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Independentistas dependientes

Mas y los suyos están cautivos de unos asamblearios radicales; la CUP, prisionera de una organización que lo es todo menos anticapitalista

Regina Farré/ Opinión.- En estos últimos tiempos Cataluña parece haberse convertido en el escenario de una película de Hitchcock. Tras las elecciones del 27-S se destapó el misterio de quién había ganado las elecciones. Para unos eran los que, sumando escaños de independentistas, habían alcanzado mayoría en el parlamento autonómico; para otros, los que en cifras de tantos por ciento habían alcanzado un claro 52%, que demostraba que más de la mitad de los votantes lo habían hecho por opciones no separatistas.

Y ahí seguimos, discutiendo las maneras de contar votos según una ley electoral que consagra la desigualdad entre territorios. Los votos en comarcas, el feudo de los catalibanes, como suelo llamarlos yo, valen más que los de el cinturón industrial, muchísimo más poblado y pegado a la realidad del poder por su cercanía. Unos y otros terminamos por considerar que hemos ganado como hacen todos los partidos después de unas elecciones. Misterio resuelto.

Ahora bien ¿quién va a formar ahora gobierno? Pues ahí llevamos ya más de un mes y por el momento la intriga es total. Junts pel Si, la coalición en la que la mayoría de sus miembros son de CDC, aunque su máximo líder Artur Más iba en las listas electorales de cuarto –esto ya es rarito–, necesita sí o sí para elegir un presidente los votos de los otros independentistas que se presentaron a las elecciones bajo las siglas de la CUP. Hasta el día de hoy, una y otra vez el rechazo a Artur Más como presidente ha sido total. Parece que la CUP sienten, como Anthony Perkins en Psicosis, un deseo irrefrenable de liquidar a Mas.

Para los que eran de CDC y que ahora se presentan a las elecciones españolas –esto también es rarito– bajo otras siglas no hay ninguna dificultad, ellos siempre han sido el PP catalán y aspiran a gobernar una Cataluña de derechas

Parece lógico que por el bien supremo que para unos y otros representa el camino a la independencia el acuerdo debería ser fácil, pero claro, ahí entramos en un problema para mí muy serio relacionado con el modelo de estado que se pretenda alcanzar. Para los que eran de CDC y que ahora se presentan a las elecciones españolas –esto también es rarito– bajo otras siglas no hay ninguna dificultad, ellos siempre han sido el PP catalán y aspiran a gobernar una Cataluña de derechas en la cual las privatizaciones predominen y los poderosos se repartan el poder como hasta ahora. Aunque tengo una duda, entre paréntesis, ¿seguirán defraudando los Pujols y otros a una hacienda cuatribarrada?

Si atendemos a sus declaraciones de principios, la CUP son anticapitalistas de entrada. Nacieron formalmente en diciembre de 1986 a partir de grupos alternativos que anteriormente habían formado parte de pequeñas organizaciones radicales. Tienen su fuerza en el municipalismo y funcionan de forma asamblearia. A mí me parece que el encaje de estas dos fuerzas políticas es tan imposible como pretender que la Merkel y Varoufakis se hagan novios.

En la última asamblea de la CUP, celebrada el 29 del mes pasado, las bases impusieron una vez más el no a Mas. Aunque todo hay que decirlo, su cúpula, formada por 10 parlamentarios, ha comenzado a insinuar que quizás sería conveniente ceder un poco para que el proyecto pueda salir adelante.

Difícil lo tienen unos y otros. Mas y los suyos, cautivos de unos asamblearios radicales; la CUP, prisionera de una organización que lo es todo menos anticapitalista.