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No es esto

No, a la política no se puede venir a comer de ella; a la política hay que venir ya “comidos y con la digestión hecha”.

 
Repasando ligeramente la historia de los últimos años, es fácil ver la enorme degradación en la que ha caído la política. Si bien siempre ha sido un concepto fácil de criticar, por los que no saben o no quieren entender que la política bien ejercida es tan noble y digna como cualquier otra actividad, la política, desde hace unos pocos años, está haciendo méritos propios para merecer cuantas descalificaciones se le ocurran a cada uno. 
 
Es interesante comprobar cómo algunos de los que viven en, de y para la política son los primeros críticos con ella. Todos conocemos casos…
 
La política se ha convertido para muchos dirigentes en un elemento de financiación, tanto colectiva como personal, en una tabla de salvación para quienes no tienen ni trayectoria ni expectativa laboral alguna fuera de la misma. 
 
Y es ahí donde se pervierten los principios y el buen nombre que merece esta digna actividad. NO, a la política no se puede venir a comer de ella; a la política hay que venir ya “comidos y con la digestión hecha”. Y esto no quiere decir que los/as mejores, siempre los / las mejores, que se dediquen a la política, siquiera durante un periodo de sus vidas, perciban por ello un sueldo digno. Pero lo que no puedo aceptar es el hacer cualquier cosa sea digna o indigna, moral o inmoral, procedente o no, para ganar méritos ante quienes tienen en su mano el dar un cargo político retribuido. 
 
Esa artificial regla de juego, cada vez más extendida (¿y aceptada?), cada día más habitual, convierte a la política en un lodazal impresentable. ¿Por qué? Porque, desde ese momento, la persona que necesita comer de la política ha perdido su forma de pensar y su  libertad individual; sólo puede y ha de hacer aquello que le guste a quien lo ha puesto y lo puede mantener, o cesar en cualquier momento.Ya deja de pensar por sí mismo, tiene que averiguar cómo piensa su mentor, para seguir ganando méritos, como forma de conservar sus prebendas… 
 
Esta concepción de la política es radicalmente distinta a la que muchos hemos vivido y ejercido, quienes por tanto nos sentimos plenamente legitimados para denunciar tanta perversión. 
 
Yo, desde luego, lo voy a seguir denunciando porque reivindico el buen nombre de la política y reivindico la dedicación altruista a la misma que todavía muchos ejercen y muchos hemos ejercido. 
 
A los que vinieron a buscarnos a nuestras casas y dimos lo mejor de nosotros por un proyecto político, incluso sacrificando buena parte de nuestro tiempo familiar, nos duele especialmente que ahora la mejor forma de criticar a alguien sea decirle “es un político”. Yo me siento muy honrado de haberlo sido. 
 
Y, lamentablemente, esto que digo está ocurriendo en todos los partidos políticos, pero a mí me duele especialmente el mío por dos motivos fundamentales: porque esto no responde en absoluto a los principios de nuestro PSOE ni a su historia centenaria y porque con esta actuación de los míos, es muy difícil poder criticar el que esto mismo lo hagan los otros. 
 
Difícilmente, saldremos de este lodazal porque los que pueden soslayarlo son, con frecuencia, los primeros interesados en no hacerlo. 
 
¡Es una pena!