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Paradojas climatológicas y políticas

Estamos aprendiendo una hartá sobre los distintos y apocalípticos fenómenos atmosféricos que nos afectan últimamente.

 Hay algo que le agradezco a los nuevos Marianos Medina que nos acojonan diariamente cuando escuchamos los partes meteorológicos de las distintas televisiones. Estamos aprendiendo una hartá sobre los distintos y apocalíticos fenómenos atmosféricos que nos afectan ultimamente por esto del cambio climático y las demás zarandajas con las que nos bombardean diariamente los lobbies ecologistas. Hasta hace unos años, en invierno nos llegaban olas de frio polar y borrascas más o menos fuertes que nos obligaban a echar mantas en la cama, poner los braseros eléctricos y sacar los abrigos de los armarios. Ahora oyes a los meteorólogos y te entra el canguelo. No viene una borrasca procedente del Ártico, sino una enorme ciclogénesis explosiva que te evoca al Diluvio Universal y que, como a Noé, nos obliga a encerrarnos en casa, nuestra particular Arca, almacenar provisiones de pizzas y hambuguesas y poner velas a Santa Bárbara bendita que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita…

 

Y en verano, más de lo mismo. O peor, porque por Andalucía lo sufrimos con más dureza.

 

Con las dichosas olas de calor que, por aquí abajo siempre se han llamado “las calores”, habituales a lo largo del verano, nos quedan varios días de aguantar bombardeos informativos espeluznantes con las consiguientes muertes por los temidos “golpes de calor” que, permítanme el inciso, ya hay que estar pirado para salir a correr a las cinco de la tarde con cuarenta grados a la sombra. Estamos ahora mismo inmersos en una de esas dramáticas olas de calor que, al menos en Andalucía, se vienen repitiendo casi todos los años desde que yo tengo uso de razón, es decir, desde hace más de medio siglo. Antes se combatían con ventiladores, abanicos, duchas, terracitas, colchones en el suelo, botijos y tintos, muchos tintos de verano. Ahora, tras la llegada masiva del aire acondicionado, la situación se limita a encerrarte en casa o irte al Corte Inglés a pasar la tarde. Digo todo esto porque considero que ni hay nada nuevo bajo el sol, nunca mejor dicho lo del astro rey. Hay por ahí circulando un meme en Facebook que pone de manifiesto la exageración en la que nos estamos moviendo. Afirma que vamos a tener unos días con temperaturas cercanas a los 40 grados, “no como otros años en los que los icebergs bajaban en verano flotando por el Guadalquivir”.

 

Y es que estamos inmersos en una paradoja generalizada. Ya saben lo que es una paradoja. Según el diccionario de la RAE en su primera acepción, es “idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de los hombres”, y también “figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción”, por ejemplo “nacer para vivir muriendo”. Pues bien, en estos momentos ambas acepciones reflejan claramente el panorama político nacional. Todos los partidos políticos estan inmersos en una excelsa paradoja. El PSOE, de mano de su dirigente, Pedro Sánchez, busca a diestro y siniestro (mas a siniestro que a diestro, también es verdad) apoyos para la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno. Y no para de dar lecciones sobre talante democrático al resto de las fuerzas políticas pidiéndoles “acuerdos de Estado” que hace tan solo un año ellos mismos le negaron a Mariano Rajoy pactando con partidos claramente antoconstitucionalistas para sacar adelante la moción de censura. Paradoja, pura paradoja de libro.

 

Pero es que el PP, Ciudadanos, Unidas Podemos. VOX, PNV, ERC y los nacionalistas catalanes, es decir, todos los partidos del arco parlamentario español, no le andan a la zaga.

 

Todos ellos están sacando a relucir flagrantes y paradójicas contradicciones en busca de sus intereses particulares sin tener en cuenta la opinión generalizada de los ciudadanos que han sido sus votantes directos. Resulta curioso comprobar como la única medida en la que no disienten, en la que todos están de acuerdo y votan por unanimidad, es la subida de sus sueldos. Ejemplar paradoja con lo que piensa el resto del personal que ha sido quien les ha dado su puesto de trabajo. Como dramática ha sido la paradoja de TVE entrevistando a bombo y platillo al lider de Bildu, Arnaldo Otegi, (quizás por órden expersa de Sánchez), en la víspera del homenaje que el Congreso de los Diputados le da a las víctimas del terrorismo. Vergonzoso, realmente vergonzoso, por más que algunos pongan como excusa la supuesta libertad de expresión.

 

Y es que ahora estamos en el asunto de la futura investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el próximo 2 de julio, mientras siguen las discusiones sobre los acuerdos en algunas comunidades autónomas. Ya veremos si el colchonero de la Moncloa consigue finalmente sus necesarios apoyos o lleva a cabo su amenaza de convocar nuevas elecciones en otoño. Desde luego hay que reconocerle al doctor Sánchez una capacidad endiablada para acabar con la oposición y flotar como un corcho en el agua. Hace menos de dos años se encontraba fuera del Congreso, apartado de su partido y codenado al ostracismo. En algo menos de treinta meses ha conseguido hacerse con el poder en el PSOE, hundir a sus contrincantes más directos, echar a Rajoy, alcanzar la Presidencia del Gobierno y, si nadie lo impide, volver a ser reelegido como inquilino de la Moncloa. Ahora solo le queda, como hacía Franco en su tiempo, culpar al “trifachito” de la “ola de calor que nos invade” como si fuese un acto juedeomasónico en contra de la gobernabilidad de España. Paradojas del destino, Sánchez se está pareciendo cada día más a Franco, quien pese a todo sigue enterrado en el Valle de los Caídos, en cuanto a medidas dictatoriales en forma de decretos leyes. Es lo que hay.