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Panem et circenses o la política del postureo

No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, ¿verdad Susana?  

Como ven la cosa no es nueva. Al personal se le lleva engañando desde hace siglos con una ladina forma de hacer política en la que priman las formas sobre el fondo, las imágenes sobre los hechos, el postureo sobre la realidad. Pese a lo que diga el CIS, lo importante para Sánchez y el PSOE no es la preocupación de los españoles sobre el paro, sobre la inmigración, sobre la mala calidad de la educación o la sanidad, sobre el terrorismo, sobre el reto independentista catalán o sobre el futuro económico. Eso es accesorio. Lo importante es centrar el debate social sobre la memoria histórica, sobre la ubicación de los restos de Franco, sobre el nuevo presidente de la RTVE o sobre quien ha sido el culpable del estrepitoso fracaso de la selección española de fútbol en el Mundial de Rusia, Lopetegui, Hierro o De Gea. Es el “panem et circenses” que decían los romanos, alimento y entretenimiento para mantener tranquila a la población y ocultar hechos controvertidos o no deseados. Con Franco era lo de “toros y fútbol” todos los primeros de mayo para que el personal no le diera por lanzarse a la calle a protestar.

 

Ahora es más de lo mismo, pero aplicando las nuevas técnicas de lavado de mentes para desviar las miradas. Por eso es fundamental y clave en su estrategia el controlar la radio y la televisión públicas.

 

Desde que llegó Sánchez al poder todo han sido pamplinas por decreto ley, desde el nombramiento del Gobierno de ministras y ministros a las imágenes de las manos del presidente o de su remedo aéreo con gafas de sol al más puro estilo Kennedy, pasando por su buen rollito con Quim Torra ante la mirada atónita del rey. Mientras tanto, aquello a lo que don Pedro se negó en redondo cuando estaba en la oposición (no al separatismo, sí al 155, no al golpe de Estado de los supremacistas) ha pasado a mejor vida. Se trasladan los políticos presos a las cárceles catalanas, se acercan los reclusos condenados de ETA a las prisiones vascas, se abren de nuevo las “embajadas” de la Generalitat en el extranjero, se quitan las concertinas que ellos mismos pusieron en las vallas de Ceuta y Melilla, se acoge en nuestros puertos a cuantos barcos quieran venir repletos de inmigrantes (que no refugiados) y se suben los impuestos a las clases medias y a los autónomos que, quién si no, son los que tienen que mantener este idílico e insostenible estado del bienestar que siempre promete la “gauche divine”.

 

Pedro Sánchez vuelve a proponer algo que yo (y perdonen mis cortas luces) sigo sin entender, el diálogo con los secesionistas catalanes.

 

Un diálogo entre diferentes posturas ideológicas se fundamenta en el razonamiento, la discusión y la posibilidad de llegar a acuerdos cediendo cada uno algo en sus posturas iniciales. Pero, claro, aquí ha quedado claro que la postura inicial de los golpistas en la supusta mesa de diálogo con el Gobierno español es algo irrenunciable, ilegal y anticonstitucional: la república catalana independiente. Y de ahí no hay quien los mueva. Más claro, agua.

 

Con estas premisas díganme de qué se puede dialogar por más empeño que ponga Sánchez en llegar a algún acuerdo.  Me da a mí que al presidente del Gobierno se la trae al fresco lo de la unidad de España. Ya ha reconocido en más de una ocasión eso tan peregrino de la “nación de naciones” federalista y creo que por ahí van a ir los tiros. Una de las primeras que lo vio fue su íntima enemiga Susana Díaz quien ya le paró los pies una vez pero que ha sido incapaz de frenarlo en su segundo intento de gobernar en comandita con los nacionalistas, los proetarras y los populistas marxistas-leninistas.

 

Perdida aquella gran oportunidad, la gran esperanza rubia ha quedado desacreditada para hacerle frente y se ha refugiado en su coto andaluz donde se siente segura y a salvo de cornadas traicioneras.

 

Y en esa estamos. Con las carnes abiertas a ver a dónde nos conduce este visionario que, fiel al estilo de su antecesor Zapatero, parece empeñado en meternos en un berenjenal, en un laberinto como el de Dédalo donde Pedro Sánchez ejerce de Minotauro del postureo sin que, de momento, aparezca algún Teseo capaz de acabar con él. Lo que parece medianamente claro es que se ha sabido rodear de una cohorte de fieles estrategas de la comunicación que son capaces de venderle un frigorífico a un esquimal y un ventilador a un tuareg. Ahora, con el fútbol capitidisminuido por la eliminación de España (qué bien le hubiese venido a Sánchez que los muchachos de Hierro se hubiesen traído a Madrid la copa) nos queda aguantar el circo postural de Sánchez y de sus ministr@s hasta, posiblemente la primavera del 2020. Es lo que hay, aunque bien pensado, no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, ¿verdad Susana?