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Guirao, De Celis, Segarra: medio PSOE-A pendiente del BOE

Dicen que aquella frase de Sánchez, que sonó a brindis al sol, “Susana, tú a San Telmo y yo a la Moncloa”, martillea la mente de la presidenta andaluza desde que se ha hecho lectora habitual del BOE.

Se tuvo la sensación de que habían nombrado a uno de los nuestros, o sea a un destacado miembro del PSOE andaluz. El altavoz del susanismo echó campanas al vuelo en sus tertulias del todo va bien: “¡un andaluz de Pulpí!” había sido nombrado ministro de Cultura y Deportes, enfatizaban en la radio pública esa mañana. En ningún momento nadie le llamó Pepe, entendiendo que esa forma de llamarle quedaba reducida a quienes le conocimos y tratamos en su paso por Sevilla en los ochenta.

De todos los nombramientos de Sánchez que han afectado al PSOE de Andalucía, el de Pepe Guirao ha sido el único que no ha levantado urticaria,

 

entre otras razones porque Guirao no se ha señalado nunca en banderías, no ha participado en cuestiones orgánicas del partido y lleva muchos años en Madrid en otro mundo.

 

Siempre estuvo por encima de todo eso, que nadie vea “cuota” en quien nunca lo fue.  De ahí que, como ha contado Isabel Morillo, el vicepresidente de la Junta, Giménez Barrios, diera un respingo en la silla de un plató al conocer el nombramiento de Guirao, recomponiéndose y alegrándose como si ya lo supiese.

 

Un currante de familia humilde

Guirao entró en política con la cultura, siendo la Diputación de Almería gobernada por el PSOE en 1983, y presidida por Antonio Maresca, el primer destino político del flamante ministro, entonces como responsable del Área de Cultura.

Hijo de una familia humilde, Guirao estudió y trabajó al mismo tiempo. Su eje vital le llevaría a estudiar el bachillerato en Murcia y Madrid, regresando a Granada y nuevamente a Murcia, donde terminó Filología Hispánica. En Sevilla había empezado a dar pasos la primera Junta autonómica de Escuredo. Las diputaciones eran verdaderos centros de poder con competencias en cada provincia. Y fue en el contexto de aquellas reuniones periódicas del consejero de Cultura, Rafael Román, con los delegados de los entes provinciales, donde se fijan en Pepe Guirao, un joven de excelentes maneras, serio, que sabe de lo que habla y que estaba demostrando una buena gestión en Almería, su pasaporte a Sevilla que se retrasó por la crisis de la dimisión de Escuredo. Javier Torres Vela le nombra Director General de Bienes Culturales donde se sientan en esa época muchas de las bases de políticas culturales que perdurarán en el tiempo hasta nuestros días.

 

Un párroco, como el de San Isidoro de Sevilla, José Luis Peinado, y el propio cardenal Amigo, a punto estuvieron de poner a Guirao en una hornacina de la iglesia de San Isidoro, gracias al tesón y empeño del director general por evitar el derrumbe del templo.

 

Parte del mundo cofrade sevillano sabe que la iglesia de San Isidoro de Sevilla sigue en pie –oportunamente restaurada– gracias al empuje personal del hoy ministro de Cultura.

Cuando Carmen Alborch se lo llevó a Madrid, en aquella Consejería de Cultura del borbollismo se notó su ausencia. Y nunca, desde entonces, se tuvo la impresión de que el PSOE andaluz considerase a Guirao un activo con el que contase en sus múltiples actuaciones relacionadas con la política cultural. Hasta hoy.

 

Gómez de Celis, cuña de la misma madera

 

La semana política se completó en el Consejo del viernes donde en el capítulo de nombramientos se confirmó a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, la peor hipótesis barajada por Susana Díaz como nuevo inquilino de la Delegación del Gobierno en Andalucía. De Celis no era la opción “institucional”, como se había pedido desde el partido y el gobierno andaluz; era poner a un político que fuese algo más que el jefe de guardias, policías, carceleros o aduaneros y que representase, en todas sus áreas, al gobierno de Pedro Sánchez, no dando opción a capitalizaciones políticas que no sean correspondidas desde una verdadera lealtad institucional de ida y vuelta, valor desaparecido en el combate socialista entre Pedro y Susana. Dicen que la frase de Sánchez que muchos consideraron un brindis al sol, “Susana, tú a San Telmo y yo a la Moncloa”, martillea la mente de la presidenta desde que se ha hecho lectora del BOE cada mañana.

 

Quienes le conocen cuentan que De Celis no será el que dispare primero, intentará ejercer su papel institucional con discreción y de puertas afuera todo parecerá una balsa de aceite.

 

Otra cosa es lo que suceda entre bambalinas, con esos ocho subdelegados por llegar a las provincias frente a los hasta ahora jefes provinciales de San Telmo. Susana también mantendrá las formas. Sabe de sobras que cada vez que hable ya no le contestará Pedro Sánchez, ni siquiera Carmen Calvo, sino Alfonsito, cariño, cuña de su misma madera.

 

Segarra: con ella empezó todo

 

Hay finalmente otro nombramiento que también tiene su relevancia en el contexto político andaluz. Se trata del de María José Segarra como nueva Fiscal General del Estado, hasta ahora Fiscal Jefe de Sevilla. Segarra es quien inició la investigación judicial de Mercasevilla que dio pie al Caso Eres, el escándalo de corrupción que, hoy en manos exclusivas de la justicia, sobrevuela como amenazante gota fría al PSOE en general y a Susana Díaz en particular. El mero hecho de que la sentencia confirmase lo que sostenía Mercedes Alaya en sus autos cuando les acusaba de cebar una red clientelar al servicio del PSOE, sería suficiente como para que sonasen los clarines pidiendo cambio del tercio.

 

Efectivamente, en contra de la mentira mil veces repetida de que fueron Juan Ignacio Zoido, Javier Arenas y el PP los que primero denunciaron lo de Mercasevilla/Eres en el juzgado de guardia, acusando a Segarra de dejación, pues resulta que no fue así y es algo que se puede demostrar documentalmente.

 

Segarra, tras recibir el CD con la grabación de los empresarios de La Raza remitido por Chaves, ordenó la apertura de unas diligencias de investigación al jefe de la unidad adscrita de policía judicial. La policía puso en marcha una serie de primeras indagaciones y tomas de declaración de personas relacionadas con Mercasevilla. A los dos meses de iniciadas las diligencias policiales y sin concluir, efectivamente, un Zoido con prisas por dejar de ser candidato a alcalde, formalizó en nombre del PP denuncia ante el Juzgado de Guardia y lo hizo, explicó después, acusando a la Fiscalía de haber hecho caso omiso a la denuncia con la grabación que oficialmente presentó el viceconsejero de Trabajo, Agustín Barberá, ante María José Segarra.

A la nueva Fiscal General del Estado se le podrán criticar los claroscuros de su gestión de estos años en Sevilla, que los tiene, pero no se ajusta a la verdad acusarla de haber puesto palos en las ruedas antes y durante la investigación de los Eres por una razón incontestable: han sido los fiscales Anticorrupción los que han acusado y, jerárquicamente, estos dependen de Madrid como delegados de la Fiscalía Anticorrupción.

Pese a todo, que Pedro Sánchez nombre en la Fiscalía General a quien redactó el primer oficio abriendo el caso de los Eres, no deja de resultar una paradoja para la historia cargada de simbolismo, especialmente para el socialismo andaluz que sigue impresionado con los nombramientos que el presidente les escribe cada mañana en el BOE.

Este artículo se publicó el 18 de junio de 2018 en VozPopuli.