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La derecha echa las patas por lo alto

La sarta de insultos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez sería motivo para la risa si no fuera porque con su desesperada y sobreactuada intervención demuestran que la cosa se les está yendo de las manos.

 

La sarta de insultos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: traidor, felón, ilegítimo, chantajista, mentiroso compulsivo, ridículo, irresponsable, incapaz, desleal, ególatra, incompetente, mediocre y okupa, proferidos por los representantes de la rancia derechona española, sería motivo para la risa, son como niños mosqueados, si no fuera porque con su desesperada y sobreactuada intervención demuestran que la cosa se les está yendo de las manos.

Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, en una nueva versión del Trifachito, están intentando crear un ambiente guerracivilista, que no solo terminarán pagando caro en los próximos procesos electorales, sino que pretenden crear el caldo perfecto para que la ciudadanía aún muestre todavía más su desapego por el sistema democrático de representación política.

Usar, otra vez, la llamada cuestión catalana, gracias a la percha ofrecida por la confusión creada por el propio Ejecutivo sobre la figura del relator, para tratar de forzar a la desesperada una convocatoria adelantada de las elecciones generales, demuestra cuáles son sus propios intereses.

Única y exclusivamente electoralistas.

Les importa un bledo lo que esté sucediendo en Cataluña, lo mismo que no les interesan en absoluto los problemas cotidianos de los españoles. Al menos nunca hablan de ellos.

Cuanto peor, mejor, parece ser el eslogan escogido por el Trifachito, para echar las patas por lo alto e intentar en la calle una demostración de fuerza, conocedores de que por mucho que bramen y pongan banderas en los balcones, lo veremos en los próximos días, las encuestas les seguirán señalando como una gran minoría.

Es momento de llamar a la calma y a la moderación y a conservar la cabeza fría y el corazón caliente.

Los graves problemas que tiene ahora mismo España, no se van a resolver con algaradas callejeras, sino, por el contrario, mediante el diálogo, dentro del marco constitucional, por el que tanto clama ahora la derechona, sentados en la mesa con mentes abiertas, dispuestos a no ser excluyentes y a utilizar la palabra, no el insulto y la descalificación, además de con la intención de encontrar puntos comunes y no derribar todos los puentes.

La Historia, con mayúsculas, nos ha enseñado que así avanzan las sociedades libres.