La ilustración del clero
El silencio cómplice de nuncios y arzobispos sostiene a un prelado señalado por atropellos éticos que avergüenzan a Cádiz y a la Iglesia entera.
El actual obispo de Cádiz, 76 años, renunciante voluntario a la sede al cumplir 75 años y mantenido en ella por los nuncios y los dicasterios pontificios competentes, lleva 14 años presidiendo la iglesia gaditana y la ceutí. Está involucrado en un grave asunto que lo ha traído a los focos mediáticos. Como jurista defiendo la presunción de inocencia, las pruebas indiscutibles, los tribunales de justicia y sus sentencias. Por lo tanto, no voy a hablar de lo que rueda en los medios de comunicación.
Como cristiano, profundamente anclado en la iglesia gaditana, si voy a hablar de la trayectoria del prelado durante los catorce años de su episcopado. Y de los arzobispos metropolitanos de los que ha sido sufragáneo. Y de los nuncios papales obligados a saber y vigilar su acción de gobierno, de administración y de santidad de pastor. Y de graves obligaciones de los funcionarios papales puestos al frente de los organismos de control episcopal y defensa de la fe de los fieles católicos gaditanos que tienen derecho a caminar in statu viae hacia el reino de los cielos ayudados por la conducta evangélica del obispo de turno.
En estos catorce años este obispo ha desahuciado a familias pobres o vulnerables, con la añagaza de recuperar la posesión de bienes propiedad, supuestamente, de la diócesis. Ha despedido intemperantemente a trabajadores sociales al servicio de las organizaciones eclesiales, ha recabado para el erario de la diócesis bienes y fondos parroquiales al estilo impuesto por el presidente Trump, ha cesado a sacerdotes por el motivo tan racional de recordarle sus obligaciones o hacerle patentes sus contracciones, ha traído funcionarios eclesiásticos de lejanas tierras, para controlar al clero local y aherrojarlo o su peculiar modo de administrar. Este pasado mes el portal de transparencia de la web diocesana daba a conocer unos beneficios de un millón ochocientos mil euros. Un beneficio anual superior a 100.000 euros anuales durante su episcopado. Parece que chirría algo con la recomendación evangélica de no atesorar aquí abajo.
Los incidentes que narro en el párrafo anterior son públicos, han sido objeto de protestas, escritos y denuncias en toda clase de medios y comunicados a los nuncios, al arzobispo metropolitano y a los organismos vaticanos. La sede ha resistido impávida y el anterior nuncio ha realizado variados viajes a la capital gaditana en amable compaña con el ahora vilipendiado pastor.
La iglesia que está en la ciudad y en los pueblos de Cádiz y Ceuta formada por personas de fe, es la que muestra y hace presente en sus seres humanos vivos al Señor resucitado. Los obispos van y vienen, pero los creyentes que penan y gozan son siempre la iglesia que se dirige al estatu patriae, con obispo o sin él, con vicarios capitulares, con prelados de caridad conocida y con otros de bajeza ética apreciada por el pueblo cristiano.
¿Qué clase de clericalismo despectivo han mantenido nuncios, arzobispos metropolitanos, funcionarios pontificios y sumos pontífices ejercientes para mantener a este prelado catorce años conociendo sus afanes crematísticos de administrador de empresas mercantiles, su nula empatía con los desahuciados y despedidos, con el clero espiados y fiscalizado a extremos indignos de piedras vivas del único Crucificado capaz de atraer gentes tras El dos mil años y seguir haciéndolo con la que está cayendo y con prelados como los que se conocen y conocemos?.
Ese barrizal silencioso y obsecuente ha desbordado el puente Zuazo. Los responsables recurrirán a leer folios inanes desde altares y atriles. Los sepulcros blanqueados hieden como el de Lázaro en Betsaida.