The news is by your side.

¿Es la monarquía un problema real de los españoles?

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez*

Una de las coletillas favoritas y más repetidas de los políticos es aquella de “vamos a hablar de lo que de verdad le preocupa a la gente”; o, “los problemas reales de la gente”. He llegado a la conclusión de que, habitualmente, aquel que usa este chascarrillo es porque, en realidad, conoce bien poco de lo que “le preocupa a la gente”, y así teme hablar abiertamente de los problemas de la sociedad más allá de los típicos indicadores estándares que aparecen en todas las encuestas: paro, corrupción, economía, etc. Ya no se trata de que tengamos en el gobierno una plaga de políticos movidos únicamente por sus intereses, sino de mediocres incapaces de resolver los problemas porque no saben reconocerlos y, a menudo, solo se les ocurre crear otros nuevos.

Hace unos días apareció en la prensa los resultados del estudio del World Economic Forum donde respecto a la “confianza pública en los políticos” España se situaba en el puesto número 100, detrás de Uganda y Filipinas. No saciados con este informe, conocimos otro de Transparencia Internacional donde en el Barómetro Global de la corrupción 2016 nuestro país estaba al nivel de Moldavia y Kosovo en los que la corrupción debe de ser una prioridad para el gobierno. Después de estos estudios si, además, observamos las noticias en la inmensa mayoría de medios nacionales, daría la impresión de que España es el paraíso de los sinvergüenzas y corruptos que están dejando a los españoles sin recursos y sin futuro. Realmente, ¿es tan escandalosa la corrupción política en España y supone algo que preocupa tanto a sus ciudadanos? Siempre conviene, a la hora de analizar datos procedentes de encuestas, tomarlos con precaución y hacer un análisis cualitativo más allá del meramente cuantitativo que nos presentan como verdad objetiva e indiscutible.

No cabe duda de que el descrédito de la política en nuestro país está a unos niveles alarmantes. Es casi imposible encontrar a alguien que delante de una cámara o en la barra de un bar se atreva a hablar bien de los políticos. Lo que yo no tengo claro es si los políticos que tenemos son tan malos por su incompetencia, por su inmoralidad o por sus delitos cometidos en el ejercicio de su cargo. Intuyo que la mayoría de encuestados señalaría la “corrupción” como el motivo de su mala fama. Pero admitiendo esta situación, es preciso analizar si los votantes castigan la corrupción al mismo nivel en que la sitúan como “problema” o “preocupación”. Y la respuesta es claramente que “no”. Según el CIS de noviembre la corrupción es la principal preocupación para el 37,6% de los españoles y “los políticos y la política” para el 29,5%.

 

¿De verdad hay quien piensa que Felipe VI y la Casa Real es una prioridad y un problema real para la inmensa mayoría de los españoles? Apostaría que no.

 

Cabría deducir que si la corrupción es tan importante, los votantes castigarían duramente a los partidos más señalados por la misma. Los hechos, sin embargo, nos muestran que no es tan sencilla la correlación: en España ha vuelto a ganar las elecciones el PP, sumido en la Gürtel, el caso Bárcenas, las escuchas al ministro del Interior, y un largo etcétera; en Andalucía sigue ganando las elecciones autonómicas el PSOE, con diversos casos como el de los ERE, la Formación y demás descubrimientos a modo de goteo y relacionados con el socialismo andaluz; y en Cataluña, podría decirse que los herederos políticos de Pujol tampoco pagaron la corrupción del 3%. De una manera u otra, por lo tanto, la corrupción “preocupa” más de lo que se castiga.

Si miramos la respuesta a si España es un sistema profundamente corrupto y podrido como sostienen desde Podemos, posiblemente nos daríamos cuenta de lo siguiente. Si comparamos con las democracias del centro y del norte de Europa, seguramente somos menos ejemplares; si lo hacemos con Gran Bretaña, Canadá o EEUU, tampoco conseguimos un buen resultado. Pero si miramos hacia las democracias mediterráneas, de Latinoamérica o del este de Europa, el sistema español sí saldría fortalecido y con mayor calidad.

Me atrevería a decir que en España más que un problema que afecta al sistema, existe un problema de mentalidad, de cultura y de educación que aflige a una serie de políticos que se han sentido impunes y con derecho a todo una vez en el poder. Bien es verdad que la justicia española, con algunas lagunas y comportamiento discutibles, está persiguiendo y juzgando a los corruptos descubiertos en su seno. Lamentablemente en este proceso de justicia tan politizada y mediatizada hay algunos justos que pagan por pecadores y grandes pecadores que consiguen librarse de toda sombra judicial.

Pero volviendo al principio del artículo, sobre los “problemas reales”, ha vuelto a aparecer otro problema que para cierta izquierda pura e idealista supone algo gravísimo y de extrema preocupación: la monarquía española. No solamente por la solemne inauguración de esta legislatura por parte de los Reyes, sino por la revelación sorprendente que Adolfo Suárez confesó off the record a mediados de los 90 de que no se hizo en 1976 un referéndum sobre monarquía o república en España porque “lo habría perdido la monarquía”.

 

Tengo claro que los problemas reales de España no pasan por suprimir la monarquía ni son causados porque tengamos un Rey en vez de un Jefe de Estado elegido en las urnas.

 

Sinceramente, me cuesta mucho creer que en aquella España post franquista y aún muy conservadora fuese a ser derrotada la opción de la monarquía en una votación. También es verdad que el simple hecho de someter la Corona a votación popular quizás no habría sido “permitido” en aquel entonces. Sea como sea, dudo que la apreciación de Suárez sea demasiado exacta o útil. Pero, por supuesto, de nuevo se vuelve a abrir el debate acalorado de la razón de ser de nuestra monarquía y su falta de legitimidad para seguir existiendo.

¿De verdad hay quien piensa que Felipe VI y la Casa Real es una prioridad y un problema real para la inmensa mayoría de los españoles? Apostaría que no, pero dentro de la nueva burbuja de las redes- en especial de tuiter- en la que se mueven una mayoría de los políticos más progresistas de nuestro país, quizás el asunto de la III república sea un tema de rabiosa actualidad y transcendencia.

No soy monárquico y votaría a favor de una república en caso de referéndum. Pero tengo claro que los problemas reales de España no pasan por suprimir la monarquía ni son causados porque tengamos un Rey en vez de un Jefe de Estado elegido en las urnas. La banalización de la política, la confusión de lo que le interesa a la mayoría de los votantes y cuáles son los problemas con los que se enfrentan los ciudadanos en su día a día, hace que el populismo y los partidos que llegan con remedios mágicos sigan subiendo en las encuestas y acaben ganando las elecciones. Desde que empezó la crisis los españoles han perdido de media un 9% de poder adquisitivo, por poner un ejemplo. De esto apenas se debate y, por supuesto, nadie se atrevería a poner encima de la mesa una solución realista para que las familias puedan, de nuevo, pagarles los estudios a sus hijos o llevar una vida mucho más digna.

Hablemos de la monarquía y de los aforamientos de los diputados mientras la desigualdad sigue creciendo y empiezan a gobernar tipos como Trump.

 

*Marcial Vázquez es Politólogo.