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No, por favor, otras elecciones no

Francisco Gimenez Alemán
Francisco Giménez-Alemán

Después del ridículo que han hecho las empresas demoscópicas ninguno de sus responsables se atreve a preguntar a los españoles cómo verían la posibilidad de una tercera votación. Permítanme que, sin dármelas de adivino, sin bola de cristal a mano, afirme convencido de que cerca del cien por cien sería contrario a una nueva convocatoria a las urnas allá por las cercanías del 20N, según los plazos legales.
También aventuro mi parecer de que no habrá urnas por tercera vez en un año, persuadido como estoy de que se impondrá la sensatez y de que Pedro Sánchez escuchará las voces razonables de su partido, entre ellas la de la Presidenta andaluza, partidarias de facilitar un Gobierno del Partido Popular aunque fuere por la mínima abstención del Grupo Socialista, el mínimo suficiente para que hubiera fumata blanca en la primera o segunda sesión de investidura.

 

Por favor, señores jefes de fila de los partidos políticos: otras elecciones no. Porque estarían ustedes a punto de agotar la paciencia del cuerpo electoral y producir un gran desgaste al sistema democrático

La postura de quienes así piensan, no pocos militantes y destacados barones del PSOE, es lo único aceptable abocados como estamos a un nuevo semestre de gobierno vacante. No podría entender el españolito medio que Pedro Sánchez se acantonase en su insuficiente mayoría minoritaria (85 diputados) para rechazar al candidato, aunque lo fuese Mariano Rajoy, porque España se encuentra en una situación delicada cuya solución debe estar por encima de las personas. Bien es verdad que después de la legislatura padecida el PP podría haberse planteado el cambio de candidato. Pero no es menos cierto que tras ganar las elecciones con 137 escaños, y contra todo pronóstico, está en su derecho de designar a quien le pete.
Por favor, señores jefes de fila de los partidos políticos: otras elecciones no. Porque estarían ustedes a punto de agotar la paciencia del cuerpo electoral y producir un gran desgaste al sistema democrático. La alternancia PSOE-PP desde la transición había generado un automatismo semejante al de Cánovas-Sagasta y al mismo tiempo creado un falso espejismo de la realidad española que, como se vio en los comicios del 20D y en los del 26J, es mucho menos lineal de lo que el bipartidismo venía reflejando.
Es comprensible que el Grupo Socialista en su conjunto no esté por la labor de elevar a los altares a Rajoy. Pero seria de todo punto inaudito que llegado el momento de la votación Pedro Sánchez no diese orden al mínimo necesario de sus diputados para abstenerse. Aunque fuese aduciendo que habían tenido que salir del hemiciclo para ir al escusado.