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¿Por qué votamos?

Lo que ya no me parece a mí tan coherente ni defendible, es votar por una dimensión y después quejarte por otra.

 

Llevo analizando globalmente los resultados electorales y la reflexión que me surge es la siguiente:

Yo creo que cada ciudadano suele votar con alguno de los siguientes elementos: o con el cerebro, o con el corazón o con la cartera. Los tres son legítimos, los tres empiezan por C y también cabe una combinación de varios.

Creo que votan con el cerebro aquellos ciudadanos que hacen un análisis más o menos minucioso de pros y contras de cada opción política y concluyen cuál es su mejor opción desde la perspectiva personal que tiene. Digamos que es un voto razonado.

Creo que votan con el corazón los que se mueven por impulso emotivo, por sensaciones y buscan aquella opción que más les agrada, que más les satisface desde punto de vista emocional.

Y creo que votan con la cartera aquellos ciudadanos que anteponen sus intereses y van viendo de cada candidatura cual les puede beneficiar más a sus intereses personales y cuál menos y también así conforman su voto.

Insisto en que todas las razones son legítimas y todos los votos son igual de democráticos.

Viene todo esto a cuento porque desde hace bastantes años yo vengo diciendo en privado y ahora lo diré en público que, por una parte, cada vez está imponiéndose más el voto emotivo y por otra, que en una serie de estrategias el Partido Popular ha sido y sigue siendo un auténtico maestro.

Me explicaré. Creo que la preponderancia del voto emotivo se debe, entre otras razones, a estar en la sociedad de la comunicación y del Internet donde el bombardeo continuo de mensajes de distinto tipo que recibimos cada uno de los ciudadanos, no solo por supuesto, de carácter político o social, hace inabarcable su asimilación meditada por cualquier cerebro y lo que es más grave, tiene que quedarse en la superficie de muchos mensajes o ideas, sin profundizar sobre qué hay debajo de cada uno. Y esto hace que un mensaje emotivo pueda ser suficiente para “enganchar”, la conformidad de muchos ciudadanos; no se reflexiona sobre ello, ni se discrimina (¡no tiene tiempo!), simplemente se rechaza o se acepta, y normalmente es más cómodo aceptar que rechazar. Ejemplos tenemos de todos los colores y en todos los ámbitos territoriales tanto españoles como en el resto del mundo y en todo el espectro ideológico.

Y decía que en esto el Partido Popular es todo un maestro. Desde mi punto de vista, el Partido Popular sigue sistemáticamente una técnica triple, que es la siguiente: Por una parte, procura dar mensajes simples, emotivos, repetitivos, insistentes, coordinados y en definitiva, que puedan calar en los sentimientos de la ciudadanía; mensajes, como por ejemplo, la “unidad de España”, la “defensa de la Constitución”, el “sentido común”, el “hacer lo que hay que hacer”, la “libertad para tomar cañas”… Da igual que sean ciertos o no o que se correspondan con su praxis. Pero, eso sí, responden perfectamente a esos mensajes: muy simples, emotivos, muy repetidos y coordinados, sin aristas,… ¡fácilmente aceptables por muchos ciudadanos!.

La segunda estrategia es un poquito más elaborada pero también lo hace estupendamente el Partido Popular. Consiste en crear un monstruo, llámese Bildu, llámese bolivariano, llámese independentista, llámese separatista, llámese terrorista etc. un monstruo que no existe tal cual y menos con la dimensión con la que se plantea, pero que en principio nadie cuestiona porque a los directamente aludidos les da igual y a los demás, en principio, no les afecta. Pero una vez que ese monstruo se ha consolidado y ya todo el mundo reconoce al “bicho”, viene la labor de identificar a tu adversario político con ese monstruo véase por ejemplo, Bildu, Maduro, los terroristas, los separatistas, etc. da igual que sea falso, ¡ya se ha consolidado el monstruo! y ahora lo que hay que poner de manifiesto es que tú actúas/gobiernas/hablas… con ese monstruo y por tanto eres lo mismo. Ya sé que intelectualmente es una barbaridad por dos motivos básicos, porque ni son ciertas muchas de las acusaciones que se hacen sobre monstruos, por ejemplo el terrorismo ya no existe, el independentismo se ha ido reduciendo después de la etapa de Rajoy, etc. y por otra, porque eso mismo lo hacía en sus tiempos el propio Partido Popular y bien que no lo escondía, sino que, al contrario, presumía de ello. Véase Aznar presumiendo de ordenar el pactar con ETA, que entonces sí que asesinaba, o véase a Maroto ufano de llegar a acuerdos con Bildu, que supongo no sería un angelito, o al PP para los presupuestos navarros, en 1993 con Herri Batasuna, que entonces era el brazo político de una ETA que asesinaba.

Pero parece que la ETA hoy es cuando está viva y alguien está pactando con ella. (Por cierto, se pone en cuestión el que dos fuerzas políticas hablen y, en su caso, lleguen a acuerdos cuando eso es la esencia de la democracia y de la política porque si las dos fuerzas pensaran igual serían una única fuerza, y si todos pensáramos igual bastaba con un solo partido y un solo líder. ¿Le suena a algunos?…).

Y el tercer instrumento que está subiendo de forma insoportable, es el de la complicidad con buena parte de los medios de comunicación, en manos, cada vez más y con menor pudor, de los grandes trusts empresariales, que son los que les transmiten a los ciudadanos tanto los mensajes del Partido Popular como la idea de la equiparación entre el adversario y el monstruo. El porqué de esta complicidad lo dejo a la interpretación de cada lector… Si ustedes analizan la trayectoria de los últimos años verán como eso cada vez está más en alza y lo que me temo es que va a seguir en esa misma línea en el futuro. ¡es el mercado, amigo!.

Afortunadamente, aún quedan algunos medios que intentan ser lo más neutrales posible, procurando difundir los planteamientos de unos y otros.

Personalmente, lo que ya no me parece a mí tan coherente ni defendible, es votar por una dimensión y después quejarte por otra. Me explico con un ejemplo: Conozco a una ciudadana que me dice que va a votar a Abascal porque es muy guapo. Como motivo, es tan válido como cualquier otro. Pero teniendo en cuenta que esta persona es de clase más bien modesta, que ha necesitado durante la pandemia y sigue necesitando la ayuda de los gobiernos, y de hecho se ha quejado a veces de la poco que recibe para alguna de sus necesidades de las políticas sociales del Gobierno actual, no me quiero imaginar si un día gobierna Abascal qué dirá y qué sentirá cuando no pueda pagar la salud de su familia o cuando no pueda pagar la matrícula o el material escolar de sus hijos.

Insisto cada uno puede votar lo que quiera y tan respetable y democrático es un voto como otro pero estas son las reflexiones a las que he llegado en estas primeras horas postelectorales.