Magistrados de verde
De jueces improvisados a togados desconcertados: el eco del “dominaba todo” que resuena en la sala como argumento de culpa sin prueba visible.
Tengo un amigo que, no siendo juez de carrera, ha formado sala de justicia como magistrado suplente en una de las secciones de la Audiencia provincial. Llegué destinado a un pueblo grande de la baja Andalucía con juzgado de distrito y al presentarle, al entonces titular, mis respetos me avisó: “Tenga en cuenta que yo soy juez del tachín, tachín. Hice la guerra como alférez provisional y al terminar era capitán de complemento y había aprobado lo tres primeros cursos de Derecho. Me llamó el presidente de la Audiencia y me dijo: va usted destinado de juez a …y deberá jurar el cargo el jueves y tomar posesión la semana siguiente”.
Me han venido a las mientes estas viejas anécdotas al contemplar, con cierta retranca he de reconocerlo, a un teniente coronel de la Guardia civil, de paisano, declarando ante las excelentísimas señorías de la sala segunda del Tribunal Supremo. Este funcionario militar, en funciones de policía judicial, por tanto, civil a las órdenes de un magistrado civil del propio y más constitucional de los órganos de justicia de la nación, insistía una y otra vez en que el acusado tenía dominio único y exclusivo sobre los actos que le habían llevado a presencia como acusado de tal alta y erudita sala de justicia. Y era culpable. ¿Una inferencia, sugiriole,el abogado defensor? De eso nada, dominio, todo el dominio, vino a decir no ad pedem literae. Como en el chamelo: tengas a o no tengas más, la salida taparás.
Es comprensible que un militar sometido a disciplina militar y subordinado a militares de más rango que el suyo considere que quien ocupa el vértice de un poder sea el que domine la pirámide de ese poder. Lo desconcertante, para un servidor educado por los hermanos corazonistas, era saber y constatar que estábamos en un lugar de oír para conocer y probar que un inocente es culpable con pruebas contundentes y visibles y analizables, aún teniendo en cuenta que existen circunstancias que han permitido a los magistrados diseñar doctrinas que evadiendo la exigencia de pruebas de cargo para condenar, lo hagan por otros vericuetos no siempre comprensibles y ni siquiera aceptables ética, estética, elegante, lógica y educadamente.
Ocurre que si un agente de la UCO, un cabo por poner, comete un error, una tropelía o un delito, no probable fácilmente, seria el general de zona de Andalucía del Benemérito Instituto el que al tener dominio absoluto de coronel para abajo, se comería el marrón. En los felices años en que vestí honroso uniforme militar, para poder exponer algo a un superior, se cuadrada uno y decía “permiso para hablar, mi comandante (o grado que tuviere el superior)”.
Ahora que visto toga y sigo teniendo que decir “con la venia de su señoría”, me permito decir: Ya está bien.