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Lo del PP en Sevilla no es la guerra de los Pérez

Pepe Fdez
Pepe Fernández

El PP de Sevilla ha frenado en el último minuto, justo al borde mismo del precipicio al que se veía abocado este miércoles día 13. Todo por la explosión de las tensiones internas entre los llamados oficialistas y renovadores, terminología tan antigua que ya se usó en el PCE cuando Amparo Rubiales y otros plantaron a Santiago Carrillo y se marcharon al PSOE. Amparo era renovadora, claro, y luego consejera.
Horas antes de celebrarse la reunión en la que se iba a someter a votación (secreta) el cese en sus funciones de Virginia Pérez como Secretaria General de Sevilla, desde las alturas de la contienda se mandó a parar. Quietos, que no se mueva un varal, que las cosas de Mariano no van todo lo bien que se creía que iban a ir y no es plan el montar un escándalo en Sevilla.

Juan Bueno era nuevamente “condenado” a mantener a Virginia Pérez a su lado, sabiendo como sabe que lidera la denominada Operación Manijero consistente en jubilar del mando en Sevilla a los Zoido, Sanz, Tarno y él mismo. El fiel amigo de antaño de Javier Arenas, Juaninasio, junto a los que un día fueron los niños de Arenas, habían traicionado al líder natural de todos ellos; a quien les fichó, los promovió, protegió y encumbró a cargos institucionales muy rentables desde cualquier punto de vista.

Juan Ignacio Zoido se cambió, con armas y bagajes, a la disciplina de la Secretaria General Maria Dolores Cospedal, dejando de lado a quien le metió en política y le colocó de Director General de Justicia con Margarita Mariscal de ministra. Un cambio de chaqueta en toda regla sin duda, germen de una crisis que finalmente ha acabado dando la cara en Sevilla. Aquella traición fue, además, poco oportuna ya que coincidió en el tiempo con las más escandalosas revelaciones del caso Bárcenas, amigo personal de Arenas y al que salpicaba políticamente el escándalo de los sobresueldos en negro en Genova 13.

Los cuatro magníficos

Junto a las facturas pendientes que guarda Arenas de los cuatro magníficos –Zoido, Bueno, Sanz y Tarno – el grupo de poder sevillano tampoco ha permitido que Juanma Moreno tome posesión política del PP capitalino en los dos años que lleva de presidente regional. Las hostilidades, públicas y privadas, arrancaron exactamente un minuto después del dedazo de Rajoy y Soraya imponiendo a Bonilla al frente del PP andaluz. La reacción de Sevilla, alineados con Cospedal que defendían al alcalde de Tomares y senador José Luis Sanz, fue tremenda, no escatimando Zoido, entonces alcalde, medios de todo tipo para sumar a la artillería contra el malagueño y lo que representaba. La hemeroteca de agravios que guarda Juanma, dicen, es muy abultada en la carpeta de Sevilla.

En este contexto, Zoido y sus fieles sevillanos parece que están autoconvencidos de que el resultado electoral – sorprendente– del 26J, hablándole de tú por vez primera al PSOE en Sevilla, ha sido gracias a su gestión del partido en la provincia. Es por lo que, embravecidos, han querido dar un golpe de mano contra Virginia Pérez, número tres de Bonilla en la regional, a la que muchos ven como alternativa de futuro, aunque a día de hoy aparezca como cabeza de la quinta columna de Bonilla en Sevilla.
Así, con Mariano Rajoy no sabiendo si podrá formar gobierno o no, sin el merecido disfrute de un triunfo electoral histórico de la derecha en Sevilla, los cuatro magníficos del oficialismo se embarcan en una batalla cuyos preparativos, tamaño de las cuchillas, lugar de la ejecución etc, ha sido retransmitido durante estas semanas por algunos contendientes. Un enfrentamiento que no se recordaba en la derecha política sevillana desde la época de Paco Sanabría y Ricardo Mena al frente de AP y cuando aparecía como cunero por Sevilla un joven diputado llamado Jorge Verstrynge Rojas, hoy uno de los ideólogos de Podemos.

Virginia y Beltrán Pérez

Pero como quedó dicho, esta no es la guerra de los Pérez (Virginia y Beltrán); en esta ocasión Sevilla ha sido convertida en un escenario más de la singular guerra de tronos del propio PP, donde la lucha por el poder entre pesos pesados como Arenas y Cospedal, provoca estos conflictos coloniales como el de Sevilla. Ganar la guerra, tras la conquista de territorios, una consigna de manual.

Pero como fondo a todo esto, está saber si los cambios que se pretenden imponer en Sevilla desde Madrid pasando por Málaga, desalojando a quienes han fracasado y huelen ya a bolitas de alcanfor, es el camino correcto para que el PP logre algún día una hegemonía política electoral que nunca tuvo a lo largo de más de tres décadas en Sevilla y Andalucía.

Virginia Pérez, con 37 años, tiene la edad y parece que ganas y carácter (fuerte) suficientes como para liderar un partido que solo una vez estuvo en manos de una mujer y no le fue nada mal; fue la breve etapa de Amalia Gómez que desembocó en el sorpasso de marzo de 2012, ganando Arenas y el PP las autonómicas al PSOE de Pepe Griñán y Susana Díaz.

Pérez, además, ofrece una imagen fresca, muy en línea con la gente nueva que se ha incorporado a esta etapa política desde las plataformas emergentes. Algo completamente distinto a la imagen que queda de Juan Ignacio y del zoidismo en Sevilla. La derecha más rancia, sectaria y eclesial que ha gobernado Sevilla en democracia.

Zoido alcalde

El magistrado en excedencia Zoido, que algunos enemigos le sitúan en estos días en la cartera de Justicia si Rajoy finalmente logra formar gobierno, es un político amortizado en Sevilla. Lo reconoce en privado cualquier militante del PP medianamente informado. Su tiempo como “Zoido alcalde” pasó, sin pena ni gloria, pero dicen que Zoido está convencido de que puede volver a repetir como cartel la proeza de la mayoría absolutísma que la Sevilla cansada del tándem Monteseirin-Torrijos le otorgó hace años. Seguramente por eso mantiene su cuenta de twitter con el nombre de usuario @zoidoalcalde. Ese, dicen, es el principal interés del exalcalde y actual diputado para mantener y jalear a Juan Bueno en la batallita de Sevilla de estos días para desalojar a Virginia Pérez a quien consideran una “agente al servicio de Juanmma”.

Frente a Zoido, parece que como posible candidato de la renovación a la alcaldía de Sevilla, Beltrán Pérez, un tipo también joven, con fama de eficaz, con experiencia y uno de los concejales de Zoido que mejor imagen se ha labrado a nivel ciudadano con su actuación en estos años desde el equipo de gobierno. Un dirigente popular capaz de presidir una procesión o acudir en representación municipal a la fiesta del Orgullo. Desde luego nada que ver con el perfil de Gregorio Serrano, ideólogo, mano derecha de Zoido y grumete de ocasión en el Juan Sebastian de Elcano hace unos días.

Las intervenciones de última hora desde las alturas, casi in extremis, lograron frenar el espectáculo que el PP de Sevilla pretendía dar ejecutado políticamente a su número dos ante cámaras y micrófonos, sin que sus pretendidos verdugos hayan contado los motivos verdaderos para ese golpe de mano, finalmente aplazado en lo que parece una tregua en las hostilidades hasta el congreso.  A nadie en el PP se le escapa que la caída de Pérez en Sevilla, como era previsible pese al voto secreto, suponía al mismo tiempo una patada en el trasero al propio Bonilla ya que la víctima de Sevilla es su número tres en la dirección regional.
La herida no solo no ha sido cerrada con éxito, sino que el equipo médico habitual ha procedido a unas curas de emergencia que, como muy tarde, aguantarán hasta que lleguen los congresos. Algo que, hasta que Rajoy no se aclare con su vida, parece que no se concretará.

Ha resultado también muy curioso, desde el punto de vista informativo, observar como en este conflicto sevillano del PP han tomado posición editorialmente dos importantes medios de comunicación. Por un lado ABC, defendiendo fundamentalmente las tesis oficialistas del zoidismo, y por otro el Grupo Joly que se ha limitado a poner, negro sobre blanco, todo aquello que los bandos contendientes querían que se supiese.  Apostar por la transparencia, en este caso, es una forma de tomar partido porque no están acostumbrados muchos políticos a verse retratados en sus intrigas y miserias.

Última hora: la tregua se rompe 48 horas después. Lean este comunicado de Virginia Pérez: