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¿Por quién doblan las campanas?

Benito Fdez 2
Benito Fernández

Reconozco que soy un tío algo raro, que me aburren una jartá las entrañables y que me someto a la fuerza a los tópicos de las campanadas y el cava porque ni me gustan las uvas (prefiero tomar aceitunas) ni soporto los vinos espumosos que le sientan a mi estómago como un verdadero rayo. Así que pasadas dos terceras partes de las agotadoras fiestas navideñas y quedando sólo el trámite de los Reyes Magos, su cabalgata y el incomible roscón, he de confesarles que las campanadas de la noche de la última noche de San Silvestre me resultaron bastante cómicas ya que uno estaba más pendiente de si a Cristina Pedroche en Antena 3 se le adivinaba algo bajo sus amplias transparencias o si a la tal María Torné, en Tele 5, se le descolgaba alguna prenda interior roja. Como comprenderán, así no hay quien se tome las uvas (o las aceitunas) con un mínimo de tranquilidad. Ya he podido comprobar que mi compañera Clara Guzmán, como experta que es en moda, le ha sacado punta a los diversos modelos en su artículo sobre las transparencias en esta misma página. A ella les remito que uno no quiere meterse en demasiados berenjenales.

Pero a lo que iba, que las doce campanadas de la Puerta del Sol me trajeron a la memoria la novela de Ernest Hemingway y la película de San Wood. Y una pregunta sin respuesta, ¿por quién doblan las campanas? Porque en estos momentos hay campanadas de alegría por el nuevo año y campanadas a muerto por el más de medio centenar de mujeres asesinadas en 2015 y hay campanadas de aviso sobre lo que nos puede ocurrir si Pedro Iznoguz Sánchez continúa empecinado en ser el califa en lugar del califa y no atiende los razonamientos de algunos de sus barones y baronesas de dejar que Rajoy se estrelle solo y sigue atendiendo a los cantos de sirena que le lanza Pablo Iglesias que pueden conducir al PSOE a estrellarse contra los acantilados de Podemos..

[blockquote style=»1″]Un trabalenguas, un galimatías de quiero y no puedo que está llevando al PSOE a una división interna sin precedentes (sólo en la última época de Alfonso Guerra y Felipe González se vio algo parecido) y que va a acarrearle una nueva y esta vez muy larga travesía del desierto.[/blockquote]

El panorama que se nos presenta en lo que resta de mes no es demasiado alentador y sus trazos gruesos auguran que finalizaremos enero sin Gobierno y con la espada de Damocles de unas nuevas elecciones sobre nuestras cabezas. Si este fuese un país normal, las dos fuerzas mayoritarias ya se habrian puesto de acuerdo para repartirse el pastel por muy mal que les sentara a los militantes de uno y otro partido. Pero España es España, un país empeñado desde hace siglos en destruirse a sí mismo, una tierra donde Caín no tardaría ni un segundo en convertirse en dirigente político y recibir las alabanzas de los ciudadanos (y ciudadanas).

Me lo comentaba el otro día un amigo, dueño de una pequeña tienda en el centro de Sevilla. “Mis suegros y mis cuñados, decía, han sido toda la vida fieles votantes del PSOE y han vivido a costa de la Junta de Andalucía, pero ha bastado con que, por los recortes, hayan despedido a una de mis cuñadas para que, ahora, todos, absolutamente todos, se hayan convertido en defensores acérrimos de Podemos y ponen la mano en el fuego al asegurar que el de la coleta es el único que es capaz de arreglar España”.

Eso es lo que Pedro Sánchez no valora ni acaba de entender, que hasta en Andalucía, coto privado de caza del socialismo y tierra en la que Susana Díaz controla a la mayoría del personal, la gente se esté pasando en bandada a Podemos por el triste espectáculo que está dando un PSOE que no es claro en ninguno de sus planteamientos políticos. El sí pero, tan habitual en todo lo que propone Sánchez, ya saben, unidad de España pero con federalismo, monarquía parlamentaria pero republicana, independencia catalana pero con referéndum, sí a Europa pero sin Merkel. Vamos, un vivo sin vivir en mí que diría Santa Teresa de Jesús, un trabalenguas, un galimatías de quiero y no puedo que está llevando al PSOE a una división interna sin precedentes (sólo en la última época de Alfonso Guerra y Felipe González se vio algo parecido) y que va a acarrearle una nueva y esta vez muy larga travesía del desierto.

P.D.Dicen, comentan, afirman que en Génova, sede del PP, están postulando a Javier Arenas como futuro presidente del Senado. Todavía no hay conformación pero a mí no me extrañaría nada. Si algo tiene el Niño Arenas, que dejó de ser niño hace ya bastante tiempo, es que sabe colocarse en el lugar oportuno en el momento oportuno. Y lo único manejable que le queda al PP en estos momentos es la Cámara Alta el único lugar donde mantiene su mayoría absoluta. Ya veremos si se cumplen las expectativas. Habrá que estar atentos porque son muchos los que le querrían ver a los pies de los caballos.