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El ‘Tinto Party’ (I)

Carmen Caffarel fue sin duda una magnífica directora general de RTVE. Posiblemente la mejor, y más si tenemos en cuenta el reto que suponía heredar un Ente público, ahora Corporación de Radio y Televisión, con prácticamente todos sus trabajadores en pie de guerra tras la actuación estelar de los liquidadores de la Sepi y los no menos liquidadores aznarianos Cabanillas, González Ferrari, primero director de informativos y luego director general del ente, el sectario periodista navarro Alfredo Urdaci, más conocido como ce-ce-o-o, y otros.

Valga de ejemplo titular y subtítulos de un artículo de El Mundo con fecha 13/07/2006: “La Sepi, RTVE y todos los sindicatos alcanzan un ‘acuerdo histórico’ para la reestructuración del Ente. El pacto dibuja una Corporación de 6.400 empleados. 4.150 trabajadores dejarán el Ente con un sistema de prejubilaciones. Se realizarán más de mil nuevos contratos para ‘rejuvenecer la plantilla’. 450 contratados se convertirán en fijos.”
Como diría el chistoso: ‘una de cal y otra de Arenas’.

Por un lado, Caffarel intentó hacer viable el proyecto RTVE racionalizando el gasto para reducir la deuda, aunque garantizando los derechos económicos adquiridos por los trabajadores a prejubilar, por otro, 4.000 trabajadores de más de 50 años tuvieron que dejar forzosamente su trabajo, entre ellos, mire usted qué casualidad, toda una generación de periodistas con amplia experiencia que fueron testigos privilegiados de los estertores del franquismo, el posfranquismo y los tejemanejes de la Transición. A cambio, eso sí, se prometía ‘rejuvenecer la plantilla’.

En un sistema de alternancia política en el que jamás se ha llegado a un acuerdo de Estado en asuntos que de verdad afectan a los intereses de los ciudadanos (y la calidad de los medios de comunicación públicos y su mera existencia nos afecta, y mucho), los liberaldestroyers tienen todas las de ganar. Si un medio público tiene que caer, antes o después, de una manera o de otra, cae. Por la vía RTVE, por la vía RTVV o por la vía que sea: antes muerta que de otro.

No olvidemos que las dos principales ideas fuerza de la aznaridad (aliada natural del magnate de la comunicación Murdoch y del Tinto Party, versión nacional algo caricaturesca del Tea Party norteamericano) relacionadas con la comunicación fueron la aniquilación de los medios públicos problemáticos, caso de RTVE, el aprovechamiento intensivo de los medios públicos afines y domesticados, el control vía dinero público de los medios locales y provinciales y la destrucción por todos los medios del grupo periodístico que garantizaba de alguna manera una mayoría progresista (a ojos de Aznar sin ninguna duda antinatura): Prisa.

Como decíamos, nunca un grupo de comunicación (Prisa) y un partido (Psoe) fueron tan de la mano; el declive del grupo mediático ha coincidido cronológicamente con el declive del Psoe, de tal manera que es muy posible que, entretanto, se haya producido un gran corrimiento de la sociedad española hacia la derecha, algo que a nadie interesa airear, antes bien, se pretende ocultar

De ahí aquellas guerras de los descodificadores y del fútbol y algunas otras batallas soterradas que, al margen de la pésima gestión empresarial riesgoespeculativa de la compañía, han convertido a la otrora todopoderosa Prisa filipinopolancocebrianesca en un convaleciente más en manos de la banca y los fondos buitre, valga la redundancia, convalecencia que en parte también se ha debido a la aparición de una miríada de medios digitales a izquierda y a derecha de Roures (Mediapro, Público, La Sexta) y a su desaparición, transformación, venta o anclaje y resistencia final en internet, algunos de ellos convertidos en referentes de periodismo de calidad para mucha gente, no creo que haga falta citar nombres. Internet es, pues, a día de hoy, lo único que está garantizando, de momento, cierta libertad de prensa en la España de comienzos del siglo XXI. Aunque no conviene confiarse, están en ello.

Como decíamos, nunca un grupo de comunicación (Prisa) y un partido (Psoe) fueron tan de la mano; el declive del grupo mediático ha coincidido cronológicamente con el declive del Psoe, de tal manera que es muy posible que, entretanto, se haya producido un gran corrimiento de la sociedad española hacia la derecha, algo que a nadie interesa airear, antes bien, se pretende ocultar con la irrupción de Podemos y la supuesta radicalización política de una pequeña parte de los más jóvenes. Huelga decir que la reestructuración de Prisa ha supuesto, y a eso íbamos, la eliminación de buena parte de lo mejorcico de los periodistas de El País por mor del rejuvenecimiento del medio. Juventud divino tesoro. Testigos de los tejemanejes de nuestra modélica Transición que sepan atar cabos no queremos ninguno. ¡Que no queremos!

Entre la reestructuración y la penúltima reestructuración de El País, affaire New York Times/Miguel Angel Aguilar incluido, a diferente escala y por diferentes motivos, se ha producido en otros muchos medios un sistemático aniquilamiento de toda una generación de periodistas bragados en la larga Transición que, parafraseando un título de nuestro Manuel Chaves Nogales, ‘estuvieron allí’, saben demasiado y cometieron el error de querer mantener intacta su dignidad profesional en un periodo en que el dinero público ha estado engrasando de continuo la maquinaria de los principales medios y de los partidos a cambio de dejar marcar, si no directamente la línea editorial, sí las líneas rojas, principalmente en todo lo relacionado con la corrupción, hasta el punto que determinados políticos locales, regionales y nacionales, han tenido en su mano decidir sobre el futuro laboral de muchos periodistas.