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La rana y el agua hirviendo

Es esta una fábula que trata de la dificultad de adaptarse a los cambios que se producen cuando se van produciendo muy lentamente

 

Es esta una fábula que trata de la dificultad de adaptarse a los cambios que se producen cuando se van produciendo muy lentamente, siendo asumidos con normalidad por muy contrarios que sean a valores, principios o hábitos de conducta en la persona que los asume.

 

Eso lleva ocurriendo en España desde generaciones. La II República española fue la consecuencia de acontecimientos históricos anteriores de conflicto y enfrentamiento social, en el que combatían dos bandos, de una parte los poderosos, empresarios, terratenientes, la clase alta, rica, y conservadores apoyados en la Iglesia y la Monarquía; enfrente, masas campesinas y obreras, el proletariado que malvivía sin derechos y que recibían impulso exterior con noticias de revoluciones que daban el poder al pueblo (en Francia sí, en la URSS no).

 

Fruto de esos vientos históricos, de la radicalidad y el fanatismo que desprendían ambas trincheras y del fracaso de los responsables políticos y sociales de la época, en España se produjo contra la II República un golpe militar de algunos de sus generales que acabó en una guerra civil y en la dictadura de Franco que todavía hoy, ochenta años después, sigue presente en una parte del subconsciente colectivo.

 

Parecía que la transición, tan imperfecta, había conseguido enterrar las trincheras del pasado y buscar un futuro mejor (aunque con deficiencias que merecían ser atendidas, como la salida de Franco del Valle –con consenso y sin trincheras- y la búsqueda y exhumación en las cunetas de todas las víctimas que fueran reclamadas por sus familiares, pero los viejos fantasmas del enemigo en vez del adversario, y del odio en vez del respeto a la discrepancia legítima sobrevuelan otra vez la política y la sociedad española.

 

Y si no se cambia el rumbo no vienen tiempos mejores. Por centrarme en asuntos concretos hablaré de la Policía, una institución de la que presumen sus miembros más corporativos que va a cumplir 200 años (como si fuera igual la Policía de una dictadura que de una democracia), y de las prácticas corruptas que se mantienen o incluso se han incrementado en democracia, más allá de que la Policía en una dictadura carece de legitimidad moral para ejercer su tarea de proteger derechos y libertades, algunos de los cuales en la dictadura no están reconocidos.

 

El 2 de octubre se celebra el día de la Policía y, como todos los años, se celebran actos en honor del Patrón Santo Ángel (o del Día de la Policía en tiempos de gobiernos de izquierda) y es tradición premiar con medallas blancas o rojas meritos contraídos por algunos de sus miembros.

 

Que cada año se concedan más de 3.000 de estas medallas es evidente que resta valor a las condecoraciones, convertidas en una práctica rutinaria trufada de criterios subjetivos por quienes las conceden.

 

Para el patrón de este año se han concedido 152 con distintivo rojo (pensionadas con el 10% de incremento vitalicio, salario y pensión) y 2.861 blancas, que suben baremo para cursos, puestos de trabajo, traslados y ascensos, sumando un total de 3.013. Lógicamente, las golosas son las cruces rojas, con pensión, que están reguladas por una ley de 1964 que exige como requisito necesario para su concesión haber corrido riesgo para la integridad, física, o para la vida, o haber recibido lesiones y/o heridas en acto de servicio. Sobre el papel, una regulación justa. En la práctica ocurre otra cosa.

 

A fecha actual (1 de septiembre) en la Policía hay 397 miembros en la escala Superior (comisarios y comisarios principales), que son el 0.62% del colectivo; 5.607 en la Ejecutiva (inspectores e inspectores-jefes), el 8.82%; 5.490 en la de Subinspección (subinspectores), el 9%; y 51.822 en la Básica (oficiales y policías), el 82% del colectivo. Los miembros de la escala superior planifican, organizan, controlan las tareas de los subordinados desde sus despachos; los de la escala ejecutiva hacen funciones de dirección de grupos, brigadas y bastantes de ellos control burocrático de sus subordinados (horario, permisos, licencia, asistencia etc.) sin que bastantes de ellos se hayan visto jamás en una actuación profesional en la calle o de riesgo.

 

Se desconoce que % de ellos son hijos de mandos de la Policía, pues parece existir un gen que la ciencia no ha descubierto que hace que los hijos de mandos tengan una especial predisposición a aprobar el ingreso por la escala ejecutiva, que les garantiza una carrera hasta el comisariado porque ingresan ya como directivos; los subinspectores también tienen tareas de control de servicios y en función del puesto de trabajo alguno está en tareas operativas, y la mayoría de miembros de la escala básica son los que acuden a reyertas, atracos, tiroteos, peleas, y se enfrentan los primeros a situaciones desconocidas y de riesgo. Siendo estas las funciones y estando en la escala básica el 82% de los policías, lo lógico es que a ellos fueran entre el 80 y el 90% de las medallas pensionadas y que estas se fueran reduciendo según se va ascendiendo en la escala jerárquica, puesto que a mayor rango menor riesgo, llegando a la escala superior que no tiene ninguno.

 

Pues el resultado de la concesión de medallas rojas pensionadas, es el siguiente: escala Superior, que son el 0,62 del Cuerpo sin labores de riesgo se llevan el 10,53% de las medallas pensionadas; la escala ejecutiva, que son el 8,82% del cuerpo se llevan el 50% de las rojas; los subinspectores, que son el 8,82 se llevan el 15,13 de rojas y la escala básica, que son el 82% reciben el 23,03%.

 

Esta inversión de concesión de medallas rojas, mientras las blancas se conceden el 76,35% a la básica, son una prueba insuperable de la práctica corrupta que impregna la concesión de condecoraciones. Es la rana, que a fuerza de generaciones en el agua no percibe que está hirviendo, siendo a modo de metáfora la rana la sociedad española y la Policía y el agua las prácticas corruptas habituales de quienes dirigen las instituciones y la Policía.

 

Corrupción en las medallas policiales