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Desayuno con sapo en el Palacio de San Telmo

Hay un ambiente que mezcla orgullo y rabia en el socialismo andaluz. Orgullo por la vuelta del PSOE a La Moncloa; rabia por la cantidad de energías perdidas y luchas estériles que han dejado decenas de muertos y heridos por el camino.

Pedro Sánchez llamó el sábado a María Jesús Montero a Sevilla para ofrecerle ser su ministra de Hacienda. La consejera andaluza, dicen que bastante sorprendida y sofocada, preguntó si la presidenta Díaz conocía esa oferta, a lo que el presidente le respondió que no, que antes quería saber de su disposición.

Fue María Jesús Montero la que tras aceptar el ofrecimiento y agradecer el honor de ser ministra llamó a Susana Díaz para comunicarle la noticia de que aceptaba la oferta y que se iba a Madrid.

Así fue la primera incursión de Sánchez en el, hasta ahora, vedado territorio de Susana a las pocas horas de tomar posesión de La Moncloa. Lo hizo tocando directamente a su gobierno y más concretamente a la persona clave en una de sus grandes banderas políticas -junto a la de la unidad territorial de España-, la financiación autonómica.

Díaz lo tuvo claro al instante: por vez primera el PSOE-A, como organización, no iba a tocar bola para colocar cuota de ministros en Madrid. Justo lo contrario de lo que algunos tertulianos de Canal Sur se apresuraron a propagar, que Susana Díaz era la que le había sugerido a Sánchez el nombre de Montero, algo que no sorprendía porque esa había sido “la tradición en el partido”. Pero Susana Díaz supo desde el minuto uno que aquella era una señal que presagiaba unos cuantos desayunos con enormes sapos como exclusiva dieta política de la presidenta.

 

Sánchez, harto de tender la mano en estos meses recibiendo belicosidad orgánica desde Andalucía, no ha olvidado y por lo que se ve, como la propia Susana, tampoco ha perdonado y ahora tiene más poder que ella.

 

No se sabe muy bien si fruto de este descoloque en San Telmo, la noticia de la elección de Montero fue tempranamente filtrada, vaya usted a saber si con la intención de intentar quemar el nombramiento que tardaría en confirmarse oficialmente.

 

Mª Jesús Montero, decana en la Junta

 

Además de llevarse a la única persona que sabía en el Consejo de Gobierno qué es y cómo funciona el Consejo de Política Fiscal y Financiera, Sánchez fichaba a la decana de los consejeros. Montero ha estado en el ejecutivo andaluz desde que Manuel Chaves optó por esta médica sevillana para la reorganización del sistema andaluz de salud. Una mochila pesada que se lleva a Madrid junto a su complicidad necesaria en los manejos de los restos del naufragio de las cajas, léase Fundación Cajasol o el haber sido testigo presencial de los sucesivos gobiernos de los Eres. Para sus críticos va cargada de muchas sombras y escasas luces, tal y como ayer domingo ha recordado la multitudinaria marea blanca que rodeó el Palacio de Susana con el médico granadino Jesús Candel (Spiriman) como cabeza visible.

 

El segundo desayuno amargo de la presidenta se lo tomó al confirmarse que Carmen Calvo – a la que política y personalmente detesta-  se iba a sentar en la Vicepresidencia, con responsabilidades directas en políticas de igualdad relacionadas con la mujer, otra de las banderas de Díaz.

 

En el PSOE andaluz todos tenían asumido que Calvo, en esta coyuntura que se presentaba, ocuparía cartera en el gobierno, lo que no imaginaban es que la política cordobesa iba a ser la número dos. Como tampoco nadie se esperaba el éxito de público logrado inicialmente con la composición y puesta en escena del nuevo gobierno.

Conforme iban conociéndose los nombramientos muchos socialistas andaluces, claramente ubicados en el susanismo de pata negra, no se avergonzaban al reconocer en conversaciones privadas “estoy gratamente sorprendido con lo bien que lo está haciendo Pedro”. Sí, ahora le llaman Pedro a secas, antes simplemente ‘Sánchez’

Un veterano militante, un susanistaque fue de los pocos amigos que le recomendó a Díaz que no se presentase a las primarias, estaba admirado con lo que estaba pasando en su partido, reconociéndole un talento político al presidente Sánchez que hace tan solo dos semanas le negaban todos, “el tío, ha hecho un pedazo de gobierno con más talento que talante, menudo equipo triunfando antes de ponerse la camiseta y salir al campo”.

No obstante, se percibe en el ambiente una mezcla de orgullo y rabia en muchos socialistas; orgullo por la vuelta del PSOE a La Moncloa, rabia por la cantidad de energías perdidas, muertos y heridos por el camino, en luchas estériles por el poder interno que al final se ha vuelto contra su principal promotora.

 

Luis Planas, un nombramiento con mensajes

 

La situación vivida con la llamada directa a Montero fue la primera señal de alerta que Susana Díaz recibe del nuevo Sánchez, pero es a la hora de nombrar al ministro de Agricultura cuando, en este juego de gestos y mensajes, llegamos al jaque a la reina con la elección de Luis Planas para la cartera de Agricultura.

 

Hombre de diálogo y acuerdos, es respetado en Europa, Andalucía y Marruecos donde fue Embajador durante seis años; sus conocimientos de la PAC le colocan como el candidato más idóneo para esa cartera ministerial.

 

Pero el nombramiento de Planas lleva un segundo mensaje directo a Susana Díaz, a la que siempre se le ha reprochado el no haber posibilitado un cambio en la norma de avales en el PSOE andaluz, en aras a facilitar un demandado debate interno, cuando Planas decidió presentarse a las primarias que auparon a Susanaa donde está hoy, copando más del 50% de avales con la ayuda de los aparatos provinciales por ella controlados.  El político valenciano-cordobés no logró reunir los avales exigidos, y por tanto ni siquiera pudo someterse a las urnas. Dimitió como consejero con gran dignidad política y se volvió a Europa.

Hay quien ha querido ver con este nombramiento un mensaje permanente donde Sánchez quiere que se recuerde el modelo de elección sin urnas, por aclamación que – sin éxito gracias a las bases socialistas – pretendió Susana Díaz y los viejos barones del PSOE que se repitiese tras el asalto a Ferraz y lanzar a Sánchez por el balcón.

Sin duda ha sido Carmen Calvo, se asegura en fuentes próximas al gobierno, la que ha avalado con fuerza y argumentos de peso a su viejo amigo Luis para el cargo. Calvo fue una de las pocas dirigentes del PSOE-A, presidenta entonces de la Fundación Alfonso Perales, que apoyó abiertamente a Planas en su presentación en Córdoba como candidato a primarias frente a Susana.

Estos tres nombramientos evidentemente no pueden ser considerados cuotas del PSOE-A; son fichajes pensados y meditados por Sánchez y su entorno más cercano donde, de forma evidente, salta a la vista la debilidad en la que ha quedado tras la moción de censura Susana Díaz, moción que le parecía inviable con 84 diputados.

 

Pero en la despensa de Moncloa aún quedan sapos que repartir.

 

Por ejemplo, queda por conocer quién ocupará el cargo de la Delegación del Gobierno en Andalucía. Desde San Telmo se han apresurado a desear que tenga un perfil institucional y no político, o sea continuidad de la línea del PP.

Con estos precedentes no parece probable la fórmula del continuismo con lo que se abre paso la figura de un delegado de perfil político como el muy rumoreado Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, viejo amigo/adversario de Susana desde que militaban en las JJSS y hombre de primera hora incondicional junto a Sánchez.

Y todo esto sucede pese a que, como dijo Susana tras las elecciones en uno de sus últimos dardos envenenados a Sánchez “con 84 diputados no se puede gobernar España”.

 

Este artículo se publicó ayer lunes en VozPopuli.