The news is by your side.

De vivos y muertos

Lola Álvarez, Periodista
Lola Álvarez*

La efímera fama, esa que tan lúcidamente analizara la ya desaparecida Margarita Riviére en su obra “La fama: iconos de la religión mediática” (Ed. Crítica, 2010 que les recomiendo vivamente.

La efímera fama, sí, ya saben, esos minutos de gloria que parecieran iluminarlo todo, como un potente flash, sin apenas darnos cuenta del mínimo tiempo en el que sucede y lo rápido que vuelve todo a la cenicienta normalidad a pesar del resplandor fugaz. Esa golosina para moscas, moscones y demás insectos eternamente pululantes alrededor de la cosa pública y publicitada. La misma que, en las últimas semanas, se ha dejado una buena colección de nombres, momentos e imágenes, por el camino – cada vez más grande y oscuro- del irás y no volverás.

Y es que, más allá de lo que la tradición manda para las fechas, tiempos de Santos y difuntos, tenemos el horizonte reciente lleno de muertos y caídos en civiles y florentinas refriegas. De Santos, pocos, por no decir ninguno, que no se estilan ya por estas tierras. Pero de muertos, unos cuántos.

En los últimos debates hemos visto como caían a plomo, el honor, la verdad, la vergüenza ajena, la educación, el respeto al contrario y el sentido democrático del debate de ideas.

Muertos con nombres y apellidos que dispusieron de una efímera fama y que han pasado en cuestión de nano-segundos a la más triste de las nada, que diría mi admirada Carmen Laforet. Ahí tienen, sin ir más lejos, al caballero de la alegre figura a quién hasta su otrora fiel Rocinante, ha dejado malherido y solo en su nuevo tour por las Españas, que dirían en “Aguila Roja”.

Vivitos y coleando quedan, eso sí, los pseudo- listos y listas de siempre. Dispuestos a lo que sea, con tal de no arriesgarse lo más mínimo porque, salvo para calentar los banquillos de los cargos públicos, saben perfectamente que no sirven para gran cosa.

Si, los mismos que pasaron del fracaso escolar al coche oficial hace ya tanto tiempo, que han terminado creyéndose que están ahí porque valen, pedazos de salva patrias, y no porque su voto puedan subastarlo al peso y aquí no pasa nada ( Chitón, o se les cae el pelo).

En los últimos debates hemos visto como caían a plomo, el honor, la verdad, la vergüenza ajena, la educación, el respeto al contrario y el sentido democrático del debate de ideas. Todo a manos de un resentimiento visceral repleto de atavismos carpetovetónicos y maneras de rufianes chulescos con looks de mafiosos.

Sólo Ana Oramas, la portavoz de Coalición Canaria y única mujer entre los once portavoces – once – mantuvo el tono y ajustó con sensatez sus palabras.

Lo dicho, tiempos de vivos y muertos. Más viva que nunca anda la picaresca y a punto de irse para el otro mundo, lo que hasta hace nada coincidíamos en llamar decencia. Aviados estamos.

 

*Lola Alvarez es periodista.