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Estado negligente

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

Los criminales atentados del terrorismo yihadista contra España, sucedidos en los últimos días, se han centrado en Cataluña. Precisamente donde el escenario político ya estaba más que perturbado, por el reto independentista liderado por el gobierno de la Generalidad. Uno, en su ingenuidad, espera que ese mal estado de cosas se arregle el próximo 1 de octubre (1-O), fecha fijada por el presiente autonómico, señor Puigdemont, para realizar un ilegal referéndum de independencia, que no tendrá lugar.

La vesania y brutalidad yihadista en Cataluña han puesto en evidencia muchas y graves carencias y desarreglos en el funcionamiento del Estado. Y eso debería corregirse rápidamente más allá de palabrería en redes, medios y tertulias. Entre tanta orgía de opiniones y alharacas, y como frecuentemente sucede, el árbol no deja ver el bosque y hace más ruido un árbol cayendo que todo un bosque creciendo. La “madre del cordero” es que, más allá del terrible balance de 14 asesinados (QEPD) y más de 130 heridos, los apóstoles del terror, con el nombre de Alá en los labios, han logrado también herir al Estado. Tanto por acción como, principalmente por omisiones de sus responsables.

 

Más sorprendente resulta conocer que la gigantesca explosión de Alcanar fuera inicialmente  atribuida a un accidente doméstico relacionado con la droga.

 

Casi 20 horas después de la voladura “espontánea” de un chalet en Alcanar (Tarragona) las fuerzas de seguridad se vieron sorprendidas por la matanza en las Ramblas de Barcelona. Esto despertó a la policía, fruto de lo cual fue que los Mossos d’Esquadra abortaran, horas después, un segundo atentado masivo en Cambrils (Tarragona). La tremenda sorpresa en la ciudad condal, es muestra de una negligencia e ineficacia injustificables por parte de la policía autonómica catalana. Más sorprendente resulta conocer que la gigantesca explosión de Alcanar fuera inicialmente  atribuida a un accidente doméstico relacionado con la droga. Es igualmente inexplicable la ocultación de los hechos tantas horas, así como que las autoridades catalanas no permitieran a la Guardia Civil “husmear” el lugar desde el primer momento, cuando es la Benemérita quien más experiencia tiene en investigación y desactivación de explosivos (aparte de las FAS). De especial gravedad ha sido la utilización, durante muchos meses, del chalet (ahora pulverizado) como incógnito “centro de operaciones”. Allí se fabricaban artificios explosivos, se almacenaban materiales peligrosos y se planificaran actuaciones delictivas.

 

Ripoll, la llamada “cuna del nacionalismo catalán” es hoy también el “Molenbeek español”.  

 

En el colmo de la ineficacia, está la incapacidad de la policía autonómica para detectar y vigilar tanto trasiego criminal, al aire libre, de al menos todo un pelotón de yihadistas ―el término célula se queda corto―, que vivía en Ripoll (Gerona), próximo a la frontera francesa, y tenía su cuartel general operativo en Alcanar, lindando con la Comunidad valenciana. En mi blog personal, el 10 de abril de 2016, alertaba sobre la extrañamente grande  islamización, que fácilmente observé en una corta visita a Ripoll (“comprobé una apreciable densidad de musulmanes (mujeres y muchos niños) en el centro de Ripoll”). Ahora se ha certificado la bondad de mi pálpito de entonces. Y los mossos sin enterarse. Ripoll, la llamada “cuna del nacionalismo catalán” es hoy también el “Molenbeek español”.  

Es claro que el yihadismo ha estado operando, y seguramente lo sigue haciendo en Cataluña, con plena libertad de movimientos. En el caso que nos ocupa, recorriendo 300 km de casa al “tajo”, y otro tanto de regreso. Ello obliga a pensar que esa organización no se limitaría a una docena de asesinos, que son los hasta ahora contabilizadas (7 abatidos, 4 detenidos y 1 en fuga). Por ello, sobre el itinerario Ripoll-Alcanar, así como en las proximidades de este último pueblo, tienen que existir puntos de apoyo, cobertura y refugio para estancias ocasionales o de tiempo limitado. Las comunidades musulmanas de esos lugares deberían ser investigadas. Hay que reconocer, además, que a la probada ineficacia de la policía autonómica, los servicios de inteligencia del Estado ―el CNI a la cabeza―, tampoco pueden colgarse medalla alguna. El Estado, en lo que respecta a seguridad e inteligencia en este caso, se ha ganado un cero patatero. Ahí hay una enorme responsabilidad que habría que sustanciar y que, a mi entender,  las familias de las víctimas podrían recabar ante los tribunales de justicia.   

 

El señor ministro nos trató como a idiotas. Porque los peritos opinan, pero la decisión es de exclusiva responsabilidad del Gobierno.

 

El señor Zoido, ministro del interior, presidió en la mañana del sábado pasado, en Madrid, la Mesa de Valoración de la Amenaza Terrorista. Lo que estaba sobre la mesa, aparte de intentar dar imagen de una (mejorable) coordinación, era analizar los hechos y determinar el nuevo nivel de alerta a adoptar en su caso. Después compareció en rueda prensa para informar al público. Fue muy penoso. No hizo más que escudarse  en los expertos ―casi todos ellos bajo su jurisdicción―, para concluir que éstos entendían que “no se daban las condiciones para decretar el nivel 5 de alerta”. El señor ministro nos trató como a idiotas. Porque los peritos opinan, pero la decisión es de exclusiva responsabilidad del Gobierno. Y así, por miedos políticos, se ha privado a los ciudadanos de Cataluña de la mejor protección posible, y a la que tienen derecho en unos momentos en los que la sensación de inseguridad estaba y está disparada. Porque el nivel 5, que implicaría seguramente la visibilidad de unidades militares en el despliegue de seguridad, hubiera tenido dos efectos importantes, en un ambiente caracterizado por el temor. Uno, el de la disuasión inherente a la fuerza militar. Y dos,  el de la tranquilidad del ciudadano, sabiendo éste que el Estado hacía todo lo posible para protegerle.

Para mayor escarnio, el ministro del interior osó dar por “desarticulada” la célula yihadista, cuando todavía hay un terrorista sin localizar (parece que es el conductor de la furgoneta de las Ramblas). Algo que fue inmediatamente contradicho por la Generalidad y la jerarquía de los mossos. El portavoz de éstos, Albert Oliva, dio una estentórea bofetada al señor Zoido: «seremos nosotros (los mossos) los que concluyamos el resultado final de la investigación, cuando consideremos que la célula está totalmente desarticulada». Ahí queda eso.

 

En resumen, si el señor Zoido no es capaz de asumir sus responsabilidades, mejor sería que dimitiera o que le cesaran.

 

Por encima de la gran muestra de descoordinación que lo anterior supone ―que desmiente la “permanente coordinación” con la que el Ministro ha tratado de esconder sus vergüenzas―, el montellanero ha hecho algo más grave: ha tratado nuevamente de esconder su dejación de funciones. Porque, señor Zoido, la seguridad pública es competencia exclusiva del Estado (artículo 149 de la Constitución) y, en el grave tema de la lucha contraterrorista, que nos afecta a todos, tiene un papel superior la autoridad gubernativa y la Audiencia Nacional. La policía autonómica, por tanto, debería estar en esta lucha subordinada a la superior organización del Estado. Éste, por el contrario, se muestra acoquinado, y parece haberse entregado al flujo de los acontecimientos “desconexatorios”. En materia de seguridad y la salvaguardia de la vida de los ciudadanos, la responsabilidad última es del Gobierno en todo el territorio nacional. Aquéllas no pueden abandonarse al albur de la mera conveniencia personal o política.  En resumen, si el señor Zoido no es capaz de asumir sus responsabilidades, mejor sería que dimitiera o que le cesaran.

Claro que el presidente del gobierno, señor Rajoy tampoco está para tirar cohetes. Para no extenderme, solo aludiré a su tardanza (7 horas) en aparecer en los medios para informar de lo que se supiera en el momento, así como anunciar su inmediato desplazamiento a Cataluña, para hacerse cargo de la situación sobre el terreno. Aún estando en Galicia de vacaciones. O donde fuera, el presidente del gobierno tiene todos los medios y resortes del estado para contar en 30 minutos de una unidad móvil de tv para dirigirse a la Nación. Hubiera así evitado que el desleal Puigdemont se le adelantara ,para presentarse ante medios nacionales y extranjeros como si fuera el jefe de estado de un país independiente (vana ilusión), informando en catalán, y sin hacer mención alguna ni a España ni a las FCSE. Una penita oigan. Porque el presidente del gobierno de España lo es en todo el territorio nacional esté en su despacho, de vacaciones o en calzoncillos. Al menos, yo así lo creo.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r).

@ppitarchb