The news is by your side.

Encuentros en la vigésima fase

Y en esas estamos. Ahora con el galimatías, otro más, de las fases de “desescalada”

 

Spielberg no se imaginaba ni de lejos que su famosa película sobre la visita de los extraterrestres se iba a convertir en todo un referente para el Gobierno de Pedro Sánchez en sus largas y vacías alocuciones televisivas semanales. No hay cosa que más le guste a este impresentable y a sus muchachos que anunciar futuribles que casi nunca se cumplen y engañar al personal con hechos falsos facilmente comprobables (los millones de test que llevan anunciando desde hace más de un mes y que nadie sabe a quiénes se les han hecho, los millones de mascarillas inservibles compradas a amiguetes o al saldo de los chinos, las inexistentes protecciones a sanitarios y fuerzas de seguridad que ha provocado miles de contagios,…) todo es un cuento, un cuento de terror de Kafka en el que han muerto ya treinta mil personas que ni tan siquiera han podido ser despedidas por sus familiares. Ahora, cuando parece que la pandemia nos da un respiro y comienza a remitir, Sánchez, en otra de sus geniales ocurrencias sabatinas, propone un plan de “desescalada” de la prisión incondicional a la que nos tiene sometidos a millones de españoles durante dos meses y nos “concede” una especie de “libertad vigilada” en la que continuamos confinados so pena de sanciones económicas y, en el peor caso de desobediencia, con la cárcel, pasándose por el forro los derechos que recoge nuestra Constitución. Ni Franco en sus tiempos más duros había abusado tanto de su poder.

 

Y eso que el último Ejecutivo de los Picapiedra, Sanchez e Iglesias, sólo lleva algo más de cien días en el poder. Aunque parezca que tomó posesión hace mucho tiempo, no es así. Prometieron sus cargos el 14 de enero de este mismo año. Y dos meses después, el 14 de marzo, con la excusa de la pandemia del Covid 19, Sánchez aprobaba el estado de alerta confinando a todos los españoles en sus casas para evitar una propagación que, pese a ello, se ha extendido como una manche de aceite por todo el territorio nacional al no haberse tomado a tiempo las medidas necesarias y permitir concentraciones masivas (decenas de manifestaciones del 8 M, partidos de fútbol, mítines, saraos y ferias) pese a las numerosas advertencias que la OMS había reiterado al Gobierno del peligro que ello suponía. Bueno pues en algo más de cien días, el denominado “gobierno del progreso” no sólo ha conseguido cargarse a decenas de miles de aquellos españoles que consiguieron levantar este país y cuyas pensiones estaban siendo insostenibles para papá Estado, sino que ha destrozado la posibilidad de que España liderara económicamente a Europa. Es verdad que han tenido la inestimable ayuda del bichito chino, pero, a estas alturas, uno duda que no fueran éstas sus últimas intenciones (la del intervencionismo social y económico propio de las dictaduras marxistas), al menos, por la parte que le corresponde al sector podemista del Gobierno.

 

Coincido con un amigo que defiende que los españoles somos el pueblo más sumiso de Europa. Aquí casi nunca se le ha plantado cara a los invasores, ya sean estos cartaginenes, romanos, godos, árabes, ingleses o franceses. Con alguna excepción que no hace sino confirmar la regla general, los españoles nos hemos adaptado a las circunstancias sin apenas plantar batalla. Somos conformistas por naturaleza. Tanto es así que adoptamos una frase, la de “¡Vivan las caenas!”, cuando algunos trataron de cambiar el régimen absolutista por uno de corte liberal. Por ello no me extraña nada que sigamos las indicaciones de este nefasto Ejecutivo que nos gobierna y, fieles a las indicaciones de las televisiones y los medios de comunicación de la cuerda, sigamos saliendo todas las tardes a aplaudir a los balcones a un personal, el sanitario, que continúa marginado por las administraciones. Si en lugar del aplauso, nos plantáramos ante la Moncloa, ante San Telmo, ante el Ayuntamiento o ante las Cortes para exigirles que dotaran a nuestro sistema sanitario de los medios imprescndibles para luchar contra la pandemia, otro gallo nos cantaría. Es muy fácil salir en la tele prometiendo batas, mascarillas y test que todos sabemos ya que no van a llegar a tiempo por la ineptitud del Gobierno. Y mientras tanto, siguen los contagios de los sanitarios y las muertes de nuestros mayores sin que se les caiga la cara de vergüenza a quienes continuan cobrando sus sueldos y sus dietas como si no hubiese pasado nada. Y sí ha pasado. Han pasado ya nada más y nada menos que casi treinta mil muertos por delante de la Moncloa y del Palacio de las Cortes.

 

Y en esas estamos. Ahora con el galimatías, otro más, de las fases de “desescalada” que, además de incomprensible, es ideal para acabar de darle la puntilla en menos de un mes a la ya condenada a muerte economía española. No me extrañaría que, de seguir esto al ritmo que llevamos desde el 14 de enero, en otoño vuelvan las cartillas de racionamiento, eso sí en forma de ayudas gubernamentales para contentar al personal. Volviendo al inicio de este artículo en el que hablaba de la mítica película de Spielberg, “Encuentros en la tercera fase”, me viene a la memoria la melodía que John Williams se inventó para poder comunicarse con los extraterrestres, eran cinco notas, “re-mi-do-do-sol”, un saludo que servía para que dos civilizaciones extrañas pudieran iniciar el entendimiento. Yo creo que los españoles deberíamos de inventarnos alguna forma de que el actual Gobierno del progreso entendiese cuál es la trágica situación en la que está el país. Y siendo fiel al concepto del sistema democrático que nos hemos concedido, no parece haber otra que nuestro voto masivo en las urnas. Bueno sí, hay otras, pero esas mejor olvidarlas, que ya bastante tenemos con lo que tenemos y con lo que nos queda por delante. ¡Que ustedes lo paseén bien y nos veremos en la barra de cualquier bar cuando alcancemos, dentro de un par de años cuando hayan conseguido la buscada vacuna, la vigésima fase de la “desescalada” sanchista. Mientras tanto, cuidense.