otras mercancías de lo más diverso para solaz de la sociedad de consumo. Si lo del “viernes negro” lo hubiésemos inventado los españoles, estaríamos crucificados en todos los foros sociales declarándolo fiesta racista y nazi. Aquí, no, aquí estamos encantados de conocernos asimilando americanadas horteras, desde la hamburguesa a los perritos calientes que han sustituído a la paella o el gazpacho en el apetito de nuestros jóvenes. Y después nos quejaremos que España y el español pintan cada ves menos en el mundo. Desde luego. Si ya ni nos molestamos en traducir a los invasores…del idioma.

 

Pero vayamos a lo mollar. Las rebajas del viernes negro no sólo parecen haber afectado al comercio, sino a amplios sectores de nuestra sociedad, es lo que tiene la red de redes, desde la Justicia que hace considerables descuentos a la condena de asesinos como el de los tirantes, Rodrigo Lanza, rebajando la petición del fiscal de 25 años a sólo cinco (eso son rebajas y no las del Corteinglés) por donsiderar que no se ensañó con la víctima al no descuartizarlo in situ, a la de las negociaciones políticas para sacar al país de atasco en el que nos ha vuelto a meter, por tercera vez en menos de dos años, el inefable Sánchez. Aunque parte de los socialistas (sobre todo de aquellos que aún conservan las raices del partido que fundara Pablo Iglesias “el bueno”) han puesto el grito en el cielo por el acuerdo de gobierno Sánchez-Iglesias, lo cierto es que las bases que apoyaron en su día a Pedro contra Susana, siguen radicalizándose y apuestan por eso que ellos y los de la Secta llaman el “pacto progresista” que no es sino un retroceso, una vuelta atrás a la peor España de los años treinta del pasado siglo que acabó con la sangrienta guerra civil. Y, puestos a elegir, prefiero el conservadurismo de Trump o Johnson al progresismo de Maduro o Díaz-Canel.

 

Lo cierto es que el PSOE ha cambiado (para mal) de la mano de Pedro Sánchez renunciando a la defensa del Estado y se está convirtiendo en un partido tan personalista como el bolivarismo de Chavez. Debería cambiar sus siglas. Más que Partido Socialista Obrero Español, debería llamarse Partido Sanchista Oportunista Plurinacional. Y, atendiendo a lo de las oportunidades y a las ofertas de otoño/invierno, han puesto en venta a España a precio de verdadero saldo. Sánchez no sólo va a pactar con Podemos. Si le dejan va a meter en la Moncloa a regionalistas gallegos, canarios y aragoneses, a nacionalistas catalanes y vascos y, lo que clama al cielo, a Bildu, los representantes de la ETA que asesinó a sangre fría a “compañeros” como Enrique Casas, Fernando Múgica, Fernando Buesa, Juan María Jaúregui, Ernest Lluch, Joseba Pagazaurtundua o Tomás y Valiente, A eso se le llama por lo clásico “verderse por un plato de lentejas”, al estilo sanchista es venderse por el colchón de la Moncloa. Vamos, un batiburrillo de prendas amontonadas como si el futuro Gobierno estuviese plantado no en la Moncloa, sino en el Rastro o en cualquier mercadillo.

 

Con estos mimbres, no acabo de entender la perra que se han cogido con lo de anatemizar a Vox poniendo, como dicen ellos “cordones sanitarios” contra la ultraderecha. Lejos de mí afirmar que Vox sea lo mejor, pero sí se puede afirmar que Bildu, Podemos, ERC y los del Puigdemont, son, al menos, tan dañinos o más que el partido de Santiago Abascal. Además, hemos de tener en cuenta que, ellos, que tanto denigran a Vox, son los únicos culpables, junto con la tibieza de Rajoy, de haber dado alas a un partido que aborde los problemas que buena parte de los ciudadanos debatía en las tertulias y las discusiones famliares. La defensa de la unidad de España, el respeto a las insitutuciones y sus símbolos, el acatamiento de la Constitución y de las leyes, el despilfarro de los políticos y del sistema autonómico, la inmigración ilegal…Todo ello forma parte del día a día de los españoles que, con nuestros impuestos, sostenemos el sistema. Estoy seguro que Vox no tiene la solución, pero lo estoy aún más, que el pacto que Sánchez pueda alcanzar para mantenerse en el poder, va a ser, sin ningún género de dudas, bastante más perjudicial para la gran mayoría de los españoles. O sí no, al tiempo. Y que ustedes lo compren bien en el “viernes negro”.