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Hay más tontos que botellines

A Trudeau le ha faltado tiempo para pedir perdón por su “delito”.

 Menos mal que no se me ha ocurrido nunca meterme en política, que me he conformado con ser periodista y jamás he prestado oídos a los cantos de sirena que algunos me enviaron para entrar a formar parte de esa caterva de seres que han hecho de la política su forma de vida. Reconozco que hubiese sido más cómodo, seguro y, sobre todo, bastante menor pagado, pero, en el fondo, me dan pena todos aquellos que que han dedicado su vida a lo que ellos llaman la cosa pública y que, en la mayoría de los casos, no es sino un seguro de vida cuyo contrato es unicamente el carnet del partido. Pese a todo, en el fondo, todos ellos me dan pena. Siempre están en el filo de la navaja esperando que alguien saque algún trapo sucio que dé al traste con su carrera.

 

Y es que visto lo visto con esta moda de la corrección, de lo políticamente correcto, los miembros y miembras de la clase política deberán estar con las carnes abiertas. Todos, desde el presidente del Gobierno en funciones hasta el alcalde del más pequeño pueblo, tienen que estar escudriñando en sus archivos para ver las fotos de su niñez no sea que alguna pueda dañar su imagen pública. Concretamente lo digo por lo que le ha pasado al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, al que, en plena campaña electoral, la revista Time le ha publicado una fotografía de hace casi veinte años en el que aparece disfrazado de Aladino. Ustedes dirán, ¿y qué?¿tan malo es acudir a una fiesta de disfraces?¿o es que Trudeau vendió ilegamente la lámpara maravillosa? Pues no. Lo malo es que se ha disfrazado de moro (sí, de moro, como decimos por aquí) y además se ha pintado de color…negro. Y está visto que en Canadá, como en España y en casi todos los paises occidentales, hay más tontos que botellines y ha faltado tiempo para que le hayan acusado de racista y xenófobo. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol de la tontería progresista institucionalizada que impera en nuestra sociedad actual. Lo peor, sin duda alguna, es la reacción del protagonista de esta tontería. A Trudeau le ha faltado tiempo para pedir perdón por su “delito”. Si tontos son los que le han acusado, muchísimo más es el impresentable primer ministro canadiense por avergonzarse de una gilipollez como ésta. Hombre, hay que reconocer que Trudeau no es la primera vez que hace tonterías de este jaez y que sus meteduras de pata son bastante comunes en su carrera política, pèro ésta ya clama al cielo.

 

Imagínense por un momento que esta idiotez hubiese ocurrido en España, y más concretamente en Sevilla. ¿Cuántos políticos en activo han salido, por ejemplo, en la Cabalgata de los Reyes Magos vestidos de beduinos? ¿O cuántos se han disfrazado en los Carnavales de Cádiz de moros, negros, indios o esquimales? Ya veo a toda la Corporación Municipal y al Gobierno andaluz encargando a sus asesores y a sus familias que escarben en los cajones de la cómoda para destruir cualquier imagen que pueda ser utilizada en su contra. No me extrañaría que alguno de ellos llamase urgéntemente a su señora y le dijese:

 

-Pili, busca en la mesita de noche y échale un vistazo a los álbumes de fotos que tenemos guardados. Cualquier imagen que tengamos de las fiestas de cumples, de los cumples de los niños, de la Cabalgata o de los carnavales, las despegas y le metes fuego que me han filtrado que el ABC está buscando fotografías de nuestra juventud para acusarnos de racistas.

 

-Pero Juan, afirma ella, acuérdate de que tenemos cienes y cienes de fotos disfrazados en fiestas y guateques. Además tú mismo has salido vestido de Baltasar en la Cabalgata y esa imagen la tienen todos los periódicos de Sevilla. Si fuiste hasta portada en el ABC. Me niego a destrozar todos nuestros buenos recuerdos de juventud para hacerle el juego a los tontos de tu partido que siguen la cuerda de la vicepresidenta Carmen Calvo. Si te llaman racista, que te lo llamen. Racistas, ellos que tienen trabajando en su casa a una marroquí a la que no tienen ni dada de alta en la Seguridad Social. Y si no están de acuerdo les amenazas con pasarte al PP. Al fin y al cabo, entre los socialistas y los populares tampoco es que haya un abismo. Tú podrías haber sido candidato de uno u otro y casi nadie lo hubiese notado.

 

Lo dicho, hay más tontos que botellines. Y lo peor es que la cosa va “in crescendo” conforme avanza el llamado progresismo. Si el lenguaje ya lo tienen secuestrado con la corrección política, ya mismo vamos a estar todos presos en cada una de las actividades que hagamos en el día a día. Ya han visto la chorrada de lo de las cocinas amplias propuestas por el Gobierno vasco para combatir el machismo. ¿Habrase visto mayor gilipollez? Al tiempo, pero esto va camino de convertirse en un vodevil, un esperpento o en una película de los Hermanos Marx.

 

No quisiera finalizar sin entornar mi “mea culpa” por defender en estos artículos que Pedro Sánchez alcanzaría finalmente un acuerdo con Pablo Iglesias y que no habría elecciones. Me equivoqué y mira que lo siento, porque la próxima cita electoral de noviembre no creo que vaya a solucionar ninguno de los actuales problemas de ingobernabilidad. Me da a mí que los ciudadanos le van a pasar factura a todos los partidos políticos y que la abstención va a ser de época. Eso sí, quienes vamos a sufrir de verdad la falta de vergüenza de nuestros políticos somos todos los que no vivimos de la política. Todos, ustedes y yo, pensionistas, autónomos, asalariados, parados y todo quisqui a los que van a congelar los salarios por la falta de presupuestos. Aquí siempre seguimos pagando el pato los mismos. Y eso debería de ser tenido muy en cuenta a la hora de depositar nuestro voto.