The news is by your side.

El pucherazo de Susana

CA_Pepe_torrente
Pepe Torrente

Desde el ámbito del Derecho no puede pasar desapercibido el hecho puesto en solfa por el Tribunal Constitucional español tras declarar nula la composición de la Mesa del Parlamento andaluz. Aquella que se hiciera a imagen y semejanza de Susana Díaz, gracias al impresentable magisterio de Luis Pizarro quien presidía la Mesa de Edad en aquella sesión constitutiva.

Ni el ámbito jurídico, pero tampoco el de la buena ley que nos trae la costumbre democrática, ni tan siquiera el ámbito más popular de la gente común, pueden ignorar que en aquella sesión el PSOE vulneró los derechos de una diputada del PP, Patricia del Pozo, por tener la ingrata culpa a la vista del progresismo rancio y obsoleto que nos gobierna, de ser la segunda opción más votada por los diputados autonómicos en la sesión que eligió los miembros de la Mesa del Parlamento andaluz.

No llama la atención el desparpajo con el que los socialistas de turno, en aquel caso teniendo como brazo ejecutor a uno de los históricos instrumentos de Chaves y Zarrías en Andalucía Occidental, miembro del afamado, influyente y productivo clan de Alcalá (de los Gazules) gaditano, Luis Pizarro, incumpliendo las normas para su propio beneficio; no llama la atención la naturalidad con la que se subieron a la parra de su soberbia y le endiñaron un estacazo a la lógica y común interpretación del Derecho que tuviera cualquier persona medianamente libre y objetiva; destaca en este bosque de sectarismo andaluz el hecho aquel de que ningún grupo político, excepto el directamente perjudicado como fue el PP, levantara la voz en contra de esa arbitraria manera de entender la ejecución de las reglas, de matar el Derecho. Todos callaron, a medida de que no eran perjudicados, o, directamente, incluso, salieron inesperadamente beneficiados. Era como el silencio de los corderos porque a quien “mataban” era una de la derecha. Tolerancia democrática y olé, lo llamaban.

 

Destaca en este bosque de sectarismo andaluz el hecho aquel de que ningún grupo político, excepto el directamente perjudicado como fue el PP, levantara la voz en contra de esa arbitraria manera de entender la ejecución de las reglas, de matar el Derecho.

 

Es la metáfora que explica el porqué del régimen andaluz que nos acrisola de brillos tenues y fingida gracia. Un estadio de la política que convierte en obligación cualquier deseo que surja con destino y beneficio al interés del PSOE. Una forma de entender el poder a través del estrujamiento ilegal que procuran a la ley, que acabe rodeando la lógica con su amenaza numérica, vistiendo de normal lo que es un indecente atropello, que, además, goza de la felicidad de los directamente beneficiados.

La ley, al parecer, aquí, es de aplicación según convenga. Y no hay mayor atentado al Derecho que ese que intenta amoldar la regla a los centímetros exactos del interés propio. Esa manera de medir la aplicación es lo contrario al espíritu legal, totalmente ajeno a la justa reivindicación del imperio de la ley.

Está claro que ni Susana Díaz ni nadie van a entrar en exigencias propias ante la declaración oficial que ha hecho el Tribunal Constitucional de un soberano pucherazo. No es costumbre que así sea, ni antes ni ahora lo va a ser en este régimen nuestro de cada día. Pero sí es bueno que quienes delegamos el poder soberano en esta política que nos amenaza, pensáramos para la ocasión que corresponda si Susana Díaz y su obvia indecencia jurídica pueden seguir representando de esa manera al pueblo andaluz. Por este caso, y por tantos otros anteriores más, Ere´s mediante. Es la reflexión que nos toca hacer a quienes votamos cada equis tiempo. Digo yo, ¿no?