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Verdaderas causas del Cambio Climático que no se mencionan

Especialmente abyecta es la 'compra' por parte de Endesa de las portadas de los principales periódicos del país.

 

Fue Italo Calvino con su relato “La nube de smog” premonitorio en la descripción de lo destructiva y cínica que puede resultar la sinrazón capitalista. El personaje de la novela del escritor italiano encuentra trabajo en una remota ciudad como redactor de la revista ‘La Purificación’, dirigida por el ingeniero Cordá, y dedicada a la denuncia de la contaminación atmosférica así como a la investigación de posibles soluciones que mejoren la calidad del aire. Con el transcurrir de los días, descubre que la revista para la que trabaja, “La Purificación”  no vende un sólo ejemplar. Escribe para nada. Sin lector alguno. Decide investigar para atenuar su estupefacción, tan tenaz como el smog, y comprueba que el ingeniero Cordá, en apariencia un hombre comprometido, activista en sus planteamientos ecológicos, en realidad resulta ser propietario e inversor de varias de las empresas más contaminantes, las mismas que causan ese hollín desquiciante e insalubre, mortífero. El ingeniero Cordá no es más que un cínico depravado, un desvergonzado hombre de negocios que invierte parte de sus copiosos beneficios en un lavado de cara de su actividad egoísta y alevosa. “La Purificación”, por tanto, no deja de ser un placebo, una estafa, un desvío de atención para ocultar el delito (de lesa naturaleza). 

Como en la novela de Calvino, resulta bochornoso que la COP25 de Madrid haya estado financiada por grandes corporaciones del sector energético que se encuentran entre los mayores contaminantes de España y que no han dudado en publicitar una falsa imagen verde de sus actividades. Especialmente abyecta es la compra por parte de Endesa, el mayor contaminante español, de las portadas de los principales periódicos del país al día siguiente de iniciarse la cumbre en una operación deleznable de greenwashing, actualmente muy en boga en el mundo de las grandes empresas pero también en determinados medios de comunicación y partidos políticos. El ingeniero Cordá se multiplica junto a su criminal cinismo.

Después de la caída del muro de Berlín el capitalismo se vio liberado de los componentes sociales que necesitaba para hacerse atractivo a las masas del ámbito del socialismo real, disolviendo drásticamente el daguerrotipo creado de progreso continuo, de equitativa redistribución de la riqueza, de compromiso con el mundo del trabajo, que ya, sin obstáculo material ni psicológico para maximizar el beneficio y considerar cualquier sensibilidad social coste de producción intolerable, se suponía un oneroso estorbo. Sin solución de continuidad se procedió a llevar a cabo la consigna del padre del neoliberalismo, Milton Friedman, cuando afirmaba que había que conseguir que lo políticamente imposible fuera políticamente inevitable. Los filósofos del posmodernismo debían predisponer que un capitalismo devorador constituyera lo inevitable, sin alternativa posible, para lo cual era menester apropiarse de la hegemonía cultural y el sentido común del imaginario colectivo. 

La metafísica posmoderna debía entonces imprimir verosimilitud al autoproclamado derecho autoritario de una minoría avariciosa y egoísta para destruir el planeta, esclavizar al individuo con salarios de hambre y empleos precarios, laminar libertades y derechos cívicos que pudieran interferir en la cosificación de las mayorías sociales, consolidar un sistema extractivo que crea ricos pero no riqueza, donde queda abolido el progreso, que beneficia al conjunto de la sociedad, por el crecimiento, entendido como el aumento de los beneficios empresariales sin espacios redistributivos, lo que entrañaba destruir sañudamente al pensamiento crítico, la razón, al individuo como centralidad del todo y cuanto había constituido la modernidad como avance de una sociedad humanista, en este contexto Lyotard, uno de los padres del posmodernismo, afirma: «A pesar de la nostalgia, ni el marxismo ni el liberalismo pueden explicar la actual sociedad posmoderna. Debemos acostumbrarnos a pensar sin moldes ni criterios. Eso es el posmodernismo». Es decir, a convertirnos en los que Heidegger llamaba seres pensados. ¿Pensados por quién? Por el greenwashing o el ingeniero Cordá.