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La hora de los libros, con Juan y Medio

Victor Klemperer, filólogo judío que sobrevivió al Holocausto gracias a su voluntad de hierro y a un cúmulo de felices circunstancias, se queja reiteradamente en sus imprescindibles Diarios (1933-1945) y en su fundamental LTI, La lengua del Tercer Reich, de cómo personas cultas de su entorno académico y social se habían dejado seducir por el nazismo y fueron adoptando líquidamente las formas, el fondo y el lenguaje del régimen nazi hasta convertirse, en muchos casos, en exaltados y desprejuiciados defensores del Führer, y, en otros muchos, en silenciosos colaboradores necesarios.

Un caso extremo de manipulación propagandística, el del nazismo, que viene a corroborar que, contra lo que muchos quieren que creamos, es precisamente la supuestamente bien informada clase media urbana la más vulnerable a la manipulación mediática y propagandística. Quizá por eso y por su normal predisposición y avidez por las novedades, la joven mesocracia ciudadana es también el objetivo preferente de las campañas publicitarias de las grandes marcas en televisión.

Por eso precisamente llama la atención que en Andalucía los directivos de Canal Sur, la nuestra, se fijaran un target tan distinto casi desde el primer día de emisión, aquel 28 de febrero de 1989, todavía sin competencia de las televisiones privadas.  Si bien es cierto que más de 35 años de existencia dan para muchos matices, se puede afirmar que Canal Sur dirigió y dirige aún hoy sus programas a un público principalmente rural (Tal como somos, Este es mi pueblo), de edad avanzada, y de bajo nivel cultural (La tarde aquí y ahora,  Menuda noche…). Descartado el factor económico en la selección del público de Canal Sur, y si tenemos en cuenta que precisamente el pasado mes de agosto la audiencia de Canal Sur ha alcanzado su mínimo histórico, debemos concluir que deben primar los criterios políticos. Los criterios políticos equivocados, dados los resultados. Me refiero a los resultados de audiencia, no a los electorales.

Quien pretenda que unos informativos, por poner un ejemplo, un programa de análisis político, una tertulia, un documental, un programa cultural, puedan ser meridianamente creíbles en un contexto como en el de Canal Sur, en el que, como me decía un amigo, se intoxica emocionalmente a diario a un público, en principio desconfiado y descreído, pero ya acérrimo y hasta radical en la defensa de lo que supuestamente es ‘lo suyo’ y tan habituado después de décadas de chascarrillos de dudoso gusto, mucho sentido de pertenencia a la tierra y más orgullo local, provincial o autonómico, se equivoca. Y luego está la copla, (Se llama copla), género musical tan digno como cualquier otro, ahí está para demostrarlo lo que hacen Javier Limón, Concha Buika, El Cigala, Martirio…la copla es nuestro equivalente a los jazz standards), pero cuya verdadera función, por lo visto, es la de servir de vehículo para que los habituales espectadores de Canal Sur caigan en éxtasis y pierdan la noción del tiempo en el que viven. Todo se repite día a día e invariablemente: las mismas voces chillonas y desafinadas, los mismos gestos que imitan ridículamente a los grandes del género hasta el mínimo detalle, idénticas batas de cola…las mismas coplas, ¿estamos en 1948 o en 2015?  Y así año tras año. 

Que la propia Susana Díaz apele tanto a las emociones, al amor a su tierra, al sentido de pertenencia, al orgullo nacional andaluz en definitiva, no deja de ser una coincidencia curiosa y llamativa.

Que la propia Susana Díaz apele tanto a las emociones, al amor a su tierra, al sentido de pertenencia, al orgullo nacional andaluz en definitiva, no deja de ser una coincidencia curiosa y llamativa. Mientras se hacía un importante esfuerzo de inversión en escuelas de adultos, cultura, educación, mientras se han construido conservatorios y se han creado nuevas universidades justo en el mismo periodo de existencia de Canal Sur, se ha preferido fijar una audiencia tremendamente conservadora, pero que se supone fiel votante del PSOE (eso pretenden vender los directivos de la RTVA), en vez de apoyar lo que se supone que son sus propias políticas desde los medios de comunicación autonómicos, empezando por la programación infantil de producción propia, prácticamente desaparecida desde el cierre de Canal 2 Andalucía, canal, por cierto, con el que nunca supieron qué hacer y que fue cualquier cosa menos un canal cultural.

El tiempo y la audiencia se acaban, y puede que los votos también, el Titanic se hunde y el equipo directivo del ente RTVA sigue ahí, apostando por la copla y por la cercanía al medio. Por la cercanía inversa. No hace falta talento que no sea el natural, ni hace falta estudiar música ni canto, pedagogía del esfuerzo ninguna, en Andalucía se nace artista. Señora, ¿tiene usted un nieto que canta con mucha gracia por Manolo Escobar?, pues tráigalo a Canal Sur, que va a ser usted la envidia de las vecinas.

Ya en serio, ¿han pensado ustedes en el éxito  de audiencia que podría obtener un programa cultural presentado por Juan y Medio? Los libros de nuestro gran Manuel Chaves Nogales se convertirían en superventas si fueran recomendados por el almeriense. Tenemos un potencial Reich-Ranicki, un Bernard Pivot desperdiciando su talento en programas infames. La hora de los libros, con Juan y Medio, ¡ya!