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‘Baloncesto Sevilla’, La Caixa acaba con una ilusión

Pepe Fdez
Pepe Fdez

Si nadie lo remedia entre hoy y mañana se procederá al funeral de una de las ilusiones que, de vez en cuando, les cae  llovida del cielo a los sevillanos. En esta ocasión muere una sueño que fue capaz de unir el rojo con el verde – Sevilla y Betis– posibilitando el nacimiento de una nueva afición deportiva que nada tendría que ver, en sus comportamientos y actitudes, con las que se congregan en el Sánchez Pizjuán o Benito Villamarín.
Lo que hoy se difumina ante la indignación colectiva ciudadana ha tenido seis nombres distintos en sus tres décadas de vida: Caja San Fernando, Cajasol, Cajasol-Banca Cívica, Cajasol y actualmente Baloncesto Sevilla.
De momento en la Junta General que hoy tenía que celebrarse no ha existido quórum suficiente y ha se ha decidido dejar la decisión para mañana jueves, anunciando oficialmente que se siguen buscando soluciones de último minuto, no siempre las mejores y más satisfactorias.
Obsérvese como asistimos a un plan premeditado por los compradores de Cajasol en este asunto del club de baloncesto. Con el paso del tiempo el club deportivo fue perdiendo su denominación comercial vinculado a la entidad financiera. Hoy se llama “Baloncesto Sevilla”, a secas. Fuera marcas. La Caixa, su propietaria, nunca quiso vincular el negocio bancario con el club de baloncesto sevillano, que finalmente tiene toda pinta de ser una de las muchas víctimas de una operación de compra financiera buena, bonita y barata de gran parte del sector financiero andaluz por el imperio catalán.
Una ristra de denominaciones comerciales que solo demuestran que el club de baloncesto creado en 1987 bajo el impulso político del entonces presidente de la Diputación de Sevilla, de la que dependía la Caja San Fernando, ha corrido los mismos avatares que el sistema financiero del sur, absorbido por el capital del Norte. (Nos queda Unicaja y las rurales, pero todo se andará en unos meses).
La creación del club hace 29 años nació de la confluencia de dos casualidades. La primera una capa joven de aficionados al baloncesto que no tenían a quien seguir en Sevilla, teniendo como referencia solo al Real Madrid o al Barcelona. La segunda y más decisiva que el presidente de la Diputación Miguel Angel Pino es un gran aficionado a este deporte, siendo seguidor de las ligas nacional e internacionales, especialmente la americana. Más de una madrugada se pasaron miembros de su gabinete siguiendo la final de la NBA para, a primera hora, dar cuenta de los resultados a Pino durante su primer café.
Lo cierto es que Sevilla ha podido presumir durante casi treinta años de un club de baloncesto de primera, con una afición no tan masiva como la que arrastra el futbol, pero más que suficiente como para mantener viva una entidad que Sevilla ha hecho suya a lo largo de estas tres décadas.

¿Que han hecho con las cajas sevillanas?

La historia deportiva del club está jalonada de grandes trofeos, señal de que se mantuvo con dignidad, a pesar de los vaivenes políticos y los manejos de personas puestas por la política el frente de responsabilidades del club. Por ahí pasó, entre otros como director general, Leo Chaves Gonzalez, hermano del expresidente de la Junta.
La posible liquidación de la sociedad anónima deportiva, aplazada para mañana, dado que La Caixa se niega a mantenerla económicamente siendo poseedora del 99% del capital, bien podría ser la gota de agua que colme el vaso de la paciencia respecto del comportamiento de La Caixa con Andalucía. Quizá antes, para opinar con conocimiento de causa, deberíamos saber cuanto saca y cuanto mete en Andalucía la entidad catalana presidida por Isidre Fainé. En casi todas las grandes operaciones inversoras del gobierno andaluz aparece la intermediación financiera de CaixaBank. Echen números.
Luego está eso que se llama Fundacion Caja Sol y que nadie sabe muy bien qué es y de quién pero, sobre todo, quien audita los veinte millones que maneja anualmente con criterios de dudosa justificación social y cultural. Al frente de la misma y como ejecutivo de CaixaBank, Isidre Fainé mantiene a un amigo personal de la Presidenta de la Junta Susana Díaz, Antonio Pulido Gutiérrez, sustentado políticamente en la actualidad por la rama del PSOE de Huelva liderada por Ignacio Caraballo, presidente de la Diputación. El socialismo onubense, sus líderes, han sido corresponsables políticos y de gestión junto a los de Sevilla de lo sucedido en El Monte y la San Fernando. Actualmente la Diputación de Sevilla, que en teoría también manda en la Fundación de Pulido, ni pincha ni corta en la misma.
La gestión de unas entidades bancarias, no obstante, que nunca fue sometida a la lupa de la Justicia, como ha sucedido con otras cajas similares españolas, entre otras razones porque quien compró la caja andaluza/navarra por una pringá – La Caixa– nunca estuvo interesada en levantarle las alfombras al socialismo andaluz, vía Sevilla, Huelva y Jerez. Quizá esta sea una de las claves para entender mejor el próspero negocio de CaixaBank en Andalucía en la actualidad.
Por eso el banco catalán puede permitirse actuar como lo está haciendo en el caso del Baloncesto Sevilla. Quieren vender pero no hay comprador. Así que, cerrojazo a las bravas y esto es lo que hay. ¿Quien asesora a los señores de CaixaBank en Barcelona sobre sensibilidades territoriales y sentimentales andaluzas que van más allá del dinero? Parece que nadie y no es nuevo.

Ellos, La Caixa, siguieron adelante con ese adefesio de edificio cartujano llamado de mil maneras, pese a la indignación de más de media Sevilla; un mojón caro, ridículo y vacío cuyo mantenimiento debe costar lo suyo cada año. Es muy posible que la cantidad que le aparece en la casilla que pone “Sevilla”, dentro de la cuenta general de explotación del Grupo la Caixa, haya podido influir para segar la vida al club de baloncesto. Quizás la cosa sea tan simple como salir del gasto del baloncesto y perder menos en la conocida vulgarmente como Torre Pelli.

Pero en la Diagonal de Barcelona, sede central de La Caixa, están más que tranquilos pese al griterío sevillano de estos días. Aquí  en Andalucía nadie levantará la voz y, como siempre, Sevilla y los sevillanos tragarán ante el desvanecimiento de una de sus ilusiones de hace treinta años. Una más.