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Ustedes … ¿son formidables?

Una apelación directa a PSOE y PP para que recuperen proyecto, identidad y sentido de Estado antes de que la gobernación quede en manos del ruido y la resignación.

Los más viejos del lugar recordarán aquel programa de radio de la cadena SER “Ustedes son formidables”, sin signos de interrogación, en que Alberto Oliveras, un grande de las ondas, llamaba a la sensible fibra de la solidaridad humana para atender necesidades de conciudadanos que buscaban alguna ayuda. Actuaba de agitador de conciencias, y, como sinfonía del programa, el 4º movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de don Antonín Dvorak ponía fuerza y patetismo a la llamada que se hacía a los bolsillos de los radioyentes.

Me he acordado de aquellos tiempos de radio por lo de formidables que se podía y debía aplicar a aquellos ciudadanos que acudían en ayuda de gente a la que no conocían.

Y es que ya me gustaría a mí llamar formidables a quienes hoy tienen la alta responsabilidad de gobernarnos u oponerse lealmente a la gobernación del estado, a la gestión de lo público en su conjunto, en cualquiera de sus niveles.

No. No son formidables, y sobre todo sus líderes. Lo siento. Y bien que me gustaría que se pudiera decir de ellos, porque a todos nos vendrían bien. Como tantas veces mantengo, no son las luces largas las que iluminan sus quehaceres en la administración de lo público. Pareciera en cambio que no van ni con luces cortas, ni de posición siquiera. Antes, al contrario, las más de las veces las luces están apagadas y los vehículos estacionados en el arcén o circulan a contramano, y así, el riesgo de alcance o colisión frontal es alto.

Para quien hoy preside el Gobierno de España, haga lo que haga, diga lo que diga, haya hecho de bueno lo que haya hecho, ya da igual. Lo único que se percibe, se transmite, y cada vez más, incluso entre sus incondicionales seguidores, es que se trata simplemente, … de estar, de detentar, que no de ejercer, de realmente ejercer con completa autonomía en las decisiones, la gobernación de España. Y es que, no en balde, está a expensas de lo que la migaja del evadido de la justicia desde Waterloo le permita, eso sí, previo paso por caja; depende de lo que doña Yolanda le aconseje desde la esterilidad, le aporte Rufián desde sus gracejos, o lo que los demás compañeros de la mayoría de progreso (¿?), tengan a bien considerar y concederle.

Y el otro actor, el que presuntamente ejerce y lidera la leal oposición, su único contenido discursivo conocido está en el simplismo de que hay que echar a Sánchez porque lo hace muy mal y ya está, reeditando una nueva versión de aquel … ¡váyase señor González!

Por lo demás, no se le conoce contenido serio de alternativa de gobierno en cualesquiera de las distintas áreas de la gobernación, más allá de algún trazo de brocha gorda. Eso sí, anda mirando de reojo, a diario, por estribor, muy a estribor, ora a Santiago y cierra España, ora a la lideresa de la Puerta del Sol, sustentada hábilmente por las manos que mecen la cuna del bulero confeso don Miguel Ángel y del jefe de Faes, Don José María. Se ha olvidado don Alberto que también puede y debe virar a babor para centrar el curso de la nave.

El fin de semana pasado hemos tenido el primero de los episodios del tiempo electoral que nos va a llevar, según programa, de momento sólo y nada menos que desde Extremadura a Aragón, a Castilla y León y a Andalucía. Que no es poco. Ni más ni menos vamos a elegir a los representantes autonómicos de más de 13 millones y medio de habitantes; algo próximo al 28% de la población total de nuestra España. No está mal. Representativo será lo que ocurra, ahora y en adelante.

El resultado extremeño ha demostrado que se hace realidad lo que viene diciendo cualquier conspicuo intérprete de sondeos electorales, y que pizca arriba o abajo pudiera repetirse en los próximos escenarios electorales. Es decir: se augura el mantenimiento o llegada de la derecha tradicional a los gobiernos, sola en pocos casos y, en la mayoría de ocasiones, estará en condiciones de gobernar apoyada por las derechas más cerriles, las de muy al fondo a la derecha.

De no ser ésta la opción esperable de gobiernos de las derechas en comandita, y con la izquierda en tocata y fuga, muy, pero que muy eventualmente, podrían aparecer nuevos frankesteines (pido permiso a la Rae para el palabro); raramente veríamos por lo que se espera, esos gobiernos de progreso donde el camarote de los Hermanos Marx sería una broma en cuanto a ocupantes y ocupaciones.

Es decir, los españoles estamos, al parecer inexorablemente, resignados a contemplar cómo el bloquismo, el frentismo, el “y tú más” nuestro de cada día, cómo el foso y trinchera cavados, nos llevan a tener que soportar, sin más posibilidad, a una u otra opción. Tirios y troyanos enfrentados de nuevo y no en el siglo XII antes de Cristo. ¿De verdad que esto tiene que ser así? Lo de Extremadura apunta maneras para lo próximo.

Pues me niego. Neguémonos. Exijamos a nuestros mandantes de los dos partidos antes llamados de gobierno, que sean FORMIDABLES, que se comporten como tales. Sean ustedes formidables y beban de nuevo en esa forma de entender y resolver las cosas que duelen a España y que antes sus partidos practicaban.

Retomen esa forma de hacer política desde el diálogo y la cesión, el respeto y el encuentro con el adversario que vuestros mayores hicieron en la denostada, pero bendita transición; ése, al parecer, tan maligno régimen del 78 que llaman ustedes es, sin duda, el que mayores glorias ha dado a la reciente historia de España.

En este periodo electoral que acabamos de iniciar, resuelvan la gobernación que les toque afrontar con altura de miras, con razones, sin pasiones falsas y atropelladas; piensen sólo en lo mejor para el común y no en el miope interés cortoplacista para el beneficio sólo de la opción política de cada uno, o acaso, también, en la ambición personal respectiva que tanto les pesa a nuestros próceres, desgraciadamente.

Hay otras formas de hacer viables los gobiernos. Hay formas de entenderse entre esos partidos de gobierno sin necesitar ésas, no parece que felices, alianzas actuales a sus izquierdas y derechas respectivas. No pueden ustedes ceder más a unos y otros de cada lado. Y empiece la señora Guardiola y los herederos del señor Gallardo a practicar la política con grandeza. Piensen en Extremadura y en los extremeños y no en tacticismos de bloque. No hagan depender la gobernación de esa tierra de quien sólo nos conecta con las más sombrías historias recientes de España. Entiéndanse. Están obligados.

Por el bien de España y sus ciudadanos, que tanto dicen querer Pedro y Alberto, Alberto y Pedro, es indispensable que ellos y sus terminales territoriales dejen de estar al albur de las demandas de quienes están deformando el originario ser de cada una de sus formaciones, por sus respectivos extremos.

Don Pedro, de una parte, no debe mantener su base de apoyo de gobierno y mayoría de progreso (¡!) en quienes sólo lo apoyan por intereses propios, que no por los intereses generales de la gobernación y sus gobernados. Y a los hechos nos podemos remitir:

Los “sumaritas”, después del último episodio grotesco de una Vicepresidenta desleal con su socio mayor, al que le dice desde la calle lo que debe hacer con el gobierno que ella vicepreside, (ya antes llamó mala persona al Ministro Cuerpo), y que a las pocas horas recoge velas; es la constatación, una vez más, de que no miran mucho más allá que en un simple mantenerse en el Gobierno, porque fuera de él hace mucho frío y está cerca la insignificancia, cual los “podemitas” contarles pueden.

Los nacionalistas excluyentes prestan respiración asistida a este Gobierno de España, porque les viene bien tener un gobierno débil, en tanto que dependiente de sus alquilados votos, porque así es más fácil sacarle cosas impensables en otro escenario. Y lo dicen sin pudor (Miriam Nogueras, dixit) porque España les importa lo que tantas veces nos han dicho, o sea, nada, por no decir algo más altisonante y maloliente. Qué esperar podemos, cuando entre esos nacionalistas están o los que dirige un “hombre de paz” o un prófugo indultado y amnistiado, Constitucional mediante. Gentes que están contra el modelo constitucional que da soporte legal a su propia existencia en la vida política.

No. Ya está bien. La escora de este PSOE, el PSOE que ha escrito las mejores páginas de la reciente historia de España, debe definitivamente soltar el lastre que le están produciendo estas adherencias de progreso y que le han hecho perder la forma en que era claramente entendido por el militante, y también por el votante.

El PSOE necesita tornar al sendero de su abandonado proyecto político autónomo para España y a la que llegó después de los valientes procesos congresuales de mayo y octubre de 1979 y en los posteriores que lo definieron a finales del siglo XX. Claro, que todo aquello se han ido apartando, pues fue hecho de la mano de los que ahora la ortodoxia de Ferraz y Moncloa tachan de resentidos y fachosféricos como Felipe, Alfonso y quienes en aquellas fuentes bebimos y seguimos haciéndolo. Fue el PSOE que conectó con la socialdemocracia que hacía grande a la Europa de la posguerra. Y se hizo un PSOE grande que coadyuvó a hacer que España funcionara como nunca.

El PSOE necesita ya soltar ese lastre y a quienes lo lastran desde dentro y fuera de él. No se trata sólo, que desgraciadamente también, de que haya Ábalos, Cerdanes, Koldos y Leires; no son sólo Salazares, Navarros, Tomés y demás modelos de conductas de reproches penales y éticos. No es sólo nauseabunda corrupción y vomitivo machismo que nos avergüenzan. Es, sobre todo, la dolorosa pérdida de señas de identidad inconfundibles de lo que era el PSOE que todos añoramos desde la militancia y desde el electorado. Ésta es la real causa de todo lo que ahora aflora; estas execrables conductas son uno más de los perniciosos efectos de esa pérdida de proyecto propio y sus señas de identidad genuinas.

Y por el otro lado, don Alberto. ¿Qué le van a dejar hacer a don Alberto?

Igual que su émulo Sánchez, ha llevado al PP a terminar de perder sus señas de identidad. Las mismas que también sabían reconocer su militancia y sus votantes. Heredaron, aunque algunos no lo sepan, u olviden, a quienes supieron evolucionar desde la UCD y el CDS en liquidación de Suárez. Heredaron a los que diseñaron y supieron cambiar aquella Alianza Popular de Don Manuel, conglomerando en torno a sí a todo lo que entonces se etiquetaba, y no era poco aquel galimatías de siglas, como centrista, derechista, democristiano o liberal.

Desembocaron, por suerte para España, en un Partido Popular normalizado con las demás derechas liberales y democristianas europeas; ésas que coadyuvaron con la familia socialdemócrata europea a forjar el armazón político actual de las instituciones europeas. También ellos bebieron en las fuentes del diálogo y cesión de la ahora tachada de malhadada transición española.

En tanto que, más allá de las limitaciones personales del líder de la derecha española, éste no sea capaz también de afirmar un proyecto autónomo, más allá de los cantos, más bien graznidos, de lo que sale de la Puerta del Sol y de Faes, y haga oídos sordos a don Santiago y cierra España, el Partido Popular tampoco estará en condiciones de brindar tardes de gloria a España. Echado está en los brazos de la peor carcunda de nuestra patria, que es similar a otras derechas extremas a las que las derechas democráticas europeas aíslan en un sano cordón de higiene política.

El diagnóstico creo lo podemos compartir muchos de quienes perplejos vemos qué ocurre al ver u oír un informativo o leer un periódico.

No me resigno a pensar que no es posible que estos dos partidos y sus líderes, con sus respectivos corifeos y aplaudidores interesados, entrambos, no sean capaces de articular una fórmula de encuentro, reencuentro, en los temas que son capitales para la gobernación de España y los españoles. No es cuestión de gran colación a la alemana, o sí; pero es, sobre todo, cuestión de grandes pactos, acuerdos transigiendo sobre asuntos capitales para los españoles, vivamos cada uno donde vivamos. Esos pactos que necesitamos en políticas de estado, nacionales y regionales.

Está llegando el momento en que ambos partidos sean conscientes de a dónde nos llevan sus actuales alianzas confesadas o a medio confesar. Lo que ocurra en el panorama electoral y de negociación posterior a cada próximo comicio regional o nacional que ahora se inicia, será definitivo para ser capaces de reconocer, volver a editar, la España que queremos y que no es la de una izquierda encabezada por un PSOE podemizado y entregado a nacionalismos excluyentes y frente a, que no enfrentado, a una derecha, comandada por un Partido Popular que no se radicalice desde quienes desde dentro lo aproximan a una extrema derecha que ya empieza a ser demasiado potente en Europa y allende nuestros límites continentales, más allá del Atlántico.

Están hoy en el punto álgido de una responsabilidad histórica: la de volver a lo que fueron los contenidos ideológicos de cada partido, su oferta a la ciudadanía reconocible y honesta, sin trampas; a lo que en definitiva se les demanda desde el común de la mayoría de ciudadanos.

Ambos, con sus actuales líderes a la cabeza están en una inmejorable situación para que, con Alberto Oliveras, pudiéramos decir…, “Ustedes son formidables”.

Quiero creerlo, de verdad. Me gusta ver el vaso medio lleno. Aunque, …entiendo que me llamen iluso.