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Juanma ya no sonríe tanto (II)

La amenaza del colapso sanitario, la ausencia de soluciones efectivas, confiesa el Presidente que le quitan el sueño.

 

En su primer lustro como presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ya sabe perfectamente que hace tiempo que le dio cara su más letal amenaza electoral como presidente de la Junta y consiguientemente como líder del PP-A. Una amenaza que, en contra de lo que muchos puedan pensar, es transversal en términos políticos, no tiene ideologías ni siglas y a estas alturas ya casi rodea al presidente por las cuatro esquinitas del palacio de San Telmo. Su habitual semblante sonriente se ha diluido conforme aumenta la presión social contra su gobierno. Fíjense, el presidente ya no sonríe tanto y aunque pueda parecer que su seriedad es por lo de la amnistía y Puigdemont, en realidad obedece al gran incendio – ‘cuello de botella’ le llama él-  del sistema sanitario andaluz bajo su total responsabilidad política y de gestión.

Paradójicamente a la base principal de esa amenaza, una sanidad pública con visos de colapso en muchas áreas, se le han metido en estos años millones de euros de procedencia regional, estatal y europea. Una millonada que, pese a aumentar la ratio inversora histórica en la Sanidad andaluza, no ha servido para mejorarla, sino todo lo contrario si se valora el escandaloso aumento de las listas de espera, por encima del millón de usuarios esperando pacientemente en casa que les llame el SAS. Para colmo, en este contexto, el gobierno de la derecha ha apostado por cebar con dinero público, vía conciertos – dicen que para rebajar las esperas- a la sanidad privada. “La diferencia es que ahora lo hacemos de forma transparente, con buena gestión y no pagando deuda de años anteriores, no es que gastemos más en conciertos, es que gastamos mejor y lo hacemos con transparencia” sacaba pecho Bonilla ante 108 parlamentarios andaluces.

Una millonaria inversión pública que está ayudando, de paso, a sobredimensionar los consultorios de la privada con el consiguiente descenso en la calidad del servicio. Queda garantizado el descontento generalizado. Sanidad privada que, desde tiempo inmemorial, en cuanto se enfrenta a una dolencia grave y cara, reenvían al paciente a la pública. En el sector privado, sus profesionales, llevan tiempo levantando la voz ante los bajos sueldos que perciben y las miserables cuotas por paciente que pagan las grandes aseguradoras. En la privada la salud es un puro negocio, esa es la gran diferencia con la pública.

 

El Presidente de la Junta en el reformado hospital militar de Sevilla, con el personal sanitario del centro, que en ese momento no sabía que les habían ninguneado y engañado con un paripé de referéndum para elegir nuevo nombre para la joya de la corona sanitaria de M. Bonilla.

 

Obras son…ladrillos

Sí, don Juan Manuel tiene razón cuando desde la tribuna del Parlamento se ufanaba hace nueve semanas y media de lo mucho y bueno que han hecho con esos millones inesperados que nos han llegado en estos años.

“Gracias a esos recursos que hemos puesto con mucho esfuerzo, afirmó, hoy tenemos 50 nuevas instalaciones en infraestructuras sanitarias. En el último año de la Administración socialista, Andalucía estaba en el puesto 14 de las comunidades autónomas en el número de hospitales por habitante, y hoy hemos avanzado al séptimo puesto, gracias a una inversión de 1.500 millones en construcción”.

Mucha obra, mucho ladrillo, mucha pintura, reciclaje de edificios públicos para hacer ambulatorios u hospitales, compra de máquinas de alta tecnología sanitaria de difícil manejo y sostener el sistema de salud en general, ese puede ser el resumen visualizado de la gestión del PP andaluz en materia sanitaria. El problema de fondo, que convierten en humo tanta nueva construcción, es que les falta lo fundamental, la correspondiente dotación de personal sanitario para que puedan funcionar y ser rentabilizados esos centros de nueva creación. Léase el hospital militar en Sevilla, por ejemplo.

Por cierto el colofón al hospital estrella de bonillismo no podía ser más esperpéntico. Hacer un referéndum para elegir nuevo nombre y pasarse el resultado por el arco, echando a la basura  del olvido a un andaluz que fue uno de los héroes de Filipinas, Rogelio Vigil de Quiñones e imponiendo el de una víctima de Eta, Antonio Muñoz Cariñanos. Desde luego trampas y artimañas en los tiempos del ‘que te vote Txapote‘.

Los sanitarios andaluces fueron muy maltratados en general por las administraciones socialistas y muchos se marcharon a otras comunidades empujados por una gestión muy parecida a la actual, desde luego infinitamente peor en materia de recursos humanos. Moreno ha mejorado la situación de los médicos que se han quedado, cierto, pero el verdadero problema es que faltan profesionales sanitarios para contratar. Mientras un especialista cobre en otra comunidad el doble por el mismo trabajo que en un hospital andaluz, el problema seguirá existiendo. El subidon electoral del PP en Galicia al personal sanitario, remacha esa dificultudad de traerse profesionales. Conclusión, la planificación y la optimización del Sistema sanitario ha brillado por su ausencia en las últimas décadas, de las que el PP ha dispuesto de cinco años y un caudal inversor nunca antes visto en la sanidad andaluza.

Un departamento, no se olvide, que está dirigido políticamente por una persona que desde el minuto uno en que llegó el PP a la Junta estuvo en el puesto clave de viceconsejera con Jesús Aguirre como titular de Salud. En cinco años el PP ha tenido tiempo más que suficiente para implantar los cambios y soluciones que prometían estando en la oposición. Los únicos cambios en la administración sanitaria han consistido en el cese o relevo con cuentagotas de una docena de altos cargos del departamento. La última crisis, dimisiones como todas ‘por razones personales’  – así no hay que dar explicaciones- esta vez en la viceconsejería y en la gerencia del SAS, han dejado literalmente sola a su consejera doña Catalina (Lina) García, montada en el trineo y ya sin perros que soltarle a los lobos del descontento social, con demasiada gente cabreada y enfurecida al ver cómo se juega con la salud de seres queridos y sin visos de solución a corto o medio plazo.

 

El presidente de la Junta con la plana mayor de Canal Sur TV y Radio.. Juande Mellado, Juanmi Vega y la estrella de las mañanas de la radio Jesús Vigorra. Mientras, los profesionales de la empresa pública, a través de su Consejo Profesional vienen denunciando lo que puede considerarse el secuestro de la linea editorial de la RTVA como una prolongación de una dependencia de la dirección del PP y San Telmo. Falta en la imagen el periodista malagueño Rafa Porras, pieza fundamental del PP para el control , como presidente, del Consejo de Administración de la RTVA que domina el PP gracias a su mayoría absoluta.

 

Mantos y mantones de silencio

Pero si hay algo en lo que el presidente de la Junta despliega una gran eficacia es en la demostración diaria de gozar de una gran inmunidad/impunidad política. Haga lo que haga, solo cabrea a los directamente afectados por el problema, de ahí lo letal de la crisis sanitaria. El manto zamorano de silencio mediático impuesto por el gobierno andaluz del PP es mucho más grueso que los mantones de feria que empleaban los socialistas, censuras al fin y al cabo. Y creo que algo puedo opinar al respecto ya que durante dos décadas – 1993-2014- fui Director Regional de las cuarenta emisoras de Onda Cero en Andalucía y por tanto testigo como gestor de cómo los gobiernos de Manolo Chaves solo invertían la publicidad institucional y patrocinios en los medios amigos y de confianza socialista. La llegada de Pepe Griñán a la presidencia desactivó ese reparto sectario, partidista e interesado mantenido durante años por  el consejero de Presidencia Gaspar Zarrías con la aquiescencia del propio presidente Chaves. Más o menos lo mismo que viene haciendo el PP.

Así Moreno Bonilla puede presumir de que en menos de un lustro ha logrado dejar a la izquierda muda, sin altavoces mediáticos en Andalucía en los que trasladar sus mensajes, denuncias o sus debates. Hay tan pocos medios que “cuiden” al PSOE que los pocos digitales independientes que publican sus noticias más relevantes de forma destacada, parecen medios de la órbita PSOE sin serlo. A esa increíble uniformidad informativa hemos llegado y lo peor es que la consideramos normal. Un partido socialista que se ha revelado como inexistente para la inmensa mayoría de empresas y chiringuitos de comunicación, esos mismos que antaño, como ahora hacen con el PP, le bailaban el agua a los del puño y la rosa a cambio de suculentos contratos de publicidad institucional, licencias de radio, Tv digital, manga ancha en las inspecciones etc etc.

Los andaluces, informativamente hablando, vivimos en una Arcadia feliz donde todo es Tele y tela guay, con mucha prosperidad, aumento de inversiones públicas, bajada del paro entre los camareros, llegadas de capital externo, ya le hablamos de tú a catalanes y madrileños en asuntos fiscales y financieros. También hemos entrado por la puerta grande en la liga insolidaria del dumping para no ser menos que Ayuso

¿Que seguimos a la cola en el paro? Para Moreno Bonilla, Pedro  Sánchez y el independentismo catalán y vasco seguro que son los culpables o podrían serlo si entramos en los vaticinios tan al uso en el discurso político actual. Así suena la orquesta por el Sur.

La propaganda gubernamental nos instala siempre en una complacencia social con lo que diga o haga el mandarín de turno, especialmente cuando el ciudadano no oye más que una versión de la vida cotidiana, la que tiene el que manda, decide y fabrica el mensaje que más le conviene. Solo el ciudadano que padece el problema en carne propia toma nota, seguramente para no olvidarlo dentro de tres años. No debiera extrañar, por tanto, que un cartel de Semana Santa se convierta en una tormenta que altera la vida social sevillana y andaluza. La sensibilidad social está a flor de piel.

Aquí hallarán la primera entrega

 

Juanma ya no sonríe tanto (I)

Mañana tercera y última