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Andalucía, ausente de los debates

Juanma Vidal / Opinión.- Tiempo ha, escuché en una librería de lance a un venerable anciano decir que “España no era la suma de comunidades, sino que la unión de todas esas regiones conformaba eso que llamamos España”. Cada vez que llega un proceso electoral parece desvirtuarse ese principio elemental que propugnaba el veterano interlocutor con porte de sabio.

Al margen de los mítines que tienen lugar al Sur de Despeñaperros, tanto de los cabezas de cartel locales como de los candidatos a la Moncloa, donde obviamente no se puede ni se debe oír hablar de otra cosa que los intereses regionales debidamente representados en las Cámaras de representación nacional, poco o nada de Andalucía se ha oído mentar a los líderes más mediáticos en los tan cacareados debates a dos, a tres y a cuatro.

Las nuevas tecnologías permiten seguir los debates por “multipantalla”, quiero ello decir que la televisión, el ordenador, la tablet y/o el móvil interactúan a velocidad de vértigo, y cuanto se comenta en las “confrontaciones dialécticas entre candidatos”, de inmediato pasa a ser comentado en redes sociales, donde algunas materias alcanzan un grado superlativo, pudiendo quedar en anécdota lo relevante y adquirir grado de categoría lo superfluo.

No seré yo quien minimice la corrupción, ni el paro, ni los problemas secesionistas de otra región del Estado español pero, con permiso del resto de comunidades, y puesto que escribo con la vista vuelta al Sur, me pronunciaré como defraudado por no haber escuchado citar a Andalucía en su justa medida, siendo la única alusión, aunque de manera reiterativa, la del condenado caso de los ERE´s.

[blockquote style=»1″]En resumen, que habiendo hecho méritos para llenar minutos de gloria, Andalucía vuelve a quedar relegada a un segundo o tercer plano, excepto cuando empieza el fuego cruzado de acusaciones y el “y tú más”.[/blockquote]

En los 80´s eran muchos los confundidos que signaban al pueblo vasco como corresponsable de los viles actos criminales de una banda asesina. Hubo que luchar con denuedo para limpiar su honor mancillado y devolver a ese noble pueblo el prestigio y verdadero valor, desmarcando las acciones de un grupo de terroristas del resto de vecinos. Salvando muy mucho las distancias, creo que va siendo hora de desestigmatizar al pueblo andaluz de los actos sucios y corruptos de algunos de sus mandos políticos.

Manchar a casi 7 millones de españoles que trabajan y se ganan honradamente su pan por un puñado de sinvergüenzas, es vil, es mezquino, es indigno, pero sobre todo es injusto. Y remarco este blasón porque son muchos los méritos de esta comunidad para salir reflejada en los debates. La agricultura, la pesca, el turismo, la investigación, etc., aportan valor añadido y muchos réditos para el fondo común que merecerían minutos no solo para evocar un caso aislado de perversión política, sino también para mostrar la eficaz gestión y el perfecto desarrollo de actividades que generan riqueza económica.

Un pueblo no es responsable de sus gestores, solo es víctima propiciatoria. A quien debe pedírsele cuentas no es a los vecinos de una comunidad, sino a quien manda y/o designa a esos irresponsables que hacen uso lucrativo de la actividad pública. Tampoco conviene olvidar el principio penal de la presunción de inocencia, pues nos estamos acostumbrando a la llamada “pena del telediario” que tiende a prejuzgar y preacusar antes de tiempo.

Por otro lado, está visto que nada como llamar la atención para focalizar las miradas del colectivo, como han hecho algunos secesionistas, logrando un interés inusitado e inédito, salvo cuando se trataba de cerrar acuerdos de legislatura en tiempos pretéritos, metamorfoseando a algunos políticos por mor de la gobernabilidad.

También conviene recordar que ninguno de los líderes nació al Sur del Tajo, lo que no es un demérito, pero sí un agravante como para no preocuparse tanto a la hora de buscar votos, salvo que sea un caladero habitual, en cuyo caso abrirá y cerrará mítines en la región. Tal es la ignorancia de algunos sobre el particular que evidencian ser “peces fuera del agua” al defender ciertas posturas que para nada van con la idiosincrasia de la zona, ni con sus tradiciones, ni postulados, pero allá ellos.

No crean que he olvidado la otra pieza de toque vinculada por su ubicación geográfica con la región y también citada negativamente respecto a esta comunidad: el caso Abengoa. No deja de ser una empresa privada, si bien tiene “puerta giratoria” y sienta en su consejo de administración a expolíticos de ambas bancadas, razón por la cual muchos guardan mutis a la hora de pedir cabezas. Hay muchos puestos de trabajo e inversionistas en juego, pero aún es pronto saber qué pasará.

En resumen, que habiendo hecho méritos para llenar minutos de gloria, Andalucía vuelve a quedar relegada a un segundo o tercer plano, excepto cuando empieza el fuego cruzado de acusaciones y el “y tú más”. Igual hay que apelar al “Triana, república independiente”, o levantar una “jartá” de Guggenheins por toda la región, pero que más caso sí merece y no sólo por un “puñao” de rapaces.