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El PP no puede abstenerse

Antonio Varflora
Antonio Varflora

El Partido Popular no puede abstenerse. Por respeto a sí mismo y a sus siete millones trescientos mil votantes. Hasta ahí podríamos llegar. Es más. Hasta aquí debe llegar la dinámica iniciada en 2003 –Pacto del Tinell– de demonizar y aislar al partido que representa el centroderecha democrático del país, con sus corrientes liberal, conservadora y democristiana. El partido al que ha votado una mayoría absoluta de españoles en 2000 y en 2011 frente a un PSOE que nunca ha vuelto a superar los 176 diputados desde 1989.

El partido que en 1996 solucionó la crisis del 93 y que esta pasada Legislatura ha salvado la economía nacional de la intervención y de la quiebra financiera manteniendo en un noventa por ciento el Estado del Bienestar. España crece hoy más que ningún otro país de la Unión Europea y el descenso de paro del pasado año ha sido el más intenso de los últimos catorce. No ha sido fácil, y ha implicado desgaste, pero tampoco se olvide que fue el PP el que asumió el Gobierno del país cuando, seis meses antes de lo previsto, el ya ex presidente  Zapatero salió corriendo, incapaz de hacer frente a la recesión. Antes, lamentablemente, en lo político, el citado Zapatero ya hubo proclamado que aceptaría lo que viniese del Parlamento catalán. Del cual ha venido, recientemente, una declaración unilateral de independencia.    

[blockquote style=»1″]Es cierto que el Partido Popular ha conocido tristes episodios de corrupción. Intolerables. Aunque no menos cierto que derivados en la mayoría de ocasiones de un prolongado o intenso ejercicio del poder, fundamentalmente en la zona centro del país. [/blockquote]

No. El Partido Popular no puede abstenerse. El PP fue el que más y mejor contribuyó a la entrada en la Europa del Euro en la segunda mitad de los años noventa. Y la formación que por esos años más muertos puso por hacer frente de manera especialmente directa al terrorismo independentista de ETA. Ya solo por esta razón una hipotética abstención sería doblemente vergonzosa y humillante. Pero el PP también supo cogobernar con el nacionalismo, entonces moderado, que representaban CiU y PNV. Y fue decisivo el concurso de los populares en la reforma de estatutos de autonomía como los de Valencia o Andalucía en la década de los 2000. Fue un Gobierno del PP el que afrontó y compensó sobradamente el desastre del Prestige, recuperando el ejecutivo gallego en 2009, o el que en Andalucía ha terminado la A 7 y la A 44 tras largos años de promesas incumplidas. Y gobiernos populares son los que en la última década han elevado a la Comunidad de Madrid de la sexta a la primera posición del ranking económico nacional.

Es cierto que el Partido Popular ha conocido tristes episodios de corrupción. Intolerables. Aunque no menos cierto que derivados en la mayoría de ocasiones de un prolongado o intenso ejercicio del poder, fundamentalmente en la zona centro del país. Demasiadas administraciones durante no poco tiempo en manos de un mismo partido. Que tampoco nadie olvide que por deseo expreso del cuerpo electoral, lo cual, por supuesto, no es ninguna justificación para que todas las ilegalidades que se detecten no sean depuradas. Es lo que se está haciendo. La corrupción, mala cuando se practica, pareciera peor cuando sale a la luz pública. No es así. El conocerla es el primer paso para poder combatirla. Y en este sentido honra al todavía Gobierno en funciones el que durante su mandato se hayan combatido y aflorado múltiples irregularidades. El caso de Bankia sería paradigmático. Por cierto, el agujero de Bankia no ha sido el único. Ahí están CaixaCatalunya o Caja Castilla La Mancha. De las cuatro cajas de Andalucía, donde se edita este confidencial, solo queda una.

No. El Partido Popular no puede ni debe abstenerse. Nuestros casos de corrupción, que asumimos, por los que pedimos perdón, y que nos ha tocado gestionar pese a provenir más de uno del pasado, no nos hace peores ni menos legitimados que el resto de partidos. No desde luego que Podemos y su sombra de financiación ilegal proveniente de Venezuela o Irán. Ni que Izquierda Unida con concejales supuestamente recibiendo dinero en cajas de zapatos o disfrutando de tarjetas black. Y tampoco aceptaremos ninguna lección del PSOE de los casos ERE, Invercaria y Formación al que, nótese, no han dudado en apoyar IU en 2012 y más recientemente Ciudadanos. Socialistas de los que podríamos citar igualmente Filesa, Roldán, el BOE, los Gal o los maletines de la A 92 por no recordar el despacho ilegal de Juan Guerra en la Delegación del Gobierno de Andalucía. Episodio que, llamativamente, no ha impedido nunca a su hermano Alfonso ser cabeza socialista por Sevilla durante un cuarto de siglo posterior.             

No. Al Partido Popular no se le puede pedir que se abstenga. Y menos cuando el electorado se ha pronunciado tan recientemente otorgándole 123 diputados. Es evidente que el resultado de las elecciones del 20 de diciembre no impide que otras formaciones puedan, legítima y legalmente, intentar conformar otras mayorías. Si quieren, que lo intenten. Somos demócratas y lo aceptaremos. Pero si se demostrasen – PSOE, Podemos, nacionalistas, C´s –  incapaces de acordar entonces ha de corresponder al PP el intentar conformar Gobierno. O que se repitan las elecciones, pues esta misma posibilidad teórica parece estar condicionando en exceso las propias negociaciones. Lo que no aceptamos ni aceptaremos ya nunca más es que se nos aísle o demonice. Basta ya la ficción según la cual el PSOE puede aceptar o buscar apoyos en IU y los nacionalistas, ahora también en Podemos, por mera conveniencia de poder, pero, al tiempo, ninguna formación parece poder conjugar casi nunca su acción política con el partido de más afiliados y mayor número de votantes. Y si decimos conveniencia es porque la Historia muestra que los grandes asuntos de verdadero fondo apenas distancian a populares y socialistas. Aunque estos, y por circunscribirnos a la Junta andaluza, lo mismo usan, para luego generalmente tirar, a andalucistas, comunistas o, más recientemente, Ciudadanos.

[blockquote style=»1″]Si se abstuviera estaría aceptando borrar, más allá de borrones, su mejor hoja de servicio a una España que cogió hace cuatro años al borde del abismo y ahora es la envidia macroeconómica de Occidente.[/blockquote]

No, el PP no puede abstenerse. Si se abstuviera estaría aceptando borrar, más allá de borrones, su mejor hoja de servicio a una España que cogió hace cuatro años al borde del abismo y ahora es la envidia macroeconómica de Occidente. Pero, sobre todo, si el PP se abstuviera, estaría dilapidando su condición de partido hegemónico, votado abrumadoramente, como se ha dicho, en 2000 y 2011, y que aún conserva más gobiernos autonómicos, provinciales y locales que ninguna otra formación.

Porque nadie se engañe. Esta es la verdadera clave de la deshonrosa abstención que algunos parecen querer proponernos. El que siempre parezca indeseable que el PP pueda gobernar España dos o tres legislaturas consecutivas. Los demás sí tendrían una especie de derecho meta-histórico a ello. Pero no los populares, obligados habitualmente a abjurar de nuestra concepción de la economía, la sociedad o la educación para, tras tocarnos casi siempre bailar con la más fea, pasar rápido a la oposición. Éste parece el papel que algunos nos tienen reservado desde que se diseñó la Transición y es contra esta condición vicaria, subsidiaria y circunstancial contra la que fundamentalmente nos rebelamos. Estamos cansados ya de ser cimientos de un sistema nacido con el pecado original de estar pidiéndonos cuentas permanentemente por todos nuestros pecados. Veniales o mortales. Presentes o pretéritos. Pues bien, no más engaños. Ni más ficciones ni convencionalismos sobre la base de un torcido y superado complejo histórico.  Ni nuevas tentaciones de fraude a la voluntad democrática. O se cuenta cómo han de contarse los 123 diputados obtenidos por el Partido Popular o el futuro edificio que se pretenda construir en este país corre grave riesgo de venirse abajo.

Siento romper mi promesa, pero hoy tocaba escribir de lo que le está pasando a mi partido a nivel nacional. Nobleza obliga, espero que los lectores y mi querido Director lo sepa comprender. Pronto volveremos con las cosas que pasan en la calle San Fernando