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El ‘sostenella y no enmendalla’ del bipartidismo

Jaime Gómez García / Opinión del Lector.- Parece que el nuevo panorama electoral, con la irrupción de las llamadas fuerzas emergentes como Podemos y Ciudadanos, no ha hecho aún reaccionar a la vieja política encarnada por el PSOE y el PP, que a pesar del reciente escarmiento en las urnas siguen cometiendo los errores de siempre.

Me refiero, por ejemplo, al tejemaneje, enjuague y cambio de cromos que continuamente hacen con los concejales, diputados, alcaldes, senadores… por puros cálculos electorales y despreciando la confianza depositada por los ciudadanos en ellos.

En las filas populares andaluzas podemos destacar dos casos especialmente sangrantes tratándose de una formación que aspira a presidir la Junta de Andalucía: Loles López y Carlos Rojas. A la señora López –que es alcaldesa de Valverde del Camino desde 2011 (cargo revalidado en las elecciones de 2015) y número dos del PP andaluz-–se ve que le sobra el tiempo, por lo que se presentó en las listas del Senado por Huelva, saliendo elegida. Eso sí, parece no tener prisa en dejar la Alcaldía hasta no tener seguro el asiento en el Senado ante una más que segura repetición de las elecciones generales. ¿Cabe mayor indecencia en el ejercicio de la política?

Al señor Rojas, otrora alcalde de Motril, parece que se le ha quedado pequeña no solo la Costa Tropical granadina sino la propia Andalucía, ya que aun siendo diputado autonómico y portavoz de su grupo parlamentario para más inri, tuvo el desahogo de presentarse como número 1 en la lista del Congreso por la provincia de Granada. La ambición y aspiraciones de algunos no tienen límites, sobre todo cuando se cuenta con la colaboración necesaria de Juanma Moreno, cada vez más amortizado, y que despacha la cosa con la manida consigna de “se van para trabajar aún mejor por Andalucía desde sus nuevas responsabilidades.”

[blockquote style=»1″]Otro de los usos y costumbres habituales del bipartidismo, con especial incidencia en la Junta, eternamente regida por el PSOE, es la colocación de exalcaldes, consejeros, asesores… en empresas públicas[/blockquote]

En la casa socialista no le van a la zaga y podemos encontrar alcaldes metidos a senadores, como el de la localidad serrana de Aracena, Manuel Guerra, o lo que es peor aún a mi juicio y que está causando una profunda brecha dentro del partido: la cesión de cuatro senadores a los partidos secesionistas para que puedan formar grupos parlamentarios propios. ¿Qué cara se le habrá quedado a los que confiaron en las listas del PSOE para la Cámara Alta? Se espera aún que den los nombres y apellidos de los cuatros magníficos, a quienes si a la ciudadanía que marcó sus casillas en la papeleta salmón le quedara conciencia crítica deberían recriminar su entreguismo a la disciplina de partido impuesta por un Pedro Sánchez, que recordarán los tiempos como uno de los peores secretarios generales que tuvo la centenaria formación socialista.

Otro de los usos y costumbres habituales del bipartidismo, con especial incidencia en la Junta, eternamente regida por el PSOE, es la colocación de exalcaldes, consejeros, asesores… en empresas públicas: toda una ingeniería administrativa pensada para el enchufismo soslayando los controles y limitaciones legales que rigen para la administración y el funcionariado. Un ejemplo escandaloso, a mi humilde entender, es el de la exconsejera de Justicia María José López, una solemne inútil que recordarán los tiempos por prometer la Ciudad de la Justicia en Sevilla, que luego quedó en nada. Bueno, en algo sí: en el alquiler millonario de oficinas judiciales desperdigadas por toda la ciudad. Este fracaso, lejos de serle afeado, le sirvió para presidir Cetursa (la empresa pública que gestiona Sierra Nevada) de la que destaca por ser tan irresponsable como para no construir un parque de bomberos que los expertos vienen reclamando desde hace años. Más recientemente, el exvicepresidente del Congreso y exdiputado por Huelva, el veterano Javier Barrero, ha sido designado presidente del puerto de esa ciudad: se conoce que el hombre ya no tiene ganas de viajar. ¿Y aún se preguntan por el auge de las nuevas formaciones?